Neurotransmisores: que son y como influyen en la felicidad

Nuestros diversos estados emocionales guardan estrecha relación con el flujo de neurotransmisores en el organismo. ¿Cómo se crean y se eliminan esas sustancias?

En emociones tan dispares como las que se producen al enamoramos o deprimirnos participan los neurotransmisores, unas sustancias químicas que actúan como mensajeras entre las neuronas y de cuyo equilibrio depende no solo que estemos sanos sino que nos sintamos bien.

El cerebro despliega una multitud de sustancias bioquímicas a fin de llevar a cabo sus múltiples tareas cognitivas. Bajo su influjo nos sentimos felices, serenos, atentos, relajados, dinámicos o motivados. Y en momentos cruciales, como un parto o cualquier emergencia vital, ayudan a afrontar el dolor y reaccionar con viveza.

Las que contribuyen a orquestar todos nuestros pensamientos, sensaciones y movimientos son los neurotransmisores, “sustancias como la serotonina o la noradrenalina con implicación directa en los síndromes depresivos, y sustancias como las endorfinas, relacionadas con la regulación del placer y el dolor, entre los más de 50 descubiertos hasta ahora“, subraya la Dra. Isabel Güell, médica especialista en neurología y autora del libro El cerebro al descubierto.

Qué son los neurotransmisores y qué función tienen

El cerebro es un órgano compuesto por unos cien mil millones de neuronas que se comunican entre sí, lo que le permite recibir y procesar la información, hacer ajustes y dar instrucciones a diversas partes del cuerpo.

Las neuronas son largas células con múltiples filamentos (dentritas y axonas) que les permiten crear uniones por las que circulan estímulos nerviosos.

Sin embargo, la unión entre las neuronas no es rígida, pues entre los axones y dentritas existe una separación diminuta llamada espacio sináptico.

Para que un estímulo eléctrico pueda cruzarlo y transmitirse a la neurona siguiente es preciso que se liberen sustancias conductoras, los neurotransmisores. Así, se produce la denominada sinapsis química.

Se trata de una manera de enviarse mensajes algo más lenta que la sencilla comunicación eléctrica de algunos animales, pero muy superior en cuanto a posibilidades“, aclara la Dra. Güell, que también dirige la Unidad de Memoria de Neurodex y colabora con el centro médico Teknon.

Dichos estímulos originan movimientos, despiertan recuerdos, permiten escuchar un concierto, hacen que nos sintamos eufóricos junto a alguien, etc. En efecto, todo parece indicar que en ese espacio vacío entre las neuronas se encierran gran parte de los secretos que explican procesos tan determinantes como la capacidad de aprendizaje y la memoria.

Si exploramos en el interior de las conexiones (sinapsis) de las células nerviosas y las sustancias químicas capaces de establecer puentes entre ellas, estaremos más cerca de entender qué sucede en estados de ánimo tan dispares como el enamoramiento o la depresión.

Quizá también será posible descubrir las bases sobre las que se asientan muchos de los tratamientos para combatir las enfermedades del sistema nervioso.

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Tipos de los neurotransmisores

Estos son algunos de los neurotransmisores más importantes:

