El etnólogo estadounidense L. Taylor-Hansen tuvo oportunidad de entrevistarse en su estudio con una tribu de pieles rojas apaches asentados en Arizona. En el transcurso de la charla, Taylor-Hansen comenzó a inquietarse cuando notó suspicazmente que los aborígenes le describían tradiciones, situaciones y locaciones de una cultura que él conocía muy bien, pero no como perteneciente a la cultura apache ni al continente americano. El etnólogo mostró entonces a sus huéspedes unas fotografías de pinturas egipcias y en una de ellas, ante su total asombro, los apaches reconocieron a una de sus divinidades a la que dedicaban sus bailes folklóricos: el «Señor de la Llama y de la Luz». Y eso no fué todavía lo más sorprendente: el nombre que los aborígenes asignaban a aquél dios, era su mismo nombre mediterráneo: Ammón Ra.
Aquello no fue más que el principio: relacionando que dos de sus números sagrados eran el 8 y el 13 Taylor-Hansen los asoció con la base del calendario venusino (la relación que indica las revoluciones efectuadas durante el mismo período por la Tierra y Venus en torno al Sol se expresa como 8:13, es decir, que la Tierra lleva a cabo 8, mientras que Venus cumple 13), y esto llevó automáticamente la charla a la mención de Tiahuanaco, cuyo nombre los apaches identificaron inmediatamente como la ciudad sagrada y el centro de su legendario imperio del pasado y describieron, sin haberla visto nunca, toda la arquitectura de la ciudad, y especialmente la estatua del «blanco barbudo», con la siguiente precisión y conocimiento: «El dios empuña dos espadas en posición vertical, lo que significa «amistad hasta cierto limite. Las espadas forman ángulo recto con los antebrazos, y con la cabeza un tridente, que es nuestra señal secreta de reconocimiento. Allá donde se alza la estatua, es el lugar de nuestro origen.» Los aborígenes se sorprendieron cuando el etnólogo les informó de la existencia real de la ciudad ya que ellos la consideraban sólo como producto de una leyenda.
Pictogramas de indudable estilo sumerio se han encontrado a lo largo y ancho de América, Australia y también en Francia.
Petroglífos a lo largo de todo Los Andes utilizan el símbolo sumerio de la cruz radiante, que representaba el planeta Nibiru.
Los habitantes de la región andina, al referirse a los forasteros de otra tierra que llegaron en los tiempos antiguos los llaman Uru. La capital de Sumeria se llamaba Ur.
En “la biblia en imágenes” del Coricancha se representa a Nibiru y su órbita.
En todas las culturas ancestrales, el dios se representa con tocados cónicos, lleva trajes claros, es alto, atlético, armónico, barbado y de largos cabellos. Llega desde una tierra extraña “del sol naciente”( la tradición japonesa – donde recientemente se ha descubierto la gigantesca ciudad sumergida de Yonaguni – también hace mención a su país como la tierra “del sol naciente” utilizando exactamente la misma expresión ) y luego parte hacia “la estrella del alba” (parecidos impresionantes, algunos casi textuales, entre Viracocha ( tiahuanacos ), Oannes ( Sumerios ) , Quetzalcoatl (azteca), el “Dios Herrero” ( dogones, Africa ),Kon-Tiki ( Perú ), Tiki ( Polinesia ), y muchos otros.
Coincidencias en técnicas y materiales de pintura entre navajos, mandalas y australianos, vestigios de coca y de tabaco en las momias egipcias, reproducciones de elefantes en los capiteles de los edificios Mayas, similar cantidad de signos cueniformes en los lenguajes, algodones peruanos y egipcios de la misma variedad tetraploide, La Medusa en leyendas americanas, helénicas, chinas, etruscas, japonesas, pompeyas, borneas, neozelandesas y hawaianas, semillas de maíz dentro de la Gran Pirámide de Keops, piezas de un telar egipcio fácilmente intercambiables con uno peruano, tal su idéntica confección.
Los sumerios nombraron al río Eufrates con el nombre Urutu que significa ‘río de cobre’ y no había cobre en ese río, pero abundaba en Bolivia y Perú.
La pirámide del Sol, en Teotihuacan, México, tiene exactamente la mitad de la altura que la pirámide Egipcia de Keops, las medidas de la base, en ambas es idéntica, y cuando el último rayo del sol termina de ponerse en una, el primero aparece en la otra.
“Los primeros hombres fueron creados y moldeados; no tuvieron madre ni padre.No fueron nacidos de una mujer, no fueron producidos por un creador o formador, ni por Alom ni Caholom, más sí creados por milagro, por encanto.” “Los de la primera raza eran capaces de todo saber.Estudiaban los 4 rincones del horizonte, los 4 puntos del arco del cielo y la cara redonda de la tierra”
A nuestra manera de ver, las especulaciones en torno a si fueron los sumerios que navegaron hasta Bolivia o los tiahuanacos que lo hicieron hasta la Mesopotamia son erróneas: todos eran en un principio contemporáneos e integrantes de una mega-cultura global, que obviamente contenía similitudes arquitectónicas, simbólicas, etc.
Los investigadores que busquen conexiones entre egipcios y mayas o entre sumerios y tibetanos, obviamente las hallarán, pero a la vez estarán mirando sólo una parte del cuadro, y de alguna manera, perdiendo la escala en sus conclusiones: el pasado remoto debería estudiarse a partir de considerar la existencia de una cultura protohistórica global en un mundo unido por vías aéreas, terrestres y telepáticas ( o incluso eventualmente unido físicamente como pangea ).
Las sincronicidades estudiadas aquí plantean la muy sustentable hipótesis de un sustrato originario común constituido por una civilización avanzada ( más evolucionada que la actual civilización occidental, y nó en la misma dirección ) que existió hipotéticamente entre el 17000 y el 12000AC. ( posiblemente en convivencia con otras razas extraplanetarias, pero ése ya es otro tema ).