Ha sido galardonado por su interés en el estudio científico de las realidades espirituales y de la compasión
El Dalai Lama, dirigente del Gobierno tibetano en el exilio y líder espiritual del lamaísmo o budismo tibetano, ha sido la personalidad seleccionada este año para recibir el Premio Templeton 2012, un galardón internacional otorgado anualmente, desde 1972, por la Fundación John Templeton a personajes que han jugado un papel importante en la investigación o descubrimiento de las realidades espirituales. Tenzin Gyatso ha sido galardonado en este caso por su interés en el estudio científico de la compasión y en la comprensión de lo que budismo y tradiciones científicas pueden ofrecer al mundo. Por Marta Lorenzo.
Según publica la web de dicha Fundación, Tenzin Gyatso, de 76 años, se ha implicado durante mucho tiempo en las múltiples dimensiones de la ciencia, así como con las personas, más allá de las tradiciones religiosas que éstas profesen; además de sostener una defensa incomparable de la ética, de la no violencia y de la armonía entre las religiones del mundo.
Durante décadas, el décimo cuarto Dalai Lama (cuyos seguidores consideran la rencarnación de un antiguo líder budista ejemplo de compasión) se ha centrado, por otra parte, en la relación entre las tradiciones científicas y el budismo como medio para avanzar en la comprensión de lo que ambas disciplinas pueden ofrecer al mundo.
En concreto, Gyatso ha alentado revisiones científicas serias acerca del poder de la compasión y acerca del amplio potencial de esta actitud humana para la gestión de los problemas fundamentales de nuestro mundo, un tema que ha estado en la base de sus enseñanzas y que ha resultado clave en el desarrollo de su inmensa popularidad.
Potenciar el progreso espiritual
Dentro de esta búsqueda, las “grandes cuestiones” que el Dalai Lama ha planteado, tales como si la compasión puede ser adiestrada o enseñada, encajan con los intereses más profundos del fundador del Premio Templeton, el difunto financiero y filántropo multimillonario Sir John Templeton, que durante su vida albergó un gran interés por la aplicación de métodos científicos al estudio de las necesidades espirituales humanas.
La Fundación Templeton ha considerado, en definitiva, que Tenzin Gyatso era merecedor de este premio por haber potenciado el progreso espiritual, al igual que consideró que lo han hecho otros personajes, también galardonados en los últimos 40 años.
Los premiados más recientes han sido el astrónomo británico Martin Rees en 2011, premiado por el impacto de sus investigaciones en cuestiones esenciales de la filosofía y la teología; el biólogo español Francisco José Ayala (en 2010); y el físico francés Bernard d’Espagnat (en 2009).
En cuanto a la relación entre ciencia y budismo, el Dalai Lama defiende que entre ambos no existe conflicto alguno sino que, de hecho, los dos ayudan a ver el mundo con claridad, a pesar de tener fines distintos.
Tal y como expresó Gyatso en 2010, en una charla sobre el tema impartida en un encuentro de la Emory-Tibet Science Initiative, proyecto cuyo fin es incorporar la ciencia moderna al currículum de los monjes tibetanos budistas exiliados por toda la India, ciencia y budismo no entrarían en conflicto por diversas razones.
Estas razones serían la flexibilidad ideológica del budismo, la búsqueda de la verdad que el budismo promulga (en la que la ciencia tendría un papel clave), y el hecho de que los objetivos del budismo no sean los mismos que los de la ciencia y, por tanto, no haya posibilidad de competencia entre ambos.
La flexibilidad de los budistas para cambiar de ideas y, en consecuencia, también para aceptar las ideas científicas, tiene en parte su origen en la diversidad ideológica de la propia religión budista. Para empezar, el budismo presenta relatos diferentes acerca de su propio fundador, Buda Gautama.
Así, para muchos budistas, Buda fue un ser divino, un salvador de la humanidad. En cambio, para otros, Buda no fue nada de esto. Hay incluso corrientes budistas que apenas lo tienen en consideración.
Búsqueda de la verdad
Por otro lado, en sus enseñanzas, Buda animó a sus seguidores a creer sólo en aquello que estuviera acorde con su propia experiencia y razón, y no en aquello que hubiesen conocido a partir de fuentes externas, como personas con cierta autoridad, lo que revela una racionalidad científica.
Por último, en cuanto a la diferencia de objetivos de ciencia y religión, el Dalái Lama ha explicado que el propio Buda expresó que rehusaba enfrentarse a las grandes cuestiones (la cuestión del origen del Universo, la existencia de un Dios, la metafísica, o el propósito de la vida, etc.), simplemente porque éstas escapaban a su misión.
A este respecto, el Dalái Lama declaró en 2010: “La misión de Buda no era medir el radio de la Tierra o la distancia entre la Tierra y la Luna o la distancia entre las estrellas, sino enseñar el dharma (o “ley natural”), con el simple propósito de aliviar el sufrimiento de todas las criaturas vivientes”. Por tanto, la ciencia y la religión budista serían compatibles, por el mero hecho de que se ocupan de cosas distintas.
En cuanto a la relación entre compasión y ciencia, las ideas del Dalai Lama quedaron expresadas en el libro “Tibetan Buddhism and Modern Physics: Toward a Union of Love and Knowledge” (Budismo tibetano y física moderna: hacia la unión entre amor y conocimiento) que en 2008 publicó el físico de la Universidad de Colgate, en Estados Unidos, Victor Mansfield, con la Templeton Foundation Press de la Fundación John Templeton, con prólogo de Tenzin Gyatso.
Esta obra respondía a la sincera petición del Dalai Lama de desarrollar una colaboración entre ciencia y budismo, y su mensaje central era la necesidad de que la compasión universal acompañe a la expansión de la visión científica, uniendo el amor con el conocimiento más profundo de la realidad.
En esta línea, en la introducción a la obra, el Dalai Lama declaraba no tener “ninguna duda de que la ciencia y la tecnología pueden contribuir a la felicidad de todos nosotros” pero que , a pesar de los logros científicos en numerosos campos, “aún no hemos dado con la forma de aplicar la ciencia y la tecnología a la erradicación de la infelicidad que atenaza a tanta gente en el mundo”.
Finalmente, el líder espiritual señalaba creer que “aunque necesitamos evidentemente de la ciencia y de la tecnología, también necesitamos de nuestra espiritualidad, del trabajo en el corazón y en la compasión que apuntalan nuestra felicidad esencial”.
El Premio Templeton, galardón de mayor valor económico del mundo (1,7 millones de dólares o 1,3 millones de euros), será entregado al Dalai Lama el próximo 14 de mayo, en la Catedral de San Pablo de Londres.