  • Acetilcolina. Es responsable de gran parte de la estimulación de los músculos, incluyendo los del sistema gastrointestinal. Se encuentra asimismo en neuronas sensoriales y en el sistema nervioso autónomo, y participa en la programación del sueño REM.
  • Norepinefrina. Antes llamada noradrenalina, se asocia con la puesta en alerta máxima del sistema nervioso. Eleva la tasa cardiaca y la presión sanguínea. Las glándulas adrenales la liberan en la sangre. El estrés mengua sus reservas, mientras que el ejercicio las eleva. Las anfetaminas liberan norepinefrina.
  • Dopamina. Se relaciona con los mecanismos cerebrales de recompensa. Cuando este sistema está afectado provoca ausencia de placer y falta de motivación. La cocaína, el opio, el alcohol y la nicotina promueven su liberación. La esquizofrenia se caracteriza por cantidades excesivas de dopamina, que se controlan con fármacos.
  • Serotonina. Llamada “hormona del placer”, por sus efectos estimulantes del humor y porque produce cierta calma, su carencia conduce a desórdenes nerviosos y compulsiones (como la de consumir dulces o chocolate) y problemas con el sueño. Fármacos como el prozac o drogas como el éxtasis elevan sus niveles.
  • Gaba. Al moderar los neurotransmisores excitantes su déficit favorece los trastornos de ansiedad. El valium aumenta sus efectos y pertenece a unafamilia de moléculas, las benzodiazepinas, con efecto inductor del sueño, relajante muscular y ansiolítico, que también existen en el cerebro.
  • Glutamato. Un neurotransmisor muy común en el sistema nervioso central, crucial en relación con la memoria. Su exceso es tóxico para las neuronas.
  • Endorfinas. Este término es la abreviatura de «morfina endógena ». Las endorfinas presentan una estructura y funciones semejantes a los opiáceos (opio, morfina, heroína): reducción del dolor y aumento del placer. El cuerpo los genera en el parto. También son los neurotransmisores que ayudan a algunos animales a hibernar, pues enlentecen el ritmo cardiaco, la respiración y el metabolismo en general.

Un equilibrio necesario

El cuerpo puede verse como un gran laboratorio cuyas células producen sustancias químicas y en el que cada una de ellas sabe y cumple su función a la perfección.

O al menos así sucede… hasta que algo falla. “En la enfermedad de Parhinson, por ejemplo, fallan las neuronas que producen dopamina, mientras que en el Alzheimer hay un déficit de producción de acetilcolina“, puntualiza la Dra. Güell.

Existe pues una clara relación entre el estado corporal y el equilibrio de los neurotransmisores. Un equilibrio asombroso si tenemos en cuenta el estilo de vida actual, marcado por el estrés.

Como puntualiza el médico Albert Figueras, “el cerebro debe hacer frente a situaciones adversas de estrés, ingeniárselas para vivir en sociedad y pensar en el futuro, y todo ello persiguiendo el placer e intentando esquivar el dolor“.

En esta misión casi imposible los neurotransmisores son fundamentales, hasta el punto de que la falta de unos o el exceso de otros puede desencadenar desde euforia a depresión, ansiedad, rabia, placer…

Pero, además de este necesario equilibrio, hay que tener en cuenta que cada cerebro es único. “Nuestras reacciones son en parte el resultado de mecanismos de supervivencia y comportamientos heredados, pero cada uno responde de acuerdo a su experiencia previa“, comenta la Dra. Güell.

Esto explicaría que si bien delante de una situación las neuronas liberan neurotransmisores, se den respuestas distintas ante estímulos similares. Pero que la experiencia pasada influya también es una ventaja, pues si un acontecimiento pasado resultó negativo y generó ansiedad, por ejemplo hablar en público, “podemos intentar tomar medidas para mejorar en otra ocasión“, comenta Figueras.

