¿A DONDE VAN LOS QUE ASCIENDEN?
SINCERAMENTE, ESPERO QUE vayan a una linea temporal llamada por muchos Nueva Era de paz y armonía. Al Taripay Pacha de los Incas, o tiempo del encuentro de nuestra naturaleza divina. Al Satya Yuga de los hindúes, o Edad de Oro. A los mil años de paz prometidos en la Biblia. Al Quinto Sol de los Mayas, o Sexto de los Aztecas. Al Quinto Mundo de los Hopi. A la Edad de Acuario. A un sendero del soñar basado en la espiritualidad y no el materialismo, según lo describen los aborígenes australianos. A la quinta dimensión. Muchos son los nombres utilizados para referirse a esta nueva linea temporal.
¿Y LOS QUE SE QUEDAN?
¿HAS SOÑADO NUNCA que caías por un precipicio para, justo antes del impacto final despertarte? ¿Y no te despertaste con la sensación de que habías sufrido una pesadilla? Pues bien, esa es una experiencia de descenso, de un nivel más sutil, como el astral, a uno más denso, como el material. La misma está vinculada ya no al desdoblamiento del cuerpo sutil, para alzar el vuelo en medio del gozo, sino a su reincorporación al cuerpo físico, después de estar divagando por los planos astrales. Y en vez de gozo, suele causar mareo y pérdida de orientación.
¿Recuerdas cómo comentábamos que las almas del tercer grupo, aquéllas que expandieron su consciencia en pleno sueño, necesitaban un lugar alto, un precipicio desde el que saltar para alzar el vuelo? Ese es pues el mismo precipicio por el que a mi entender descenderán las almas que no hayan logrado expandir su conciencia. Descenderán cayendo a un nivel vibratorio aun más denso y ese descenso, en vez de gozo, será vivido como una pesadilla.
La Madre Tierra y el Padre Cielo, en su eterna sabiduría, nos han provisto de tal precipicio. Lo tenemos justo en frente, bajo la forma de colapso del sistema que nos rodea. De manera que aquellos que hayan logrado expandir su conciencia, pero aun no se hayan puesto a volar, cuando lo contemplen, verán en él una oportunidad de saltar y alzar el vuelo. Mientras que aquellos que sigan apegados al mundo que se desmorona, caerán por el mismo. Caerán no porque éste sea su destino, pues el destino nos pertenece y siempre podemos cambiarlo, sino porque cae aquello a lo que se están aferrado. Caen las posesiones materiales. Caen los títulos, los privilegios, la fama, el dinero, el poder. Y por apegarse a todo eso, caen también ellos.
Según mi interpretación de lo que va a suceder, ello causará una bifurcación de senderos, una ruptura en dos del sueño de consenso al que llamamos realidad: por un lado el mundo ascendido, por el otro el mundo descendido.
Y si alguien me pregunta ¿cómo será ese mundo del descenso? mi respuesta es “no se” y prefiero no destinar mi pensamiento a averiguarlo, pues en el momento en que intentamos ver qué puede haber al fondo del precipicio, dejaremos de orientar nuestra energía hacia el salto que debe permitirnos empezar a volar, para dirigirla hacia aquello que nos sucederá si en vez de volar, nos caemos por el abismo. En ese momento empezamos a proyectar el abismo, para vincularnos a esa realidad, y a atraerla hacia nosotros.
Aquellos que quieran leer sobre el abismo, que busquen conceptos como los de: Nuevo Orden Mundial, planeta esclavizado, la singularidad tecnológica, a partir de la cual los ordenadores pasan a ser más inteligentes que los humanos, la crisis alimentaria masiva, la contaminación total del medio ambiente, eugenesia, etc. Que vean películas de ciencia ficción apocalíptica, y que se las crean. Y que empiecen a crearse enemigos, para etiquetarlos bajo nombres como el de reptilianos, o los iluminati, pues en el momento en que declaramos enemigos, nos estamos vinculando kármicamente a su destino.
