Cuando juzgamos creamos karma negativo, le estamos diciendo a otra alma si es digna o indigna. Cristo no juzgó ni siquiera aquellos que le escupieron en la cara, ni a quienes le vejaron y torturaron. Pidió perdón para ellos. ¿Es que Cristo no conocía el significado de la justicia?
El alma existe. No tiene principio ni fin, pero fluye hacia la totalidad. La personalidad es una herramienta energética a la que el alma se amolda para funcionar dentro del mundo físico. Cada personalidad es única, porque la configuración de energía de la conciencia que la formó es única. Es la imagen de la conciencia.
Cada acción, cada pensamiento y cada sentimiento está motivado por una intención y esa intención es una causa que va unida a un efecto. Si participamos en la causa es imposible no participar en el efecto. Por tanto, somos responsables de todos nuestros actos. Se ha de ser cuidadoso eligiendo las intenciones en función de los efectos que deseamos generar.
Dentro de la realidad física, la dinámica del karma se refleja gracias a la siguiente ley:
«A cada fuerza de acción le corresponde una fuerza de reacción igual y opuesta»
La persona que proyecta odio hacia los demás experimentará la intención del odio de los demás. La persona que proyecta amor hacia los demás experimentará la intención de amor de los demás. Luego:
«recibes del mundo lo que tú le das al mundo»
En esta 3ª dimensión ocurre que nos manejamos con las variables tiempo/espacio, estas hacen que no siempre percibamos la relación causa-efecto de nuestras intenciones de manera instantanea, directa y clara. Si no se conoce el alma, la reencarnación y el karma, no siempre será posible que la personalidad comprenda el significado de los acontecimientos de su vida, o que comprenda los efectos de sus respuestas ante ellos.
Por ejemplo; una persona que se aprovecha de los demás genera un desequilibrio de energía que debe corregirse mediante la experiencia de que los demás se aprovechen de ella. Si esto no puede conseguirse en el transcurso de la vida de esta personalidad, otra de sus personalidades pasará por este trance. Si esa personalidad no comprende que la experiencia de que los demás se aprovechen de ella es el efecto de una causa previa, se lo tomará de manera personal (el karma es impersonal), quizas se enfade o se deprima. Cada una de estas respuestas genera karma, otro desequilibrio de energía que, a su vez deberá ser equilibrado (deuda kármica).
Para convertirse en un todo, el alma debe equilibrar su energía. Tiene que experimentar los efectos que ha causado.
Para sanar karma, la personalidad debe ver más allá de sí misma y percibir la interacción de las almas. Esta percepción genera automaticamante compasión.
Dado que no podemos saber lo que está sanando a través de cada interacción, no podemos juzgar lo que vemos. Por ejemplo, si vemos a una persona durmiendo en pleno invierno en un parque, no sabemos lo que se está completando en su alma. Es apropiado que respondamos de forma compasiva, pero no es apropiado que percibamos la situación como algo injusto, porque no lo es. Cuando juzgamos creamos karma negativo, le estamos diciendo a otra alma si es digna o indigna. Cristo no juzgó ni siquiera aquellos que le escupieron en la cara, ni a quienes le vejaron y torturaron. Pidió perdón para ellos. ¿Es que Cristo no conocía el significado de la justicia?
Significa esto que no debemos actuar ante situaciones que consideramos inasumibles e incomprensibles: no. Si un coche choca con el nuestro, y el otro conductor está ebrio. Lo adecuado es que el otro conductor asuma la responsabilidad de los daños ante los tribunales. Pero no es apropiado permitir que nuestras acciones estén motivadas por un sentimiento de indignación, de enjuiciamiento o de victimización. Estas evaluaciones son juicios que nos hacen vernos superiores a la otra persona.
Los sentimientos son los medios a través de los cuales, podemos discernir las partes de sí misma que el alma intenta sanar (acción del alma en la materia física).
El camino hacia su propia alma discurre a través del corazón.
Realmente hay cosas que no pueden entenderse desde ninguna filosofía, religión…
Estoy convencida de que es un error muy grande el creer que la ley del karma rige nuestra vida presente. Lo creen los que practican Reiki, los budistas, etc.
Nosotros somos quienes dirigimos nuestras vidas, sorteando los obstáculos que nos rodeen ( y éstos son evitables, pero aparecen para enriquecernos y elevarnos sobre la maldad ), nadie más ni nuestro karma pasado influye en el presente ni nuestro futuro será algo ya trazado de antemano.
Como bien se cita en el artículo anterior, sólo por poner una prueba contundente. ¿ Qué pasaría entonces con Jesucristo, hijo de Dios? ¿ Acaso sus acciones de amor desmesurado no deberían haberse traducido en que debería haber sido amado en extremo por todos los que conocían sus buenas obras?
La respuesta es evidente, la bondad, el amor, la justicia, la honestidad y todas las buenas virtudes de cualquier buena persona se verán pisoteadas y se maltratará y envidiará a quien actúe con una gran amor y con unos valores sanos e ingenuos. La prueba está en Jesucristo dio amor y recibió la muerte en la cruz.
La maldad busca aniquilar la bondad. Alguien bueno será valorado en el estrecho y pequeño círculo de personas a las que conmueva su bondad y buenos actos. Y será cruelmente tratado por personas con maldad que de forma inevitable forman parte de su vida diaria.
Al final como dijo Jesucristo se llega a que lo justo visto desde una persona justa es pensar y decir: Dios mío, perdónalos ( a todos los que son injustos contigo ) porque no saben lo que hacen.
Terminar pensando que desde la bondad hay que tener lástima de aquellos que no son buenos ni limpios de corazón.
Estimada Nilo:
Tenemos libre albedrío y somos dueños de nuestra alma:
El concepto de Karma no puede ser analizado bajo el prisma de una sola vida gobernada por un tiempo lineal.
Visto así es fácil llegar a contrasentidos, tal y como los indicas.
El tiempo no existe para nosotros (ser espiritual, alma). Así pues tenemos las vivencias de todas las vidas. A la vez
La suma de esas vivencias supone una experiencia, que nos sitúa más cerca o más lejos de nuestro desarrollo espiritual del ser.
Eso se llama Karma.
Para poder evolucionar debemos renunciar a nuestro ser, olvidar las vidas pasadas y regresar al mundo del tiempo donde nuestros actos vuelven a darnos la oportunidad de mejorar nuestro ser.
El ego, la genética, la sociedad, nuestro karma va a influenciar en nuestro destino pero no lo va a determinar.
Así pues, nuestro Karma condicionará nuestra vida. Por eso no podemos juzgar a los demás cuando los veamos actuar.
En esta vida no salimos todos en las mismas condiciones. Existen muchos factores que nos limitan o apoyan durante nuestra existencia temporal.
Negar esto es pensar que todos tenemos las mismas oportunidades en la vida. Eso es un objetivo pero no es una realidad.
Sin embargo nuestro libre albedrío existe y nos permite elegir a pesar de las desigualdades.
Al final todo lo que hacemos es importante.
Un saludo