7 Claves para equilibrar los neurotransmisores

  • Optimismo. Ante el desánimo, los especialistas abogan por recuperar los aspectos optimistas del pensamiento y de las emociones. Tener ilusiones, recordar los buenos momentos, admirar la belleza de la vida… son actitudes que ponen en marcha procesos bioquímicos relacionados con el bienestar.
  • Ejercicio global. Con la edad, disminuye la producción de neurotransmisores y el cerebro envejece, pero se puede intentar que envejezca bien cuidando la alimentación, realizando una actividad física regular y ejercicio mental.
  • Meditación. Esta práctica regula las ondas cerebrales, estimula zonas del cerebro asociadas a emociones más positivas y mejora las defensas. Así lo confirman diversos neurocientíficos que estudiaron el cerebro de diversos lamas tibetanos mientras meditaban.
  • Música. Es una experiencia sensorial que influye como ninguna otra en el estado de ánimo. En un estudio con enfermos sometidos a litotricia (técnica que utiliza ondas de choque para romper las piedras del riñón y que puede resultar dolorosa), se vio que quienes escuchaban su música favorita necesitaron menos analgésicos.
  • Baños de sol. La falta de horas de luz propia del otoño y el invierno, más extrema cuanto más lejos se vive del Ecuador, favorece un estado de ánimo bajo. En su tratamiento se utiliza la fototerapia, técnica que consiste en exponerse cada día a la acción de una luz que simula la luminosidad de un día soleado y aumenta la producción de serotonina. Los baños de luz natural son, cómo no, tan o más beneficiosos.
  • Contacto corporal. La piel puede desencadenar la liberación de sustancias que actúan sobre los neurotransmisores implicados en las emociones y pueden aumentar el bienestar. Un abrazo o una caricia influyen de esta manera en labioquímica celular.
  • Risa. Diversos estudios han demostrado que sonreír y reír produce efectos muy beneficiosos sobre la salud, tanto a nivel físico como emocional. Cuando nuestros labios esbozan una sonrisa, se emite una información hacia el cerebro que hace que segregue endorfinas.

Alimentación y neurotransmisores

Mientras unos neurotransmisores, como las endorfinas, los elaboran las neuronas según las instrucciones genéticas contenidas en el ADN de su núcleo, otros, como la serotonina, se sintetizan en el interior de las neuronas a partir de componentes procedentes de los alimentos.

Como la mayoría son moléculas proteicas y las proteínas están constituidas por aminoácidos, los neurotransmisores se sintetizan a partir de los que proporciona la dieta.

La serotonina, por ejemplo, se genera a partir del triptófano, común en el arroz y la leche (lo que explicaría por qué tomar un vaso de leche antes de dormir puede facilitar el sueño), los frutos secos, o el plátano. No obstante, para que estos alimentos elevaran los niveles de serotonina habría que tomarlos en grandes cantidades.

Otro tanto sucede con la noradrenalina y la dopamina, cuyos principales elementos nutritivos son los aminoácidos tirosina y fenilalanina, presentes en legumbres y cereales. O la acetilcolina, que necesita de la fosfaditilcolina de los alimentos para que el cuerpo la sintetice, y que abunda en la lecitina, como la que aportan la soja, la yema de huevo, el germen de trigo, el cacahuete y los cereales integrales.

Esto, sin embargo, no significa que se requiera un aporte extra, pues no existen estudios concluyentes sobre los efectos que los suplementos de neurotransmisores podrían tener en el organismo, aparte de que podrían disminuir la producción interna y causar el efecto contrario.

Incluso en el caso de la famosa melatonina, cuya venta libre no está autorizada en nuestro país, la Dra. Güell es tajante: “Teniendo en cuenta que ya la produce el organismo y que faltan estudios científicos sobre su efectividad y sus posibles efectos adversos a largo plazo, no se aconseja tomarla como suplemento externo“.

De ahí que, hasta la fecha, la mejor manera de obtener la combinación adecuada de precursores de neurotransmisores, junto con otros nutrientes que se convierten en sustancias químicas cerebrales, sea extraerla de una alimentación sana y equilibrada.

Conclusiones

La ciencia demuestra que la actitud positiva ayuda a tener mejor salud y que los estados de ánimo están vinculados a nivel químico con el delicado equilibrio de estas sustancias. Un equilibrio que, recuerda la Dra. Güell, “en ocasiones se rompe bruscamente, como ocurre en las crisis de pánico, uno de los distintos tipos de trastornos de ansiedad y un claro ejemplo de lo que nos puede ocurrir si no somos capaces de comprender las emociones“.

Probablemente los neurotransmisores no son la causa principal de que una persona se enamore, reaccione con ira o se deprima, pero es evidente que a través de ellos se puede incidir sobre dichos estados y que todo lo que aprendamos para regular ese equilibrio nos ayuda a vivir mejor.

Ecoportal.net

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