O que empiecen a considerar enemigos a las almas nacidas en otras culturas, o a aquellas que procesen otras religiones, o cuyo cuerpo físico sea racialmente distinto. Y que como buenos survivalistas, se vayan a las montañas, con el rifle en la mano, para protegerse cuando vengan los federales, o el ejército a buscarlos.
Pues creo que tanto aquellos que se hayan aferrado al mundo que dejamos atrás, como aquellos otros que también se hayan aferrado a una idea apocalíptica de lo que viene, descenderán. Los primeros, empujados por los objetos a los que se aferraron. Los segundos, por atraer esa realidad que proyectaron hacia sí, para así poder acabar diciendo: ¡veis cómo teníamos razón!
En el planeta descendido, en esa otra Tierra a la que se apegaron o que proyectaron, supongo que seguirán aprendiendo las experiencias para que, tal vez en el siguiente ciclo, una vez vivida la pesadilla, y cuando de nuevo se les de una oportunidad de ascenso, hayan logrado expandir la consciencia, y entonces elijan el camino del ascenso.
¿COMO SE DA TAL PROCESO DE ASCENSION?
PERSONALMENTE NO CREO que vaya a darse de forma instantánea, ni en un día concreto, como el 21 de Diciembre del 2012. Más bien creo que será un proceso gradual y que ya estamos viviendo, especialmente desde Agosto de 1999.
Por ejemplo, algunas veces nos despertamos por la mañana con el centro energético del corazón activado, inundados por una sensación de gozo, y que se va haciendo más y más intensa a medida que pasan los días. Ello se debe a que el ascenso va vinculado a la reactivación colectiva del centro energético del corazón, trascendiendo así el centro energético del ombligo, en el que hemos estado vibrando colectivamente durante los últimos cinco mil años.
La abertura del centro del corazón provoca que al irnos a dormir, o durante una buena meditación, lloremos, al pensar en el dolor que estamos causando a la Madre Tierra. O que otras veces dejemos que una sonrisa nos surque el rostro, mientras fijamos nuestra atención en el Padre Cielo. O que cansados ya de un mundo de egoísmo, dolor y sufrimiento, le imploramos a la Madre que se nos lleve con ella allí donde vaya, y al Padre que nos reciba en su regazo. Pero ante todo nos incita a dar amor a todos, incluidos aquellos quiénes nos han causado un percance.
Poco a poco se van desvaneciendo los deseos y de todos ellos, el de dejar ésta Era atrás constituye el único que aun sigue vigente. Nada de lo que nos pueda ofrecer este mundo del materialismo nos sigue atrayendo, pues lo hemos ido abandonando.
Durante la fase final de dicho proceso, justo cuando los dos senderos empiecen a bifurcarse, seguramente nos llegue el eco de desgracias, de aquello que está sucediendo en el otro sendero. Pero mejor no fijar la atención en ellas, pues hemos empezado a caminar ya por el nuevo sendero. Mejor no seguir los medios de comunicación, ni su visión distorsionada del mundo. Mejor no intentar saber qué les está pasando a aquéllos que están lejos, aunque sean nuestros allegados, para poder centrarse así en ayudar a aquéllos que si tenemos a nuestro alcance, sean conocidos o desconocidos.
Nuestra realidad será distinta, y ésta es la que estaremos viviendo. Será una realidad que nos envolverá como una burbuja, para que nada malo nos pase. Sabemos que la Tierra se halla en un estado de metamorfosis, como cuando una oruga se convierte en mariposa, y de ahí ese caos aparente que nos envuelve. Pero entonces cada cosa empezará a colocarse en su debido lugar y la crisálida se transmutará en mariposa. Será entonces cuando ésta rompa el capullo sedoso que la envolvía, para abrir sus preciosas alas de colores y partir volando. ¿Hacia dónde? en busca del néctar que celosamente guardan las flores. Y con ella, partimos nosotros.
¿REQUERIMIENTOS PARA EL PROCESO?
RECORDEMOS QUE TODO gran sabio tuvo primero que ser un gran pecador, pues reconocer la luz sólo podemos lograrlo en relación a aquello que la niega, en relación a la oscuridad. Y para no sólo reconocerla, sino también seguirla, debemos primero habernos cansado de andar a ciegas en las tinieblas.
