En las profundidades del océano se encuentra un “gigante dormido” con potencial para erradicar la vida marina. No se trata de un ser monstruoso, como los ilustrados en la literatura de H. P. Lovecraft, sino de un fenómeno natural: la deriva continental. Gracias a la posición de los continentes, los océanos se abastecen del oxígeno que sustenta la vida marina. Sin embargo, su deriva tiene potencial para aniquilar a los seres de las profundidades.
A comienzos del siglo XX, el geólogo alemán Alfred Wegener presentó la teoría de la deriva continental en la obra “El origen de los continentes y océanos”. Wegener consideraba que todos los continentes de la Tierra, hoy separados por los océanos, alguna vez conformaron una sola masa terrestre llamada Pangea.
La tierra de este supercontinente empezó a fragmentarse a medida que las placas se movían. Es a este movimiento que denominó deriva continental. Andy Ridgwell, coautor en un nuevo estudio publicado en la revista Nature, advierte la sensibilidad de este fenómeno natural. “La deriva continental parece extremadamente lenta, como si nada catastrófico pudiera surgir de ella. Pero, incluso un evento aparentemente insignificante podría resultar en la muerte generalizada de la vida marina”.
¿Cómo es que la deriva continental afecta tan severamente a la vida marina?
En la superficie del océano, el agua se hace más fría y densa a medida que se aproxima a los polos. Después se hunde arrastrando el abundante oxígeno de la superficie hasta el fondo oceánico. Posteriormente, un flujo de retorno devuelve a la superficie los nutrientes liberados por la materia orgánica hundida. Y estos nutrientes promueven el crecimiento del plancton.
En un comunicado, los científicos explican que, tanto el suministro de oxígeno a las profundidades como la materia orgánica producida en la superficie, sustentan una increíble diversidad de peces y otros seres marinos. En el estudio, los investigadores buscaban determinar si la ubicación de las placas continentales afecta la forma en que el océano mueve el oxígeno. Sorpresivamente, encontraron que así es.
“Poco después que la vida animal surgiera en el océano, hace muchos millones de años, toda la circulación global oceánica parecía detenerse periódicamente”, dice Ridgwell. “No esperábamos descubrir que el movimiento de los continentes tuviera capacidad para hacer que las aguas superficiales y el oxígeno dejen de hundirse. Y, probablemente, afectar drásticamente la forma en que la vida evolucionó en la Tierra”.
“Anteriormente, los científicos suponían que las variaciones en los niveles de oxígeno del océano se producían por fluctuaciones semejantes en la atmósfera”, dice Alexandre Pohl, autor principal del estudio. Sin embargo, la investigación revela que cuando el agua deja de circular se produce una diferencia acentuada entre los niveles de oxígeno en las profundidades superiores e inferiores.
Un océano sin oxígeno.
Esta diferencia significó que, todo en el fondo del mar con excepción de las regiones superficiales próximas a la costa, perdieran completamente el suministro de oxígeno durante decenas de millones de años. Un corte que finalizó hasta hace unos 440 millones de años. Desafortunadamente, esta investigación no pudo estimar si la Tierra volverá a pasar por un evento de esta magnitud en el futuro. Principalmente, porque resulta difícil identificar los factores que desencadenan este colapso.
Por otro lado, en los modelos climáticos vigentes se confirma que el calentamiento global debilitará la circulación oceánica. Además, algunos modelos ya predicen el colapso prematuro del ramal de circulación que inicia en el Atlántico Norte.
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