Este es un artículo vivo, en constante evolución: el diccionario filosófico para conocer conceptos de la historia de la filosofía, los clásicos y los nuevos que van surgiendo, o acercarse a corrientes y autores. Y muy importante: este diccionario también lo construyes tú. Puedes proponernos términos que creas que deberían estar. Contacta con nosotros en redes sociales o enviando un correo a teescuchamos@filco.es
A priori / A posteriori
Son expresiones latinas empleadas en la filosofía especialmente desde la Modernidad. Antes de esta época, refieren a aquello que es primero o posterior a la naturaleza de las cosas respectivamente. También al conocimiento que tenemos sobre ellas. Conocer a priori sería conocer algo por sus causas, mientras que conocerlo a posteriori sería hacerlo a través de sus efectos.
En la época moderna las expresiones adoptan un nuevo alcance y uso. Toda la filosofía pasa a centrarse menos en la naturaleza de la realidad y más en la forma que tenemos de conocer esta naturaleza. El principal autor que desarrolló estos conceptos es Kant. Para el filósofo, los juicios (expresiones de las que podemos decir que son verdaderas o no, como «dos más dos son cuatro») a priori son aquellos que no dependen de la experiencia para ser comprobados. En el ejemplo de «dos más dos son cuatro», este juicio es a priori porque no necesitamos ir al mundo o a un laboratorio para comprobar su verdad.
Los juicios a posteriori, por el contrario, surgen de la experiencia. Por tanto, pueden darse o no. Por ejemplo, si queremos comprobar si un cuerpo está en movimiento o no, deberemos atender a la realidad; ir a la experiencia. En este sentido «el cuerpo X se mueve» será un juicio a posteriori.
En la definición de Kant, la distinción es epistemológica, es decir, relativa al conocimiento. No hace referencia a lo que sean las cosas en sí, sino a la forma en que las conocemos.
Alienación
El término alienación (concepto muy similar a enajenación) es un término de origen judío procedente del latín alienus, que quiere decir «que pertenece a otro (alien)». Este término se aplicaba en las transacciones. Alienar un objeto quería decir regalarlo o venderlo, es decir, transmitir a alguien ajeno algo que es propio.
Hegel desarrolló el sentido filosófico del término en su famosa obra Fenomenología del espíritu. Para Hegel, resumido brevemente, la realidad es el resultado de una Idea (sustancia espiritual o Dios) que se aliena, se exterioriza, en distintas concreciones del espacio-tiempo. Así, la alienación surge cuando la realidad espiritual aparece como objeto, originando la naturaleza, de cuya objetividad nos debemos apropiar: prácticamente, por medio del trabajo o, teóricamente, mediante el arte, la religión o la filosofía.
Feuerbach retoma el término, pero, ante el idealismo de Hegel, lo trae a la realidad sensible, al ser humano, de carne y hueso. Para este autor, el ser humano se enajena, se aliena, en el hecho religioso, al crear un Dios. El ser humano exterioriza una serie de cualidades (perfección, eternidad, universalidad) y las contempla como algo alejadas, inalcanzables, pertenecientes a un ser que no es él mismo.
Para Marx, la base de toda alienación debe buscarse en el trabajo, pues el ser humano es trabajo. La alienación en este autor ya no es religiosa, sino económica: hay determinadas relaciones de producción que alienan al ser humano que trabaja. Estas relaciones alienantes son aquellas en las que uno trabaja sin poseer los medios de producción y, por tanto, el resultado de su trabajo no le pertenece, sino que le pertenece al capitalista. El ser humano se aliena porque vive su propio esfuerzo y trabajo como algo ajeno.
