Los conflictos étnicos entre diferentes tribus en el sur de Libia, que se agudizaron a finales de marzo y hasta ahora se han cobrado unas 150 vidas y han dejado al menos 400 heridos, pueden causar una nueva guerra civil en esta nación norteafricana, según opinan varios expertos. Una de las causas fundamentales de las discordias son los beneficios de la industria petrolera, la principal riqueza del país.
Los focos de la violencia étnica en Libia
Uno de los focos de los enfrentamientos es la ciudad de Sabha situada a unos 650 kilómetros al sur de la capital, Trípoli. Allí estalló un conflicto entre ex rebeldes de la etnia árabe y los miembros de la tribu negra de tubu. Según una de las versiones, la causa que dio inicio a la confrontación armada fue el asesinato de un caudillo de los tubu a manos de unos árabes, que a su vez se produjo en respuesta a un asesinato de un árabe. Según otra, los tubu y los árabes no lograron repartirse la suma de unos ocho millones de dólares destinada por las autoridades actuales de Libia al fortalecimiento de la seguridad en la región meridional del país.
El conflicto desató una ola de violencia que los tubu llegaron a calificar como un genocidio. Los árabes asesinaban niños, mujeres y ancianos de la tribu. En respuesta a los actos violentos, los tubu anunciaron la creación de su propio Gobierno del Sur de Libia y amenazaron con hacer volar los oleoductos y solicitar ayuda a sus vecinos de Chad y Níger.
Otro foco de los conflictos étnicos estalló en la localidad de Ubari cerca de la frontera con Argelia. Allí se enfrentan los miembros de las tribus tuareg y las tribus árabes.
Las autoridades libias no reaccionan ante los conflictos étnicos
Tanto los tubu, como los tuareg temen que la nueva división territorial que varias regiones están llevando a cabo por su cuenta en Libia les prive de los beneficios petroleros que serán divididos únicamente entre las tribus árabes. Cuando Gaddafi estaba en el poder las minorías étnicas podían aprovechar estos beneficios, que se repartían entre diferentes municipalidades.
Varios expertos afirman que si la situación sigue sin resolverse y las autoridades libias no hacen nada al respecto el país puede acabar dividido por numerosos conflictos étnicos que incluso pueden ser ‘exportados’ a otros países.
De hecho, esto ya sucedió. El reciente golpe de Estado en Mali es una clara prueba de esto. En el norte del país operan grupos armados de la etnia tuareg que buscan la independencia de una parte del país.
Parece que la caída del régimen de Muammar Gaddafi, tan anhelada por los rebeldes libios y facilitada por la OTAN, no ha hecho sino poner de relieve los problemas étnicos y sumir al país en el caos.
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