“Usted es innacido. Todo lo que observa es creado y desaparecerá. Yo no tenía conocimiento de mi eseidad. Lo Absoluto no tiene ningún lugar. Es innacido. He llegado a la conclusión: Yo soy innacido, era innacido y permaneceré innacido”.
– Nisargadatta Maharaj
El león que creía ser una oveja
Cuenta una leyenda hindú que un cachorro de león fue abandonado por su madre y acogido posteriormente por un rebaño de ovejas. El tiempo pasaba y el cachorro iba creciendo, sin abandonar nunca la compañía del rebaño. Tal era la situación, que el cachorro tenía la convicción de ser una oveja más. En realidad, ya era un león enorme, de aspecto fuerte y vigoroso, pero en su interior se mantenía la creencia de ser una oveja. Un día se acercó al rebaño un león adulto y hambriento. Este león se quedó extrañado al observar que no solo las ovejas huían despavoridas al notar su presencia, sino que también huía balando y brincando el león que se tomaba a sí mismo por una oveja. El león adulto y hambriento consiguió, no sin esfuerzo, dar alcance al león que se había criado con el rebaño, y le arrastró hacia un lago, en cuyas aguas pudo ver su rostro reflejado. Fue entonces, al verse reflejado en la superficie del lago, cuando de su interior surgió poderosamente la firme convicción de ser un auténtico león. La falsa creencia de ser una oveja se había disipado para siempre, y a partir de ese instante ya nada le haría dudar de su verdadera naturaleza.
La falsa auto-identificación
La falsa auto-identificación constituye todo el problema. Nos hemos tomado por un cuerpo, que es lo mismo que decir que consideramos que hemos nacido y, por tanto, que vamos a morir. A veces, como en la historia, alguien que conoce su verdadera naturaleza, que también es la tuya, se acerca, te muestra el camino a la Verdad y te dice que tú también eres Eso. A partir de ese momento ya nada volverá a ser como antes. Ya no serás quien creías ser. Puede resultar duro y doloroso que alguien te diga que tú no eres una persona, pero lo realmente duro y doloroso es que sigas creyendo que lo eres.
Nisargadatta es muy claro al respecto:
“Yo sólo le pido que deje usted de imaginar que usted ha nacido, que tiene padres, que tiene un cuerpo, que morirá y así sucesivamente”.
La creencia de haber nacido es un concepto que golpea fuerte. Hay que dar un primer paso para que se desmorone ese concepto sobre el que hemos construido una vida de problemas. Por eso es por lo que Nisargadatta recomienda romper ese hechizo con otro: “Identifiquese con el «yo soy» y no habrá ninguna muerte”. Se trata de cambiar la identificación con el cuerpo por la identificación con el “yo soy”. Considerarse a uno mismo como la yosoidad o consciencia, y morar ahí, es el primer y único paso para llegar a conocer nuestra verdadera naturaleza. El paso final se produce por si solo cuando a base de permanecer constantemente en el “yo soy”, esta “yosoidad” es trascendida. Entonces solo queda lo Absoluto.
Te convertiste en mortal en el mismo momento en el que aceptaste tu nacimiento como algo real. Es como una peligrosa flecha que te alcanza: si no te la quitas a tiempo, la muerte es inevitable. En tu entorno te han convencido de que tú has nacido, en cierto lugar y en cierta fecha, pero no debes aceptarlo ni un segundo más. Tienes dos opciones. Una es aceptar tu nacimiento y, consiguientemente, tu muerte. Nacimiento y muerte son dos caras de la misma moneda y, por tanto, inseparables. La otra opción es aceptar que tú eres no nacido, y permanecer en la sensación de ser o consciencia. Está claro que tú no eres esa consciencia porque es algo que puedes observar, y nada de lo que puedas observar eres tú. Pero tarde o temprano esta sensación de ser será trascendida. Entonces solo queda Lo Eterno. Tú eres Eso.
Todos nos hemos creído ovejas, todos hemos dado la espalda a nuestro principio eterno. Romper ese lazo con lo ilusorio, mantenido durante tanto tiempo, exige fe y compromiso. Pero ahora estás siendo llevado hacia el lago para que en sus aguas puedas ver reflejada tu Naturaleza Inmutable, sin nacimiento y sin muerte. Aún queda un último paso. Debes abrir los ojos para poder ver tu reflejo. De ti depende, abrir los ojos o seguir a ciegas: oveja o león, muerte o eternidad, falsedad o realidad. El rebaño no te mostrará el camino, está ocupado siendo rebaño. El mundo es mundo, y te sumerge en él constantemente. Pero con la llegada del león todo cambia. La falsa auto-identificación de cualquier león atrapado en la ignorancia de ser oveja, corre el riego de ser fulminada. La llegada de un Nisargadatta Maharaj, de un Ramana Maharshi, cambia todo el panorama. Muchos, no obstante, seguirán refugiándose en el rebaño, continuarán con su constante huir en la vida, dominados por un miedo que abrazaron desde el mismo momento en el que se creyeron criaturas que nacieron en un mundo. Un mundo que les da la espalda a menudo y en el que, vanamente, siguen albergando esperanzas de prosperidad. Pero los más intrépidos, los más raros, no dudarán en seguir el consejo de aquellos grandes sabios que desde tiempo inmemorial proclaman: “USTED ES INNACIDO”. A partir de entonces ya nada será igual. Ya no habrá huidas ni miedos. Cuando el consejo de los sabios es seguido con diligencia, uno encuentra que el estado que había millones de años antes de que el cuerpo naciese, sea cual fuese ese estado, está presente ahora y siempre. Ese estado siempre prevalece.
El estado anterior a la concepción del cuerpo
De manera recurrente e incisiva, como si del timbre de un despertador se tratase, Nisargadatta preguntaba a sus oyentes:
“¿Cuál era el estado que había unos días antes de que usted fuera concebido?”.
No había respuesta posible, la mente quedaba en evidencia ante este tipo de preguntas. Como cuando comparaba al jnani con el hijo de una mujer estéril. No es difícil imaginar la cara de aquellos que le escuchaban estas frases por vez primera. Es posible apreciar en los vídeos de sus satsangs la reacción de las gentes ante este tipo de afirmaciones: caras petrificadas, propias de intentar comprender con el intelecto lo que está más allá del mismo. Muchos escuchaban todavía desde la entidad cuerpo-mente, asistían a las charlas con el concepto persona grabado a fuego, a pesar de que se les recordaba que no se trataba de una charla de una persona a otras personas, sino que la consciencia hablaba a la misma consciencia. Pero incluso esta consciencia es un fraude. Lo Absoluto no necesita de ninguna charla, de ninguna acción de ningún tipo. Es completo. Pero la consciencia, en cambio, quiere continuar en un cuerpo, quiere seguir tanto como sea posible. Eso es el amor de ser, el amor de la existencia. El que se conoce a sí mismo como lo Absoluto, en cambio, no rogará por un minuto más de vida cuando la muerte del cuerpo esté cerca. Sabe que solo lo Absoluto es, lo demás es puro entretenimiento ilusorio. Para alguien así, no hay ninguna necesidad de nada. Recuerda que tú eres no nacido. Esa es la gran noticia. Ese es el gran mensaje.