Aporofobia
El término aporofobia es un neologismo acuñado por la filósofa española Adela Cortina en su libro homónimo. Es una actitud que se expresa en dos manifestaciones: por un lado, el prejuicio que nos inclina a tomar partido por los más ricos, por los más pudientes, y, por el otro, una tendencia a ignorar o incluso rechazar a los pobres, a los más vulnerables, a aquellos de los que no podemos obtener ninguna ventaja. En sus propias palabras, en una entrevista a Adela Cortina en nuestro portal, nos explica:
«A pesar de que se habla mucho de xenofobia, el extranjero no suele molestarnos cuando viene bien provisto de petrodólares. Por ejemplo, cuando vienen los alemanes a la Costa del Sol o a la Costa Blanca les ponemos la alfombra roja porque traen dinero. No nos molesta en absoluto que sean arios ni nada por el estilo. Entonces ¿quiénes son los que molestan? Los de la propia familia cuando son pobres; es de sentido común. Y ahora que hay muchísimos pobres, la gente lo oculta (que no se vea, que no se sepa), y se relaciona con los parientes que están bien situados».
Daimon
Es un término griego que se refiere tanto a un dios o divinidad como al destino. En la Antigüedad griega se utilizaba para referirse a una divinidad que intervenía en los asuntos del destino de los seres humanos. En plural se refería a dioses menores o espíritus de los muertos.
Se puede referir a una realidad positiva —algo divino, celestial y bueno— o a algo demoníaco. Platón se refiere varias veces al daimon de Sócrates como «duende» o «voz interior» del filósofo. Además, el término comparte raíz con la palabra griega para referirse a la felicidad, la eudaimonía.
Dasein
Dasein es un término alemán que significa, literalmente, «ser-ahí» (aunque podría traducirse también como existencia). Es un término clave en Ser y tiempo (1927), el libro central de Martin Heidegger. El estudio del Dasein, que Heidegger llama «analítica existencial», es un estudio que permite mostrarse al Dasein por sí mismo, sin aplicarle forzosamente categorías externas.
Con Dasein, Heidegger se refiere, para entendernos, al ser humano, pero de una forma muy particular. El Dasein es el único ente —a diferencia de la mesa o la silla— que está abierto al ser. Y está abierto en varios sentidos. Por un lado, está abierto a él y puede comprenderlo, esto es, vivimos en un mundo con significados. Pero, además, el Dasein está abierto en el sentido de que no tiene una esencia cerrada y fija como el resto de entes (el ordenador o la pared), sino que su esencia está siempre abierta al ser (y así podemos ser fontanero o ser escritor).
Dialéctica
Se trata de una expresión que ha sido utilizada en varios sentidos y en estrecha relación con la palabra «diálogo». Un diálogo es una operación lingüística entre diferentes actores donde se contraponen puntos de vista. Esto implica que la dialéctica se puede comprender como contraposición entre elementos que, en principio, están en posiciones contrarias o enfrentadas.
Numerosos filósofos a lo largo de la historia han hablado de dialéctica, pero en la obra de Hegel esta noción es particularmente central. En su sistema, la dialéctica no es una parte de la lógica o una vía de conocimiento, como lo había sido en filosofías anteriores, sino una descripción de la realidad, que es en sí misma dialéctica.
La dialéctica en la obra de Hegel no representa, no obstante, la realidad. Es más bien lo opuesto a la realidad, aquello que nos permite negarla y a través de esa negación y ese «diálogo» superarla para llegar a una verdad mayor. Por eso, en su obra no importan tanto qué posiciones estancas se enfrentan en el proceso dialéctico como el hecho mismo de que se produzca enfrentamiento y se supere.
El marxismo desarrolló la concepción dialéctica de Hegel, pero en lugar de hacerlo desde una perspectiva idealista donde serían las ideas las que lucharían entre sí, lo hacen desde una perspectiva materialista. Es por eso que podemos entender el marxismo como un materialismo dialéctico. Desde esta óptica se puede comprender el cambio histórico desde el punto de vista de fuerzas materiales enfrentadas. El ejemplo es el de la lucha de clases, una lucha donde pugnan diferentes bandos económicamente enfrentados y que se debe saldar con una síntesis superadora, que es el comunismo.
Epistemología
Se trata de la rama de la filosofía que se encarga del estudio del conocimiento humano. Proviene del vocablo griego episteme, que quiere decir «conocimiento». Para Platón, la episteme era la forma más pura de conocimiento, porque se basaba en el estudio de las Formas o Ideas. A ese conocimiento se le contrapone la doxa u opinión, un tipo de saber desde el que es imposible hacer ciencia.
