El declive en el nivel de los estudiantes es algo que se ha venido observando con gran preocupación en los últimos años. Particularmente esto es algo que han visto los maestros de universidades y preparatorias, que tienen la posición privilegiada de comparar distintas generaciones a lo largo de su trayectoria.
A una larga lista de educadores que han hablado sobre esto se une la voz de Jeremy Adams, quien imparte clases en la Preparatoria de Bakersfield y en la Universidad Estatal de California. Adams es autor de un nuevo libro: Hollowed Out: A Warning About America’s Next Generation, en el que suena la alarma a propósito del declive cognitivo y el inquietante estado mental en el que están sumidos los jóvenes.
Adams observa que cuando en clases se habla de personajes públicos importantes, actuales o del pasado, los estudiantes cada vez saben menos de quiénes se trata, pero cuando se habla de celebridades de reality shows la cosa cambia. A estos jóvenes el profesor los llama «hollowed out«, lo cual podría traducirse como «vaciados», esto es, vaciados del contenido cultural y de los valores morales que eran comunes a las generaciones anteriores.
Adams se anticipa al argumento de que esto no es algo grave, pues el mundo cambia y los jóvenes tienen nuevas formas de conocimiento y existen buenas razones por las cuales los viejos valores morales, algunos de ellos asociados a la religión, han perdido injerencia.
Al respecto, Adams cita cifras contundentes que muestran que existe un correlato entre la salud mental y los señalamientos que realiza.
La depresión en adolescentes en Estados Unidos subió un 63% de 2007 a 2017 y el suicido creció un 56%. Una tendencia al alza que se mantiene, sobre todo a partir de la pandemia. Las razones por las que existe este colapso de la salud mental son las que uno podía esperar. Fundamentalmente, la hiperconectividad y, como resultado de ella, una falta de conexiones íntimas, especialmente una pérdida de tiempo de calidad con las familias o con personas emocionalmente cercanas.
Adams señala que los adolescentes actualmente prefieren actividades que los suelen aislar. Pasan los viernes por la noche viendo series de Netflix o jugando videojuegos. Este tipo de preferencias también les va quitando ciertas habilidades para relacionarse. Por ejemplo, en 2012 el 49% de los adolescentes decían que preferían hablar en persona con alguien, mientras que en 2018 este porcentaje pasó al 32%.
Por otro lado, el uso excesivo de los dispositivos tecnológicos también tiene efectos negativos en la capacidad de atención, al grado de que algunos sugieren que un pez globo tiene mejor tiempo de atención (attention span) que un joven con un iPhone.
Aunque las ideas de Adams pueden parecer conservadoras y alarmistas, el autor señala que en pocos años veremos los resultados de esto, pues en este escenario de ignorancia tan extendida, la generación Z no está preparada para el futuro.
A ello se agrega el hecho de que los jóvenes tienen también cada vez menos interés en participar activamente en el servicio público o en otro tipo de actividades relacionadas con el bien de la comunidad en la que habitan.
Todo lo cual plantea un escenario poco alentador para los años por venir.
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