El asombro ante lo cotidiano.

El amigo dijo:
Entiendo la teoría.
Entiendo la importancia del amor
y cómo cambia la experiencia de la vida.
Pero a veces simplemente no está, como un grifo seco.
Por más que lo abras no brota el agua.
Y hasta el grifo mismo acaba secándose,
como si estuviera a punto de descomponerse en pedazos.
Y sientes que no puedes hacer nada por evitarlo.
La pregunta es:
Cómo enamorarme de lo que aparece en mi vida, con amor radiante, explosivo?
Cómo parar este relato de desinterés
y aburrimiento
por «este mundo»?

Ella pensó que quizás la pregunta estaba mal planteada.
Prueba de esta manera:

Cómo no apreciar este día fresco,
la lluvia suave a ratos,
el piar de las golondrinas y el silbido de los vencejos.
El trayecto por el puerto al mar en bicicleta,
la calle fácilmente transitable, sin muchedumbres de paso.
Tu sonrisa al hablarle a G, para compensar esa tensión que sientes.
La  victoria del amor.
Las nubes viajeras, grises
y blancas de luz al otro lado.
El sonido de la lluvia que de repente estalla, otra vez.
Los vencejos no se acobardan y continúan su vuelo.
El aire un poquito más fresco.
El olor de la tierra mojada.
Los estiramientos en la terraza, frente al mar,
cuidando este cuerpo, tan aliado, tan cómplice.
Cómo no agradecerle a este cuerpo su servicio,
a tu paso por esta vida.
Entrar en el mar bajo la lluvia fina,
desplazarte en la piscina, ligera, sin prisa.
Limpiar el cuerpo y la mente bajo una ducha cálida, abundante
y reparadora.

Cómo no darle gracias a la vida por este «no-dolor de muelas»,
por estas piernas para caminar montañas,
por estos ojos para ver atardeceres,
la salida y la puesta de la luna.
Por ese cuarto,
por esa cama desde donde se te regala la trayectoria de la luna en la noche,
desde la almohada, sin esfuerzo.
Por este olfato con el que hacer el amor con la lluvia y la tierra,
cuando se funden,
con el cuerpo invisible del romero y la mimosa
y las algas de mar.
El olfato para hacer el amor, para absorber
el cuerpo sutil de otros cuerpos.
El olfato es un órgano aún más poderoso que la piel
que te permite el contacto con el mundo.
La piel te permite el contacto superficial, la caricia,
el abrazo.
El olfato hace posible la fusión,
la integración,
tú en mí, yo en ti.
Ya sin barreras.

Prueba a contemplar lo que aparece de verdad,
como si fuera la primera vez
(que lo es, la única
e irrepetible),
desde el corazón,
con el asombro original.

Prueba.
Y a ver qué pasa.

http://reflexionesdeunaestudiantebudista.blogspot.com/2022/07/el-asombro-ante-lo-cotidiano.html

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