Otros nombres que se han dado a esta disciplina son gnoseología y teoría del conocimiento, y tiene vinculación con otras disciplinas filosóficas como la teoría de la mente (el estudio filosófico de los procesos mentales o psíquicos) y la filosofía de la ciencia.
Ética
La ética es la disciplina filosófica que se encarga del estudio de los problemas morales, aquellos que refieren al bien y el mal. Numerosos autores han propuesto que se distinga la «moral como estructura» de la «moral como contenido». En el caso de la moral como estructura, se trataría del estudio del porqué somos animales morales, que necesitan actuar buscando el bien. Pero la moral como contenido, que es la relativa a la ética, estudiaría los contenidos concretos que hacen que una persona sea buena o mala.
La ética tiene mucha relación con la política, hasta tal punto que en la Grecia antigua se trataba de una misma disciplina. Esto es así porque, como no somos animales aislados, sino que vivimos en comunidades, la ética siempre se da en relación con otras personas. La política sería una ética, pero en lugar de aplicarse a una persona individual, se aplicaría a todo un sistema, un gobierno o una comunidad.
Existencialismo
Su origen se remonta a la obra de Kierkegaard, el cual defendió un existencialismo frente a la filosofía especulativa de Hegel, que, para él, no dice nada sobre el sujeto.
El pensamiento existencial es aquel en el que se piensa al sujeto en sí mismo, y no como mero reflejo de la realidad. El ser humano, por tanto, no sería un «ente» —como por ejemplo un animal racional o entidad biológica—, sino que la filosofía existencialista apuesta por considerarlo un «existente». Es decir, su existencia es más importante que lo que sea su naturaleza. No concebimos la realidad, somos la realidad misma. Y solo desde esta realidad que somos podemos pensar y hacer filosofía.
Se ha hablado de filosofías existencialistas en plural. Beben de antecedentes como el mencionado Kierkegaard o Nietzsche, pero no es hasta el siglo XX que cobran mayor influencia y popularidad. Algunos autores relevantes son Martin Heidegger, Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Maurice Merleau-Ponty o Hannah Arendt. Además, el existencialismo no se ha limitado a aparecer en la forma de ensayo, sino que otros autores han desarrollado el pensamiento existencialista en la literatura (como Albert Camus) o la psicología.
Hay diferencias entre las distintas corrientes del existencialismo, tanto en la forma misma de definir la existencia como de establecer su relación con Dios. Encontramos así un existencialismo ateo y otro cristiano. Algunos elementos y temas comunes, que tienen que ver con el periodo de entreguerras en que se desarrolla este pensamiento, son el absurdo, el fracaso, la angustia y la muerte.
Fenomenología
El concepto de fenomenología puede tener diversas acepciones en filosofía, pero sin duda la mayoritaria en nuestros días es esta: la fenomenología es una de las corrientes filosóficas más importantes del siglo XX y XXI. Fue Edmund Husserl (1859-1938) el filósofo que dio forma en primer lugar a esta corriente. El lema de esta corriente, aunque lleno de matices y complejidades, es: «¡A las cosas mismas!».
Para Husserl, la fenomenología es un método de estudio que analiza el sentido de las cosas viviéndolas como fenómenos de la conciencia. En otras palabras, partimos de los contenidos tal y como se presentan en nuestra conciencia y, dado que la conciencia siempre remite a un afuera, descubrimos el sentido de los fenómenos. No se trata de una descripción empírica, esto es, científica, o meramente psicológica-subjetiva; más bien, se trata de analizar los rasgos esenciales de los fenómenos que aparecen ante nuestra conciencia (puedes ver aquí un análisis fenomenológico del beso).
Hermenéutica
Tradicionalmente, la hermenéutica ha sido la disciplina de interpretar los textos. Así, durante siglos ha estado muy ligada al contexto religioso y la correcta (o posibles) interpretacion(es) de los textos sagrados. Con el filósofo alemán Schleiermacher, la hermenéutica adquiere un tono más filosófico y se postula como una teoría general de la interpretación. Para Heidegger, la interpretación es un componente fundamental del ser humano (Dasein), es decir, en el ser humano, todo conocimiento es, de una u otra forma, interpretación (recuerda esto a la máxima nietzscheana de que no hay hechos, solo interpretaciones).
