Por Preston Nichols
Extracto de su libro «Encuentro en las Pléyades».
Existen muchas maneras de detectar implantes físicos. Se puede escanear físicamente al sujeto con la más avanzada tecnología de resonancia magnética. También se pueden captar mediante diferentes tipos de equipo electrónico. Quizá la manera más fácil sea la de escanear psíquicamente el aura del sujeto en cuestión.
Un implante siempre creará un desajuste en el aura de la persona, porque cualquier objeto que no pertenezca al cuerpo, se manifestará como una turbulencia áurica de algún tipo. El aura es el campo electromagnético que rodea al cuerpo humano. También la podríamos definir como la interfaz entre el espíritu y el cuerpo. Algunas personas son capaces de ver el aura con toda naturalidad. Yo personalmente puedo escanear la parte frontal del cuerpo de una persona con las manos y detectar anomalías en el campo áurico. Ello revelará no solamente la existencia de un implante, sino también en qué parte del cuerpo está situado.
Soy consciente de que la mayoría de practicantes no disponen del equipo electrónico o médico para poder detectar los implantes. En cambio, muchas personas son capaces de escanear el aura, y las personas intuitivas que estén interesadas en ello, pueden adquirir esa facultad.
Puede empezar por pasar las manos por un cuerpo (sin tocarlo) y simplemente sentir las irregularidades del campo electromagnético. Por supuesto, existen diferentes grados de pericia.
Una vez detectado el implante, éste se puede eliminar. Pero antes el sujeto debería estar preparado para el ascenso de la kundalini. Kundalini es originalmente un concepto hindú que se podría definir como la energía primordial o fuerza vital del ser humano, que se manifiesta en un patrón de forma serpentina.
Toda energía, incluyendo la propia vida, empieza con figuras en espiral que se manifiestan después en formas más detalladas y complejas. Esta espiral la podemos ver en la conformación del fuego, y es la emanación original. Las formas geométricas de la naturaleza se crean en torno a estas espirales y finalmente se convierten en órganos biológicos en el plano físico. De camino hacia el plano físico encontramos patrones energéticos que giran como vórtices y forman imágenes serpentinas. Este canal de energía se conoce como kundalini, palabra que significa serpiente. Surge de las gónadas, donde empieza el germen de la vida, y sube en espiral por la zona que conocemos como columna vertebral.
Existen siete puntos de parada por el camino, o centros energéticos, que representan estados de evolución vital. Estos centros energéticos son vórtices de energía que giran y que llamamos chakras. El primer chakra empieza en las gónadas y se encarga del instinto de supervivencia del organismo. Este se une al segundo chakra, encargado de los procesos reproductivos de la vida (el sexo). El tercer chakra corresponde al plexo solar y significa la capacidad de supervivencia del organismo. A estos tres primeros centros se les conoce como los chakras inferiores, ya que son los aspectos básicos de la función vital. Aunque son «inferiores», son tan necesarios para el conjunto como los aspectos más elevados.
Desde el plexo solar subimos hasta la cavidad torácica y este centro es el que se conoce como chakra cardíaco. Es aquí donde el organismo procesa las emociones y los sentimientos. En el caso ideal, este chakra debería unir los inferiores con los superiores. El corazón se encarga de los temas de equilibrio. Las personas que sufren ataques al corazón, muchas veces es porque han quedado conmocionadas por alguna información que les deja en un desesperanzado estado de desequilibrio que se manifiesta como paro cardíaco.
Encima del corazón tenemos el chakra de la garganta. Este regula la expresión verbal, que de forma ideal debería ser procesada por el centro cardíaco. Cuando alguien habla desde el corazón, se le entiende perfectamente.
A medida que la vida evoluciona por esta escalera energética, llega a lo que se conoce popularmente como «tercer ojo». Esta zona, directamente encima de la nariz, corresponde a la pituitaria, que es la principal glándula endocrina. Este centro se ocupa del intelecto y de la capacidad de visualizar y proyectar. Si la zona está totalmente despejada, el individuo poseerá considerables capacidades psíquicas.
La espiral de la vida no termina en el intelecto, sino que asciende hasta el centro del cerebro y la glándula pineal. Es el llamado chakra coronario y representa la conciencia universal. Este receptáculo conectado con el infinito, puede recibir energía externa al cuerpo.
Los hindúes simbolizaron esta evolución de la energía con una serpiente, que ha sido exquisitamente expresada bajo distintas formas artísticas desde la antigüedad. Cada chakra se representa como una flor que se abre a medida que la serpiente asciende por el sendero energético. La serpiente bíblica fue una versión simbólica de este patrón energético que se manifiesta en toda la creación. Es por ello que la serpiente era un animal sagrado para muchas culturas antiguas.
