La personalidad querulante: ¿qué es y cómo se manifiesta?

En algunas personas es fácil identificar una tendencia compulsiva a presentar querellas, quejas y denuncias. Es así porque operan con una idea de justicia muy particular, en la que sus derechos suelen estar maximizados o sobrerepresentados.
La personalidad querulante: ¿qué es y cómo se manifiesta?

En el mundo del derecho, la personalidad querulante es muy conocida. La mayoría de jueces, abogados y fiscales han tenido la mala fortuna de toparse, en su desempeño profesional, con esta figura. Hablamos de una persona con tendencia a pleitear de forma constante, a sentirse ofendida y perjudicada sin base alguna, buscando y reclamando una idea de justicia que solo existe en su mente.

Sin embargo, las repercusiones de esta patología pueden ir más allá del ámbito legal. Costes a nivel personal, familiar y económico se hacen presentes en el entorno de esta persona. Por ello, queremos explicarte cuáles son sus principales características y qué se puede hacer al respecto.

¿Cómo es la personalidad querulante?

La palabra querulante proviene del latín y designa a aquella persona “que se queja”; sin embargo, en ocasiones suele emplearse como sinónimo de querellante, en referencia a la tendencia compulsiva de la persona a provocar litigios judiciales innecesarios.

La personalidad querulante presenta unas características muy marcadas que van más allá del campo judicial. Estas suelen hacerse patentes generando malestares, conflictos y consecuencias negativas para todo el entorno. Así, estas son algunas de las manifestaciones más presentes:

  • Muestran una persistente actitud de sospecha, recelo y desconfianza. Puede sentir que es víctima de una conspiración o un engaño, que es perseguido y espiado y que alguien más obstruye la consecución de sus metas.
  • Tienen un ánimo irritable y contrariado, acompañado de rabia y descontento. Son hostiles y reivindicativos la mayor parte del tiempo.
  • Se siente incomprendidos, calumniados y perjudicados en múltiples situaciones, incluso sin indicios reales de que esto sea así.
  • Son excesivamente sensibles a la frustración, incapaces de perdonar agravios y tendentes a guardar rencor de forma persistente.
  • Presentan un comportamiento oposicionista, negativista y desafiante. Litigan y buscan constantemente que se imparta “justicia” para ellos y ser resarcidos de los supuestos daños causados.
  • Suelen albergar sentimientos de envidia y deseos de venganza hacia otros, pues son incapaces de reconocer los logros ajenos, los cuales suelen considerar inmerecidos.
  • Se creen en posesión absoluta de la razón y no están abiertos a replantearse su postura o a escuchar otras opiniones o evidencias. Así, no importa cuántas veces sus querellas sean desestimadas, cuántas pruebas se presenten contra sus argumentos o cuánto tiempo, esfuerzo o dinero deban invertir: no cesarán hasta que se les dé la razón.
  • En general, acuden a los tribunales con una frecuencia e insistencia desmesuradas. Incluso, pueden llegar a denunciar al propio abogado que lleva su caso, dando lugar a un ciclo infinito de litigios.
Empleado con personalidad rebelde querulante

Una forma de delirio paranoide

Como en cualquier afección psicológica, estos rasgos pueden estar presentes en diferentes grados sin constituir necesariamente una patología. Sin embargo, si se presentan de forma excesiva y persistente, es probable que sean indicio de un trastorno paranoide de la personalidad.

Este desorden psicológico caracteriza a las personas suspicaces y combativas, excesivamente centradas en sí mismas y en la defensa de sus derechos. Incluso sin evidencia, sospechan de los actos de otros e infieren malicia en ellos; se muestran hipervigilantes ante posibles amenazas sociales y se sienten atacados o agraviados con facilidad.

Pueden adaptarse y parecer funcionales y muy competentes en su vida diaria; sin embargo, es común que sean fuente de numerosos conflictos. Por otro lado, si se presenta una idea delirante concreta durante un periodo superior a un mes, es posible que estemos hablando de un trastorno delirante. Que es, generalmente, como se clasifica a la personalidad querulante.

En este caso, la persona sufre un delirio (una creencia que se vive con absoluta convicción pese a la falta de pruebas) sin presencia de ningún otro tipo de alteración. En el resto de ámbitos es una persona completamente normal y funcional.

Incluso, la idea clave de su delirio suele ser realista (en el sentido de que es factible que ocurra, como el hecho de que un vecino esté espiando a la persona, y no como afirmar haber sufrido una invasión alienígena). Por esto, resulta difícil identificar el trastorno.

Hombre gritando enfadado

Pronóstico y tratamiento de la personalidad querulante

En ambos casos, se trata de condiciones difíciles de tratar, ya que la persona no tiene conciencia de la enfermedad. Suelen ser individuos muy inteligentes y bien adaptados más allá de la querulancia. Además, suelen percibir las sugerencias terapéuticas como amenazantes y tienden a aumentar su susceptibilidad y carácter defensivo.

En el caso de que se trate de un trastorno delirante, los fármacos antipsicóticos pueden ayudar a disminuir la intensidad del delirio y abrir camino al trabajo psicoterapéutico; pero, incluso de este modo, el abordaje es complejo.

Cuando la personalidad querulante es muy marcada, el coste social para la persona termina siendo grande. Este puede abandonar sus obligaciones, relegar otras actividades, hacer de lado o perjudicar sus relaciones personales e incluso arruinarse siguiendo su propio ideal de justicia.

Además, por supuesto, de los costes en tiempo y dinero que generan a la Administración de Justicia. Por esto, en algunos casos puede buscarse una incapacitación que limite a la persona respecto a su capacidad para obrar judicialmente.

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