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La amenaza de huelgas en distintos medios de transporte público londinense podría sembrar el caos en la capital británica durante los Juegos Olímpicos.
Los conductores de los típicos autobuses rojos de dos pisos ya amenazaron a comienzos de este mes con realizar un paro general dado que son los únicos trabajadores del transporte público londinense que no recibirán el llamado ‘bono olímpico’.
“Si los autobuses de Londres quedan parados por una huelga forzosa de sus miembros, la ciudad quedará paralizada por un atasco total”, dijo el secretario regional del sindicato Unite, Peter Kavanagh, quien asegura que atletas, periodistas, entrenadores y espectadores podrían verse seriamente afectados.
Además, si los buses dejan de operar, el metro de la capital tendrá que transportar a unos seis millones más de pasajeros, lo que se traduce en menos espacio para sus usuarios.
En este servicio ya han empezado a advertir qué estaciones serán las más concurridas y convendrá evitar. También han aconsejado a los usuarios que durante los Juegos Olímpicos caminen para así ahorrar tiempo, opción que para muchos ciudadanos resulta poco realista.
“Simplemente damos consejos prácticos y orientamos a la gente para que entienda que durante ciertas horas del día esta red de transporte sí que estará llena”, informó John Mason, del Transport For London, organismo del Gobierno local responsable de la mayoría de los aspectos del sistema de transportes.
“Podrán disfrutar de un paseo en vez de usar el metro londinense”, agrega Mason.
Aunque los empleados de este servicio también amenazaron con hacer huelga durante el evento, finalmente recibirán un incremento de sus sueldos durante esos días, pero en el famoso transporte subterráneo británico se siguen produciendo retrasos y cierres imprevistos de líneas con un flujo habitual de unos tres millones de viajeros diarios.
“La infraestructura del transporte en Londres experimenta graves problemas”, dijo en RT el director de la sección de viajes del diario británico The Independent Simon Calder.
“Operamos una infraestructura vieja al estilo de los años 50, en cuanto a los aeropuertos, ferrocarriles, el sistema metropolitano…. no están a la altura del resto de Europa”, añadió Calder.