De ahí que independientemente de que uno ascienda o descienda, aquí no hay ni buenos ni malos, sino simplemente aquellos que estando preparados para seguir el sendero del amor, toman el camino corto, y aquellos otros que primero deben visitar su opuesto, el sendero del odio o camino largo, para así encaminarse hacia la luz, cuando de nuevo se les vuelva a dar la oportunidad de elegir.
Por ello, yo diría que el primer requerimiento para el ascenso consiste en comprender que la paz no la alcanzaremos polarizando, para entablar guerras cósmicas o terrenales contra el mal, sino que empieza por hacer las paces con nuestro lado oscuro, para reconocerlo y así permitir que prevalezca el amor.
La lógica de hacer la guerra para traer la paz no funciona ni funcionará jamás. Por ello, aquéllos que no acepten que la lucha ha terminado, dudo que logren ascender. Aquellos que comprendan que llegó el momento de construir un mañana mejor, esos si creo que partirán con la mariposa en busca del néctar de las flores.
En nuestro corazón no debemos generar enfrentamientos, pues si dualizamos el corazón se llena de odio y confunde la lucha contra el prójimo con la batalla contra nuestras propias tinieblas.
El que lucha contra el prójimo es el soldado. El guerrero no guerrea contra los demás, sino que batalla por reconocer su sombra, para hacer que prevalezca la luz y que ésta ilumine su camino.
Ello no significa negar la oscuridad del prójimo. El “otro” también tiene sus tinieblas, las cuales debemos reconocer, para así evitar que nos envuelvan. Pero nuestro objetivo debe ser iluminar las nuestras, al tiempo que ayudamos a los demás a que alumbren las suyas.
Sólo así encontraremos soluciones a todos los retos que actualmente nos acechan, aceptándonos a nosotros mismos y aceptando al “otro”, para reconocer que en él también estamos nosotros. Sólo así pienso que nos quedará energía para empezar a construir un nuevo mañana.
Reconocidas nuestras propias tinieblas, y alumbradas con la luz, no debemos nunca dejar que la lampara interior se apague. Las tinieblas vencen cuando nos dejamos absorber por el miedo, pues el miedo es como el viento frío que apaga la llama. El miedo es el complementario del odio, y donde hay odio no puede reinar el amor. Sin amor no hay luz, y cuando desaparece la luz, cae la oscuridad, haciendo que aun nos entre más miedo, más odio, menos amor, menos luz, más oscuridad, y así hasta caer en las profundidades del abismo.
Para que no nos invada el miedo, debemos mantener la fe de saber que todo irá bien, que estamos tomando parte en un evento cósmico, y que la Naturaleza posee la sabiduría necesaria como para guiar el proceso sin que tengamos que intervenir o manipularlo.
Sin embargo, hay otra fuente de miedo que no tiene en la fe su antídoto. Es el miedo causado por el apego, por el aferramiento a lo material. El apego genera el miedo a perder aquello que se tiene o el temor a no conseguir lo que se desea. De ahí que sea imprescindible mantener una actitud desapegada.
Y con esa actitud desapegada, y la fe de saber que todo irá bien, se recomienda buscar la compañía de almas que también hayan logrado expandir su conciencia, para juntas ponerse a trabajar. Trabajar para dar amor, pues en cada «Ser» hay una oportunidad de ser generosos y en cada vibración de amor que damos, una oportunidad de ascender.
Y cuando finalmente tengamos el precipicio justo enfrente, debemos asegurarnos de habernos ya desapegado de todo, para saltar con fe y sin miedo, y volar en el gozo. Desapegarnos de las posesiones, de los títulos, la fama, el dinero, el poder, y de todo aquello que pertenezca a la linea temporal que justo finaliza, pues dicho sendero está siendo engullido por el abismo, y si a ello nos agarramos, con ello caeremos.
Por Marc Torra (Urus) para mastay.info
http://vedim.wordpress.com/2012/02/15/ascension-de-la-consciencia/
exelente esplicacion.