Si no te gusta lo que recibes, presta atención a lo que das

Si no te gusta lo que recibes, presta atención a lo que das

Al final, sólo se tiene lo que se ha dado”, escribió Isabel Allende. Lo que puede parecer un koan indescifrable, en realidad no es más que la expresión de la sabiduría popular: recoges lo que siembras. Por tanto, si estás en un punto de la vida en el que no te gusta lo que recibes, quizá sea el momento de prestar más atención a lo que estás proyectando al mundo.

Todo empieza contigo

La sociedad nos ha enseñado a valorar nuestras experiencias por lo que obtenemos de ellas, lo que nos empuja a enfocarnos solo en los resultados. Por tanto, no es extraño que siempre nos preguntemos: ¿Recibí el reconocimiento que merecía? ¿Me están valorando en su justa medida?

Pero, qué pasaría si le diésemos la vuelta a esas preguntas y, en lugar de cuestionarnos qué estamos recibiendo, pensamos en lo que estamos dando.

Es probable que muchas de las insatisfacciones que experimentas sean el eco de lo que ofreces – o dejas de ofrecer – a los demás y al mundo en sentido general. Por ejemplo, si crees que no recibes apoyo en los momentos difíciles, ¿has pensado si ayudas lo suficiente a quienes lo necesitan? Si percibes una distancia emocional en tus relaciones, ¿te has parado a reflexionar sobre los sentimientos que compartes?

A menudo nos centramos demasiado en lo que creemos merecer, pero rara vez reflexionamos sobre lo que estamos aportando. De hecho, una de las principales creencias irracionales que apuntó Albert Ellis consiste en pensar que los demás deben amarnos, aceptarnos y facilitarnos la vida.

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Muchas veces, nos enfocamos tanto en nuestras expectativas y necesidades que perdemos de vista las expectativas y necesidades de los demás. Cambiar la perspectiva y volver la vista fuera no solo transformará positivamente tus relaciones, también te ayudará a encontrar un sentido más profundo en todo lo que haces.

El efecto espejo: lo que das, regresa

La vida, al igual que un espejo, refleja lo que proyectamos. Si sientes que tus interacciones son frías o percibes ciertas carencias, tal vez sea momento de preguntarte: ¿estoy expresando lo que quiero recibir a cambio?

Jean-Paul Sartre afirmaba que somos responsables de dar significado a nuestra existencia. Lo que damos al mundo no solo determina cómo nos ven los demás, sino también cómo construimos nuestra propia identidad. Es imposible transmitir confianza, empatía o amor si dentro te sientes inseguro, vacío o insatisfecho.

Si proyectamos egoísmo, resentimiento, frialdad emocional, desidia o falta de responsabilidad, nos encerraremos en un círculo vicioso porque quienes nos rodean responderán consecuentemente a esas emociones, lo que acabará dañando la relación.

Todo lo que proyectamos, desde nuestras palabras hasta nuestras acciones e incluso nuestros pensamientos tiene un impacto. Piensa en ello como en un espejo: si das amor, empatía y comprensión, cultivarás esas cualidades en quienes te rodean y es más probable que recibas esos sentimientos de vuelta.

Por ejemplo, en lugar de pedir atención, da tiempo de calidad. En lugar de buscar validación, ofrécela sinceramente. Por supuesto, no se trata de forzar una actitud positiva todo el tiempo o de estar siempre disponible, sino de ser más consciente de tus acciones, su impacto en quienes te rodean y la energía que generas.

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Si te cuesta dar lo mejor de ti, ¿cómo esperas que los demás te den lo mejor de sí mismos? Cuando comienzas a ver el mundo a través de ese prisma, es más probable que tu entorno comience a responder de manera más alineada con lo que realmente necesitas.

De hecho, recuerda que todos tenemos la tendencia inconsciente a imitar las emociones de los demás. El mimetismo emocional es lo que nos permite ponernos en el lugar del otro o, al contrario, distanciarnos para no dejarnos contagiar por sus estados afectivos. La capacidad para captar, identificar y sintonizar con los sentimientos de los demás es un poderoso pegamento social, pero también puede convertirse en un boomerang si proyectas continuamente emociones negativas.

No es magia ni una especie de “karma instantáneo”, es simplemente la realidad de las relaciones humanas: lo que aportas al mundo crea un efecto dominó que volverá a ti de alguna manera. Por eso, si no te gusta lo que recibes, revisa lo que estás dando. Como dijera Mahatma Gandhi “sé el cambio que quieres ver en el mundo”.

Referencias Bibliográficas:

Fischer, A. & Hess, U. (2017) Mimicking emotions. Current Opinion in Psychology; 17: 151-155.

Fischer, A. et. Al. (2012) Emotional mimicry in social context: the case of disgust and pride. Front. Psychol.; 3: 10.3389.

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