Aunque he mencionado que hay siete chakras principales, en realidad existen innumerables centros energéticos diminutos. He utilizado los siete chakras principales para introducir el concepto, ya que la mayoría de personas familiarizadas con la kundalini reconocerán ese sistema concreto. Según me enseñaron, también existe un octavo chakra situado entre el segundo y el tercero. Representa la inteligencia, pero es una inteligencia bastante primitiva y universal. Se puede entender mejor en relación a las formas de vida inferiores que evolucionaron mediante la reproducción sexual y las luchas de poder. Hasta que el organismo adquiere un intelecto, tiene que basarse en una inteligencia universal si es que quiere evolucionar. Este aspecto es consciente, pero no se le da muy bien la autorreflexión. Lo menciono aquí porque muchos abducidos han sido programados mediante este octavo chakra.
En resumen, lo que nos ofrece la kundalini es un conducto energético de tremenda potencia, que emana de la propia semilla de la vida. Es algo parecido a un circuito eléctrico que se puede conectar a fuerzas más elevadas y pasarle una descarga. Este aspecto de la kundalini nos dice que el vehículo humano potencialmente puede captar o ser captado por cualquier fuerza exterior, desde cualquier punto del universo. Es así como los seres humanos canalizan información de diferentes orígenes que normalmente suponemos son fuentes «más elevadas». Es el mismo principio que se utiliza para las transmisiones radiofónicas o televisivas, donde la energía es igual a ondas que literalmente transportan información.
En un ser humano normal esta energía kundalini se encuentra siempre presente, pero generalmente está bloqueada. En «Las puertas de la percepción», Aldous Huxley menciona que nuestro cerebro capta toda percepción posible que existe. Si fuéramos sometidos a todas estas percepciones simultáneamente, nos veríamos bombardeados por el caos y literalmente no sabríamos encontrar el camino para ir a la habitación de al lado. Huxley teorizó sobre una función llamada la «válvula reductora» que filtra nuestras percepciones para que sólo nos ocupemos de los fenómenos relativos a nuestros principales intereses de supervivencia. Esto nos aísla de una cantidad considerable de información que nuestro cerebro percibe. Éste es el «70 al 90% del cerebro que no utilizamos».
Resulta evidente que se podría hacer todo un estudio sobre la «válvula reductora» y si se trató de un error evolutivo o remanente, o bien fue resultado de una manipulación para que los seres humanos quedaran atrapados e inmovilizados en un estado inferior de conciencia del cual no pudieran escapar. Si tenemos en cuenta la descarada supresión de información de nuestra sociedad, deberíamos creer en la segunda hipótesis. Los implantes y la manipulación del pensamiento son dos poderosas herramientas para lograr estos fines.
Todo ello da paso a la cuestión: ¿quién realiza las manipulaciones? Existen varios factores a tener en cuenta, pero lo discutiremos más adelante. De momento lo que nos ocupa es el tema de los implantes o impedimentos a la kundalini y cómo liberarlos.
Los hindúes creen que estimulando el chakra de la base la energía subirá por la «serpiente». A medida que la energía va llegando a cada chakra, éste florece y se abre, limpiando toda la basura acumulada en varias vidas. Después de que la serpiente ascienda por la columna vertebral y vaya despejando los chakras, por último abrirá el chakra coronario, que se unirá con la conciencia universal y se derramará como una lluvia de energía alrededor de la persona.
Es la estimulación de la energía sexual la que la hace ascender por la columna y rompe los bloqueos de conciencia. Podemos suponer que cada chakra tiene un bloqueo y que a medida que estos centros se abren, los bloqueos quedan eliminados. Esta visión es, en realidad, una combinación de misticismo hindú con psicología moderna y física cuántica. Solamente debería llevarlo a cabo alguien que sepa perfectamente lo que está haciendo.
A veces la activación de la kundalini puede resultar abrumadora, ya que transporta a la persona más allá de la zona normal de conciencia, y activa todo tipo de energías que resultan desconcertantes o desconocidas. Por otro lado, si no limpiamos los bloqueos, no tenemos esperanza de poder alcanzar un estado de conciencia más elevado. En realidad, sólo se trata de reconectarnos con las energías naturales que ya están presentes en nuestra constitución.
A lo largo de la historia se ha dicho que se puede trascender el plano físico mediante la activación de la kundalini, pero es un viaje difícil y peligroso que sólo se puede completar tras muchos años de arduo trabajo. Gran parte de estas dificultades se deben a que se ha suprimido la conciencia. Ahora nos dirigimos hacia una época en que podemos hablar de este tipo de actividad en una sobremesa con los amigos. El punto de partida es ciertamente más conocido, pero el individuo todavía tiene que recorrer su propia trayectoria personal. Existen muchos profesionales del tema y abundante literatura, pero cada persona tiene que encontrar su propio camino.
Hay que recordar que los implantes físicos son minoritarios. Está claro que precisan de una manipulación especial. Los implantes astrales y las técnicas de control mental también pueden ser peliagudos, pero normalmente son mucho más fáciles de solucionar por parte del profesional común. Ninguna información contenida en este capítulo pretende ser un tratado completo sobre cómo eliminar los implantes. Para ello se precisaría un libro entero. Sólo pretende ser una guía general para las personas que la necesiten.