El «momento de gloria» aparece en el preciso instante en que acabo de hacer algo:
apago la tele, cierro el libro,
voy por el pasillo de un sitio (lo anterior) a otro (lo siguiente)…
Es decir, en la pausa.
Por qué es solo un instante?
Porque inmediatamente después me pongo a generar otro relato,
me enfoco en otra «acción», otra actividad,
aunque sea solo pensada.
Había ido a ver a su amigo enfermo y éste le dijo:
No necesito nada, precisamente lo único que tengo que hacer es descansar
y no hacer nada.
Todo un reto para mí.
Justo lo contrario de lo que te pasa a ti -añadió, con una sonrisa.
Ella pensó que había dado en el clavo.
Su reto era hacer las cosas con la misma actitud que cuando no hace nada,
con disfrute y contemplación,
sin prisa por acabar para volver a estar en la no-acción,
en la quietud y en la presencia.
Su reto era llevar la quietud y la presencia a la acción,
a las actividades ordinarias,
y a las extraordinarias también.
Después de todo, no hay nadie ni nada que la esté empujando ahí atrás.
Por qué empujarse ella misma?
Tomó nota:
Si lo que importa es el momento de gloria,
la experiencia de la plenitud,
la apertura, esa fascinación,
deja de construir acción y relatos
en el hacer
y en el no hacer.
Allá donde estés, la apertura,
la presencia.
http://reflexionesdeunaestudiantebudista.blogspot.com/2022/06/la-presencia.html