- Las reformas y los recortes en los presupuestos llevados a cabo por el ejecutivo del Partido Popular llevaron decenas de miles a las calles en la capital del país.
- Entre pancartas de dibujos de tijeras y las canciones de protestas, la bandera de la República era casi omnipresente.
Fueron cincuenta minutos de discursos, media hora de caminata entre la Plaza de Cibeles y la Puerta de Sol y otro tanto en la concentración. La marcha en Madrid por el Día del Trabajador movilizó a decenas de miles de personas cuyas reivindicaciones eran variadas, pero casi todas atacaban a la política del actual gobierno de Mariano Rajoy.
Las pancartas ostentaban los dibujos de las tijeras, los NO mayúsculos y destacados, pidiendo la libertad de expresión y de movilización, y haciendo comparaciones de la dictadura de Franco. También estaban las banderas del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), de Izquierda Unida (IU) y el Partido de los Trabajadores de España (PTE). Y, prácticamente omnipresente, sostenida tanto por personas mayores como por niños, la bandera de la República.
Tampoco ha pasado inadvertida la crisis institucional que vive la Monarquía – las ediciones de los diarios de este 1º de mayo traían en sus portadas la noticia de que el yerno del rey, Iñaki Urdgadarin, está dispuesto a admitirse culpable de un fraude en contratos de administraciones públicas y devolver 3,5 millones de euros a los gobiernos de Baleares y Valencia.
Por lo menos no lo nota el vendedor ambulante de artículos vinculado a la lucha de izquierdas, Luis Ruiz, integrante del Ateneo Republicano de Lavapiés. “Siempre se ha vendido en días como este. Además de la bandera, también sale muy bien las pulseras de los colores de la República”, informa, mientras da el vuelto a un cliente.
A pocos metros de su improvisada tienda callejera, la estudiante Sara Sanchez-Mariscal Gambero, 16 años, la lleva atada a la cintura. Su amigo Ivan Arcas Romero, 20 años, sostiene una máscara de Guy Fawkes, popularizada en las protestas del 15M y de los Indignados por todo el mundo.
Ambos siguen las marchas convocadas por los dos grandes sindicatos de España, Comisiones Obreras (CC.OO) y Unión General de Trabajadores (UGT), pese a su desacuerdo de las entidades.
“Yo soy reacio a los sindicatos, pero me representa su critica al copago en la salud”, ejemplifica Ivan, que está en el paro.
Su compañera, a la vez, entiende la importancia de los sindicatos como institución de la defensa de los trabajadores y de la sociedad, pero critica que sean financiados por el poder público. “No siempre van a salir en defensa de los trabajadores porque están pagados por los gobiernos y tienen sus proprios intereses”, justifica Sara.
La pareja de amigos configuraban una excepción en las protestas del 1º de mayo: eran jóvenes, una minoría entre los manifestantes, y formaban parte del 15M que en general rechaza la idea de apoyar cualquier acción de los sindicatos tradicionales.
“Es cierto que los estudiantes están cansados de la estrategia que los sindicatos venían desarrollando en los últimos años porque se dedicaran más en pactar consensos de los diferentes gobiernos y empresas que a organizar la movilización social. Pero por otro lado, los estudiantes saben que son necesarios y los aplauden cuando hablan en las universidades. Es un poco contradictorio”, señala el miembro de la ejecutiva del Sindicato de los Estudiantes Raúl Rodríguez, 24 años, que distribuía panfletos contra los recortes en la educación.
Rodríguez ya se afilió a las Centrales Obreras “porque tengo un diploma de economista y trabajo en una tienda”. Su compañero de lucha estudiantil, Daniel Navarro, 18, informático, pretende filiarse “en el futuro”. “O mejor, cuando encuentre trabajo para poder pagar la contribución”.
Líderes sindicales piden a la ciudadanía que siga movilizada
Lo dijeron en muchos momentos de sus discursos los secretarios generales de UGT, Cándido Méndez Rodríguez, y de CC.OO, Ignacio Fernández Toxo. Sin embargo, fue el integrante de CC.OO Madrid, Javier López, quien mejor resumió la insignia mayor de las protestas del 1º de Mayo: “Seguiremos movilizados hasta que el gobierno cambie la política de ajustes y las reformas. O hasta que cambie el gobierno”.
La convocatoria de las entidades es para que la población siga involucrada en presionar al gobierno para que la reforma laboral no se consolide – “porque nos acerca a las condiciones de trabajo en China y esto no se puede admitir”, conforme la definió Candido Méndez – y para garantizar que los servicios públicos no serán afectados por los recortes presupuestarios puestos en marcha por el ejecutivo. “Hay esperanza de libertad y ella está en manos de la ciudadanía”, defendió Toxo.
Los sindicalistas reclaman soluciones alternativas ante la crisis económica “que sí las hay y si no hubiesen, habría que crearlas”, como dijo Toxo.
También los intentos de cambio en el código penal y en la ley de huelgas fueron criticados por los líderes sindicales que los consideran una amenaza a la libertad de expresión. “Tenemos un vehículo de comunicación que es la manifestación, que nos permite informar a los trabajadores y a la sociedad lo que sucede. ¿Acaso Esperanza Aguirre va a querer privatizar también la puerta del Sol para impedir las movilizaciones?”, provocó Cándido Mendez a la presidenta de la Comunidad de Madrid.
Los discursos en la Puerta del Sol fueron firmes, pero la caminada que los llevó allí no estaba tan animada como se esperaría. Algunos grupos de trabajadores como los de la fabrica de Unilever en Aranjuez – que amenaza con cerrar sus puertas – se encargaron de poner los pulmones a prueba cantando canciones que recordaban a hinchadas del fútbol.
La mayor parte de los manifestantes daba su mensaje por pancartas y de silbos o aplausos. Méndez y Toxo marcharon a frente de todos, pero a la hora de la salida oficial de los líderes sindicales de Cibeles, quienes más llamaron la atención fueron una pareja de ciegos portando un altavoz y las letras de canciones furiosas contra el gobierno impresas en braile.
“A la mierda la reforma laboral” y “Gobierno del carajo” eran algunos de los versos entonados por los vendedores Inocencio Real, 52 años, y Soledad Molano, 50, ambos filiados a CC.OO y que al público que los veía más atractivos por su osadía y buen humor que a los líderes tradicionales de los sindicatos.
las condiciones de trabajo de china ya están implantadas en España hace tiempo, solo hace falta ir a cualquier tienda de los chinos para verlas