Si la vida cotidiana fuera un auto, la meditación sería una palanca de cambios con la capacidad de bajar la velocidad, para evitar el choque. Cada día, más gente se da cuenta de que necesita parar un poco, y los datos subjetivos confirman la tendencia. Juan Mora y Araujo, vicepresidente de la Fundación El Arte de Vivir, por ejemplo, asegura que “la cantidad de participantes se ha duplicado año tras año durante los últimos cuatro”. Germán Martina, presidente de la Asociación Argentina de Meditación Trascendental, estima en 45 mil las personas que desarrollan esta práctica. Para Adriana Paoletta, instructora de yoga y docente de meditación, “en los últimos cinco años se incrementó en el 70%”. Lo cierto es que fueron 25 mil personas las que participaron de programas de la Fundación en 2010 y se calcula el doble para 2011. En todo caso, crece en todo el país como opción al estrés urbano. El megaevento de hace dos sábados en 44 ciudades del país lo confirma.
Mariana Spalvieri y Roberto Ricciardi, técnicos superiores en Dinámica Mental, aportan las épocas con más afluencia: “En marzo, para incluir la actividad a una rutina saludable y en agosto y septiembre para sostener el cansancio”. Motivos sobran. “Se busca un reencuentro consigo mismo, porque en una sociedad tan tecnificada y llena de ofertas, lo externo aleja del verdadero ser”, dice Martina. La meditación trascendental es una técnica específica que intenta llegar a un estado de conciencia pura, “de contacto con la fuente de toda expresión de inteligencia, energía y motivación”. Es sencilla, se recomienda realizarla dos veces por día, durante alrededor de veinte minutos y con los ojos cerrados.
La dicotomía Beatles o Rolling se rompe, precisamente, con la meditación. Tanto Mick Jagger como Paul McCartney son asiduos practicantes; lo mismo que Richard Gere, Jennifer Anniston, Sting y Madonna, entre otras celebrities. Sin embargo, el fenómeno se vuelve demasiado masivo para ser considerado una moda excéntrica.
Roberto Rosciano se reconoce como un adicto al trabajo. Tiene 60 años y es contador. Medita desde 2009. Su exceso laboral le costaba presión alta, cigarrillos y excesos en las comidas. “Me propuse cambiar mi actitud mental, comenzar la recuperación corporal y lograr un equilibrio”, contó. “Ya no fumo y aprendí a controlar mi dieta”, agregó. Desde hace dos meses, Roberto decidió continuar solo con la meditación para internalizarla.
Efectos. En este sentido, Spalvieri coincidió en que la gente se propone “reducir los niveles de estrés, miedos y angustia”. De lo que se trata es de “poner en movimiento la mente, que es cuerpo, emociones, sentimientos y espiritualidad para luego actuar sanamente”, explicó. Adriana Paoletta la define como “autoconocimiento y liberación, porque se abre lo que está cerrado por el condicionamiento de nuestros recuerdos y pensamientos”.
“Es desatar el nudo del mundo interior de cada uno”, describe Viviana Ribeira, ama de casa de 50 años, operada de un cáncer de tiroides que la había deprimido muchísimo. También es terapia: “En una meditación tuve una visión de mi madre, que murió a mis cinco años, y eso me ayudó a elaborar el duelo”, relata. Asistía a los talleres gratuitos del hospital Alvarez que fueron cerrados, por lo tanto, ahora medita en su casa.
“Muchos vienen para encontrar paz interior o porque siempre quisieron meditar y nunca supieron cómo”, señaló Mora y Araujo. “Todos queremos una vida plena y cuando la mente se aquieta podemos disfrutar el lugar en que estamos en el presente”.
Eso pretendía Alejandra Vitale, psicóloga, cuando se inició hace un año y medio: “Hago análisis, pero deseaba algo que no fuera tan racional, que me conectara con lo emocional”. Detalló los “muchos beneficios” que obtiene: relajación, seguridad, mejor estado anímico.
“Es una experiencia en la que ninguna cosa te desconcentra, prestás mucha atención a la respiración y cuando llegás a ese estado, sentís el silencio puro”, resume Joaquín, de 12 años.
La meditación es apta para todo público, con matices. “Practicamos formas de concentración en los chicos, para mejorar su empatía, el autocontrol, valores positivos”, señaló Paoletta. “Los guiamos hacia su hogar interior”, agregó.
Como su hermano mellizo, Gabriel está preparando el ingreso del Nacional Buenos Aires y juega al básquet. Su sensación: “Estás con la mente en blanco, no escuchás los ruidos ni sentís lo que te perturba”. Gabriel agrega: “Te relajás y decís uauuu, nunca me había pasado esto”. Para conducir la propia vida, nada mejor que saber cuándo frenar.
http://www.perfil.com/ediciones/2011/10/edicion_617/contenidos/noticia_0056.html