Una colaboración de MJM
Hasta hace poquito tiempo, cuando hacíamos referencia a una persona inteligente, ¿en qué no fijábamos?, evidentemente en su CI. Era el cociente intelectual la piedra angular. Los procesos de selección estaban cargados de test psicotécnicos.
Pero, ¿qué es lo que está pasando en las últimas décadas?. Pues que ya no basta con ser inteligente, los directivos ya no se conforman con tener en sus equipos a los números uno de la promoción, ahora se busca algo más, ¿y qué es ese algo más?, ¿dónde está la diferencia?.
Hablamos de Inteligencia Emocional
El mundo de las emociones ha sido el gran descuidado en el desarrollo personal, se entendía que con saber qué hacer y cómo hacerlo, bastaba, pero no es así, ¿qué pasaba con el talento, con la actitud, con la capacidad innovadora, con la ilusión y pasión que se pone en lo que se hace?.
Está más que demostrado que son las personas con una gran inteligencia emocional las que acaban consiguiendo los mejores puestos, los que disfrutan con lo que hacen y son, en definitiva, aquellas personas que cuando las ves, dices: ¡Sí, a esta persona se le nota que es feliz!.
Pero, ¿qué ocurre si formo parte de esa parte de la sociedad que no he sido educado bajo los principios de la Inteligencia Emocional?, ¿estoy destinado al fracaso absoluto?. Evidente y claramente la respuesta es NO. Al igual que entrenas un músculo cuando vas al gimnasio, o estudias y así consigues mejorar tu memoria, la inteligencia emocional también tiene su propio entrenamiento. Y lo mejor de todo, es que es uno de los entrenamientos más divertidos.
De todas las competencias susceptibles de entrenar para mejorar o desarrollar tu inteligencia emocional, yo personalmente, destaco tres:
RECONOCER TUS EMOCIONES. La base de una buena inteligencia emocional es ser consciente de lo que uno siente. Hay personas, que por falta de práctica y de experiencias, no saben determinar cuáles son sus emociones. Si no las conoces, difícilmente podrás transmitirlas.
La maravillosa EMPATIA. La empatía no es más que ponerse en los zapatos de otra persona, y ver, oír y sentir las cosas como otra persona las puede estar sintiendo. Seguro que recuerdas una situación en la que intentabas explicarle algo a alguien, pero… no te entendía, escuchaba tus palabras, pero no sabía lo que estabas sintiendo. Cuando consigues ser empático con los demás, la conversación es más fluida, dinámica y notas esa conexión necesaria para avanzar en cualquier asunto.
La ASERTIVIDAD. Huyendo de definiciones clásicas podemos ver la asertividad como la capacidad para conunicarnos con otras personas, sin herir sus sentimientos, ni los nuestros. Nos alejamos de aquellas personas pasivas o tímidas, que son incapaces de decir que no; y de los que se encuentran en el otro extremo, los agresivos, que son aquellos que cuando hablan hacen daño a otras personas por su actitud déspota y avasalladora.
Ahora que ya sabes cómo podrás ser más inteligente, te pregunto: ¿quieres serlo?.
http://entrenandoapapas.blogspot.com.es/2012/05/mis-inteligencias-y-yo.html
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