Será Gadamer el que desarrolle las ideas de Heidegger y establezca la que ha sido una de las corrientes más importantes del siglo XX (conocida como «hermenéutica filosófica» o simplemente «hermenéutica»). Para Gadamer, el modo de conocer del ser humano es la interpretación y esta no se da en el vacío, sino que siempre parte de un conocimiento previo (pre-juicio) y de un historia de interpretaciones previas (tradición).
Logos
Logos es una palabra griega que ha sido un quebradero de cabeza para la traducción a lo largo de la historia de la filosofía. No es esto así porque no conozcamos su significado, sino más bien porque conocemos demasiados. Una primera definición es «fuego», pero más habitualmente se ha traducido como «palabra», «habla», «razón» o «pensamiento».
De este vocablo deriva la palabra «lógica», que sería la ciencia o disciplina referida al logos. Pero también se ha incorporado al final de las palabras para referir a su carácter científico: la antropo-logía sería la ciencia relativa al anthropos (ser humano en griego), la biología sería la ciencia del bios (vida), la sociología la ciencia de las sociedades, etc.
Ha sido uno de los conceptos más importantes a lo largo de la historia de la filosofía: para Heráclito, el logos era la razón del universo que permite ordenarlo. El universo sería lógico en el sentido de que lo encontramos con un cierto orden. Para Edmund Husserl, el significado no es tan metafísico: logos será aquella palabra o expresión que enuncie una norma racional.
De la multitud de significados del término se pueden extraer también semejanzas: así, vemos que lo que tienen en común la palabra, el fuego o la razón es que alumbran, es decir, que clarifican el sentido o significado de algo. «Lógico» será, pues, aquello que facilita la comprensión y el conocimiento. Lo será también el hablar humano, que tiene como propósito hacer que nos entendamos.
Mayéutica
Es un término de la Grecia antigua que hacía referencia al arte o técnica de ayudar a dar a luz; es decir, la técnica propia de las comadronas. Su uso filosófico es introducido por Platón, quien describe en sus diálogos la manera que tenía Sócrates de hablar para llegar a la verdad como una mayéutica. Sócrates, cuya madre era partera, sería así una comadrona filosófica que trataría de ayudar a dar a luz a la verdad escondida en la mente de otros.
Este modo de conocer se opone a la «doxa» propia de los sofistas, que es un mero dar opiniones sin fundamento. Para ayudar a dar a luz a los conceptos, Sócrates interroga a sus interlocutores para llegar a ideas que ya estaban dentro de su mente sin ellos saberlo, yendo al origen de las creencias que van saliendo a la luz en el diálogo. Las respuestas del interlocutor dan a luz a nuevas preguntas. La labor de Sócrates es ir a la raíz de los problemas planteados en el diálogo mostrando al interlocutor que puede llegar por sí mismo a la verdad porque esta se hallaba desde el principio en su razonamiento.
Metafísica / Ontología
Se trata de dos expresiones que se refieren a la rama de la filosofía que se pregunta por la realidad y el mundo en general. El origen de «Metafísica» es griego y quiere decir «más allá de la física», «detrás de la física» o «por encima de la física». La primera vez que fue utilizada fue fruto de la decisión de un bibliotecario: Andrónico de Rodas, en el siglo I d. C. compiló los apuntes que hoy componen la Metafísica de Aristóteles bajo el nombre Lo que va detrás de la física, haciendo referencia a que eran tratados que hablaban de física, pero no eran propiamente físicos.
Esta decisión llevó a los intérpretes de Aristóteles a grandes debates acerca de la naturaleza de los textos que se englobaban bajo el título «Metafísica», porque en ellos el autor habla de la realidad refiriéndose a algo que va más allá de ella; un motor inmóvil equiparable con un dios que pone en marcha la realidad sin que él mismo necesite nada para ponerse en marcha.
