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“Y como nos resistimos al cambio, pretendemos que todos y todo lo hagan por nosotros. Queremos que cambien nuestra pareja, nuestros padres, nuestros hijos, el gobierno, la situación económica, el clima, que nos cambien de jefe y se mude el ruidoso vecino de arriba. Estamos seguros de que si todos y todo cambiara, no tendríamos problemas y viviríamos felices para siempre. Es simplemente imposible (…) La “puerta” del cambio SOLO PUEDE ABRIRSE POR DENTRO”
Ana Novo
(Reflexión de la autora Ana Novo sobre la resistencia personal y social a los cambios, y las oportunidades que encierran las crisis)
No nos gusta nada el cambio. Algo diferente nos asusta. Una nueva relación, un nuevo trabajo o reto, una ruta que no es la de siempre, el cambio de casa, de estado civil, de barrio…, generalmente nos cuesta y aún cuando sabemos que es necesario o que nos irá mucho mejor que en la situación actual, nos acobarda enfrentarlo y lo vamos posponiendo, escondiendo la cabeza cual avestruz. Y en el caso de que nos venga dado, como ocurre con una enfermedad, separación, despido, desahucio o pérdida, nos aferramos a la negación, queja o culpa y la ansiedad, temor o depresión que sentimos nos inmoviliza.
Si hay algo seguro en esta vida es el cambio. La base misma de todo el mundo material, incluido el ser humano, es energía en constante movimiento y transformación, aunque la apariencia externa sea de quietud.
Y como nos resistimos al cambio, pretendemos que todos y todo lo hagan por nosotros. Queremos que cambien nuestra pareja, nuestros padres, nuestros hijos, el gobierno, la situación económica, el clima, que nos cambien de jefe y se mude el ruidoso vecino de arriba. Estamos seguros de que si todos y todo cambiara, no tendríamos problemas y viviríamos felices para siempre.
Es simplemente imposible. Nadie puede convencer ni forzar a otro para que cambie. Podrá pretenderlo y amenazarlo o castigarlo para que haga o deje de hacer algo, pero ello no conlleva el cambio de la persona: en cuanto desaparezca el peligro o la amenaza, será como es, o peor. (Véase como ejemplo el sistema penitenciario o cualquier régimen dictatorial).
La “puerta” del cambio solo puede abrirse por dentro. Por eso nunca podrán cambiarse definitivamente comportamientos, que son efectos, si no los ha precedido un cambio de creencias y paradigmas, las verdaderas causas. Por muchas promesas o fuerza de voluntad que se le ponga.
La actual crisis socio-económica que estamos viviendo sirve de ejemplo al respecto. Cambio, mutación, momento decisivo son términos para definir la palabra, y no solamente para referirse a una situación complicada o dificultosa. Por eso, hablar de crisis, en principio, no tiene por que tener un cariz negativo, siempre que se tome conciencia de que se está ante un momento de cambio, de transformación personal, familiar, cultural, laboral, económica, política o social; se acepte como punto de partida y, antes de mover ficha, se haga una profunda reflexión sobre las causas que han llevado a dicha situación.
Si las creencias, el modelo mental que conforma la escala de valores, sentimientos y comportamientos sigue siendo el mismo, y por tanto el filtro de percepción tampoco cambia, hagamos lo que hagamos, los resultados serán idénticos.
Y seremos unos locos si pretendemos lo contrario, pues, como bien definió Einstein, locura es pretender resultados diferentes haciendo (yo diría mejor pensando), siempre lo mismo.
Todo cambio es una oportunidad de volver a empezar. Aprender del pasado y adoptar un nuevo paradigma en el que las creencias se correspondan con nuestra grandeza, libertad de elección, poder creativo y apoyo amigable de las fuerzas universales. Abrir el pomo y atravesar esa “puerta” al cambio con confianza, ilusión y entrega, hacia la totalidad de las posibilidades.
Ana Novo
Autora del libro “Elige tu vida, ¡ahora!
www.tunuevaoportunidadahora.com
www.tunuevaoportunidadahora.com
http://preparemonosparaelcambio.blogspot.com/2012/01/la-puerta-del-cambio.html
me gusto este articulo….. me encanta la gente que escribe con sentido comun… pura coherencia intelectual, y una gran claridad mental.-
profesor J
No debemos cambiar a los demás, aunque esto parezca una contradicción. No, no lo es en absoluto, ya que esos «demás» deben encontrar su propio camino.
A veces debemos dejarles marchar, equivocarse, lamentarse, enfermarse, darse de bruces contra el suelo. Debemos hacerlo, porque lo que debemos hacer es estar ahí para recogerles, atenderles, aclararles, informarles, abrazarles y contrastar nuestras vidas. Sólo así es posible que ese a quien supuestamente debemos «cambiar» se acerque a nosotros y ambos nos modifiquemos juntos, creciendo juntos, riendo juntos, compartiendo juntos.
Sólo debemos estar atentos a nosotros y a todo lo que debemos abrir de nosotros, a todo lo que debemos dejar marchar fuera y de dentro de nosotros. Sin dolor, sin rabia, sin angustia, sin incógnitas, sabiendo que esos «otros» van a volver, porque si eres un ser cristalino, ese otro ser siempre tornará a ti. Es la ley de la Atracción del Amor más Puro.
Debemos pues dejar que los demás decidan, podemos aconsejar, pero nada más. No debemos cambiar en absolut a los «otros». Sólo debemos cambiar las cosas que no estén bien de nosotros: el egoísmo, la posesión, la férrea y autoritaria disciplina que sólo es un cajón, un molde, una muleta que anula las alas de nuestro Yo Inerior más Cristaino: nuestro Yo Superior.
Nuestro Yo Superor sabe perfectamente quién es. Nuestro Yo superior sabe que es Él mismo, que es la misma esencia de nuestro Espíritu, y nuesro Espíritu es esa masa crítica llamada Creador.
Asimismo debemos actuar con nosotros mismos: debemos ir hasta que nos tropecemos, pero eso sí, advirtiéndonos, previamente, que antes ha habido algo que nos ha prevenido y que no hemos hecho caso: nuestro Yo Intuitivo. Debemos gritar y pelearnos, eso sí, sin olvidar antes que, nuestro Yo empático pedía que no lo hiciéramos porque íbamos a causar el caos en nuestro interior, y en el yo del ajeno. Debemos lamentarnos y llorar y pedir y suplicar y preguntar por qué nos pasan las peores cosas, sabiendo que, antes no hemos hecho caso a nuestro Yo Cósmico o Suprahumano, que nos había advertido de que todo está ahí para poder disfrutarlo, pero que debiamos llamarlo en otra forma para que acudiese hasta nosotros.
Dedicado a tod@s, pero especialmente a Unomás, porque tenemos multitudes de Yoes, todos nos integran y nos conforman. Lee esto que nace de lo más profundo de mi interior sin mayor ni otro particular motivo que con el que ha sido escrito. Un abrazo