Sin duda alguna, los smartphones se han convertido en el principal medio de interacción que les permite a las personas comunicarse. Al igual que otros inventos tecnológicos, los teléfonos «inteligentes» se crearon con el propósito de hacer más fácil la vida de la gente. Sin embargo, las constantes innovaciones para mantenernos conectados todo el tiempo pueden producir ciertos problemas relacionados con la ansiedad y el estrés.
Hasta antes de los teléfonos celulares con acceso a Internet y la incorporación de las redes sociales a través de aplicaciones, el medio masivo de comunicación era la televisión. Se ha escrito mucho sobre el impacto de ver televisión en las funciones cognitivas. Probablemente, alguna vez nuestra madre o padre nos regañaron por estar tanto tiempo cerca de la TV.
En esta nueva era del siglo XXI, las cosas han cambiado. Aunque la televisión no ha desaparecido, el tiempo que una persona invierte para entretenerse, ocuparse o distraerse se dedica mayormente a los dispositivos móviles. En nuestra vida cotidiana, constantemente revisamos las novedades de las redes sociales para mantenernos a la vanguardia con la información que circula en ellas. Formar parte de las tendencias a través de una opinión o una expresión audiovisual es imperativo para hacerse notar en los medios digitales.
Pero para quienes sólo queremos comunicarnos de manera más rápida, sin interactuar con el mundo digital, resulta difícil mantenerse al margen de estas formas de relación. Los grupos laborales de WhatsApp o Telegram, las plataformas para trabajo conjunto o las invitaciones a eventos nos obligan a integrarnos a estas dinámicas pues, de lo contrario, se puede quedar excluido de cierto orden social, sin mencionar que no se cumplan con las tareas del empleo.
Lo más preocupante es que muchas personas terminan por vivir para lo digital. Responder mensajes, subir contenido, mantenerse activo y actualizado, posicionarse sobre un tema, etc., puede provocar trastornos de estrés y ansiedad que ya han sido ampliamente estudiados. Quizá por eso la opción de volver a un teléfono móvil sencillo, que se limite a las llamadas y mensajes, podría ser la solución perfecta para desconectarse parcialmente del mundo virtual.
No es necesario vivir tan rápido y a la par de las tendencias todo el tiempo. Publicar y estar constantemente pendientes de mensajes, correos y llamadas no debería ser la principal forma de convivencia social. La vida con tecnologías sencillas también es posible.
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