La leyenda maya del ajolote ha sido transmitida de generación en generación. Ahora mismo se evoca más que nunca este hermoso legado antropológico por una razón muy concreta. El ajolote, endémico del lago de Xochimilco, en México, está en peligro de extinción.
Factores, como la pérdida de su hábitat natural a causa de la aparición de nuevas especies invasoras, así como la sobreexplotación del hombre y la contaminación explican dicha amenaza. Y sería, sin duda, una auténtica lástima que el ajolote mexicano, axolotl o Ambystoma mexicanum dejara de existir en nuestro siempre amenazado ecosistema natural.
Por ello, es interesante evocar esas historias en las que el reino animal se entremezcla con lo cultural, porque el patrimonio de un país y hasta de un planeta, también lo conforman sus pequeños seres vivos. Este, en particular, encierra una simbología y una apariencia de lo más especial: son delicados anfibios con forma de renacuajos y llamativas melenas.
Los ajolotes necesitan entornos acuáticos con aguas muy limpias, tranquilas y donde no exista tampoco contaminación acústica. El sonido de las grandes ciudades y del tráfico les estresa.
La leyenda maya del ajolote, el anfibio frágil que eligió del rayo y la muerte
Cuenta la leyenda maya del ajolote que en el amanecer de nuestros tiempos, los dioses se reunieron en la mítica Teotihuacan para crear el universo. Ahora bien, este acto primigenio y esplendoroso tenía un coste: el precio eran sus vidas.
Dice la historia y las voces populares que muchas deidades lo hicieron, se lanzaron al fuego sin pensarlo, como Huitzilopochtli o Tezcatlipoca. Sin embargo, hubo uno en concreto que se opuso a ese acto salvaje.
Xólotl, dios del fuego, de la muerte, del Sol y también hermano gemelo de Quetzalcóatl, no quería morir. Pero su inmolación era más que necesaria para que la luz llegara al universo. Era una deidad poderosa, y solo su cuerpo consumiéndose entre las llamas encendería la luz en el universo y el movimiento en los astros.
Sin embargo, Xólotl huyó sin rumbo y a la desesperada. Tomó la forma de muchos animales, como la de un perro, e incluso logró encargarse en una planta de maíz. Sin embargo, la más llamativa de sus transformaciones fue la de un ajolote. Eligió el cuerpo de este animal porque vivía en el agua, era hermoso y también pequeño. Esperó pasar desapercibido…
Sin embargo, el dios del viento, siempre lograba descubrirlo.
La captura y el final del dios Xólotl
Era igual que el todopoderoso dios Xólotl se escondiera en el cuerpo de un singular anfibio. Tampoco tenía importancia que estuviera en el fondo de un río, entre el limo, las piedras y demás criaturas acuáticas. El dios del viento era hábil y sagaz, así que no tardó en descubrirlo también. Esa fue la última transformación del dios del fuego y del rayo.
Poco después de su captura, se le llevó de regreso a Teotihuacan para finalizar el ritual. Se dice que con las primeras gotas de su sangre, todo nuestro universo empezó a iluminarse. También que apareció el quinto sol Mexica y el inicio de una nueva era que, según las leyendas, es en la que vivimos ahora. Ahora bien, según la perspectiva nahua, desaparecerá con la llegada de los temblores.
Asimismo, algunas fuentes señalan que el dios Xólotl no fue sacrificado. Se aprovechó parte de su sangre y después, se le castigó transformándolo para siempre en un ajolote por su acto cobarde.
A pesar de que el dios azteca eligiera el cuerpo de un anfibio, lo cierto es que el ajolote es una criatura muy sensible. Los ajolotes fallecen con la más mínima contaminación del agua.
El ajolote, una criatura muy especial
Al ajalote se le llama también axolotl que significa ‘monstruo de agua’ en náhuatl. A pesar de ser originario de México, fue en 1864 cuando estos anfibios se llevaron por primera vez a Europa. Desde entonces fueron criados en cautividad, adquiriendo ese cálido tono blanco o rosado. Sin embargo, los ajolotes originarios de México son marrones y cada vez existen menos ejemplares.
La leyenda maya del ajolote dice también que si este animal es tan extraordinario es porque el dios Xólotl sigue en él. Su singularidad, esa rareza que fascina a naturalistas y científicos, reside en su poder de regeneración. Esta criatura es capaz de regenerar sus extremidades en caso de que un depredador lo ataque. También puede hacer lo mismo con su corazón, su médula espinal y sus partes de su cerebro.
La Universidad de Monash, en Melbourne, explicó la razón de esta particularidad extraordinaria en un estudio. La propia respuesta inflamatoria tras la lesión produce la eliminación de los patógenos y el tejido muerto. Después, se activan unos patrones moleculares que inician una progresiva regeneración de la parte u órgano afectado. Asombroso, no hay duda.
Como curiosidad, cabe señalar que el genoma del ajolote es hasta 10 veces más largo que el del ser humano. También se sabe que a veces, al nacer, tienen tanta hambre que llegan a devorar las extremidades de sus hermanos. Pero no pasa nada, porque como ya sabemos, pueden regenerar cualquier parte de su cuerpo.
Vistas estas singulares características, tal vez sí tengan en su ADN el legado de un dios maya…
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