En cuanto a «ontología» es el estudio del ente, es decir, de aquello que existe. Como vemos, las definiciones son muy parecidas. Habitualmente se ha considerado que la ontología trataba de encontrar respuestas sobre lo que es la realidad sin salir de ella, sin ir a ese «más allá» que se apunta en el «meta» de «metafísica». Sin embargo, en la actualidad, tanto metafísica como ontología suelen hacer referencia al estudio filosófico de la realidad en su conjunto.
Mito de la caverna
Se trata de un texto de Platón perteneciente a la obra República. En este mito, Platón expone parte de su teoría de las ideas. El mito comienza en una profunda caverna donde se hallan prisioneros unos hombres. Están atados de tal forma que solo pueden mirar hacia una pared donde se proyectan unas sombras provocadas por un fuego que ilumina unas figuras. Los prisioneros solamente pueden ver las sombras, y no las figuras proyectadas.
Si se liberase a uno de estos prisioneros a la fuerza, dice el Sócrates del diálogo, y se le obligase a ver la situación de conjunto (pues como no ha conocido otra cosa no querría salir, habría que forzarle), lo primero que pensaría es que tratamos de engañarle y que la realidad son las sombras que ha visto toda su vida. Pero poco a modo, a medida que ascendiera y subiera al exterior de la caverna, tomaría consciencia de que el engaño era su situación anterior. En el exterior, el prisionero vería directamente el mundo real, y no las sombras, y por fin el sol mismo que da alumbra y permite que percibamos todo lo demás.
Este viaje hacia el exterior es el mismo que, para Platón, realiza aquel que quiere dejar de simplemente opinar sobre las apariencias para alcanzar el verdadero conocimiento: el del mundo real. La tarea del filósofo será liberarse del yugo de vivir en la caverna y salir al exterior a ver el sol, pero no para salvarse él mismo, sino para volver a continuación al interior a salvar al resto de prisioneros y ayudarles a alcanzar el conocimiento verdadero.
Nihilismo
La palabra «nihilismo» tiene su origen en el vocablo nihil, que en latín significa «nada». Añadiendo el sufijo «-ismo», el término nihilismo alude etimológicamente a la postura o doctrina de la nada. Así, atendiendo a este significado, el nihilista es aquella persona que no cree en ningún principio.
En el pensamiento ruso de la segunda mitad del siglo XIX, el nihilismo se popularizó como un movimiento político de rechazo a la sociedad heredada. Las reformas llevadas a cabo por el zar, encontraron una gran oposición política. Este ambiente de rechazo político fue el contexto idóneo para un rechazo aún más generalizado: el rechazo a la sociedad zarista y a sus valores imperantes. Tales valores dejaron de considerarse intocables para pasar a concebirse como una ilusión contingente, como una «nulidad» (y de ahí el nihilismo).
En Nietzsche, el nihilismo es de una importancia central en el corpus de su filosofía. Como sugiere Nietzsche en La gaya ciencia, el nihilismo es una consecuencia del «más grande de los últimos acontecimientos»: la muerte de Dios, esto es, la constatación de que los valores supremos (el Bien, la Verdad, la Justicia…) han perdido su valor y se muestran ahora como meras ilusiones. En otras palabras, el nihilismo es el vacío que aparece cuando los cimientos que sujetaban la cultura occidental se vuelven neblina ilusoria.
Noúmeno / Fenómeno
Se trata de dos términos utilizados por Kant en su Crítica de la razón pura. Se refieren a diferentes formas de acercamiento a la realidad. El noúmeno es la expresión utilizada para referirse a la realidad en sí, lo que es el mundo independientemente de que un ser humano esté allí observándolo. Este noúmeno es, por definición, imposible de conocer porque el ser humano necesita tener experiencia de las cosas para conocerlas. Por tanto, se puede hablar del noúmeno, pero no podemos concretar nada de él. Kant opina que no debemos tener seguridad de la existencia del mundo con independencia de la experiencia.
Llamamos fenómeno a lo que la realidad es cuando una persona la experimenta. Fenoménicas son todas las experiencias que tengo del mundo y de esas sí puedo saber cosas. Por tanto, sí se pueden decir cosas del mundo y tener un cierto conocimiento científico de él, pero, para Kant, es necesario dejar claro que ese conocimiento se limita a lo que el mundo es para nosotros, no lo que es con independencia de nosotros.