No percibimos visualmente a los individuos que nos rodean de manera objetiva. Investigadores de la Universidad de California del Sur (EE UU) han demostrado que los factores sociales tienen un efecto directo sobre cómo procesamos la realidad. Que a una persona le guste o le disguste otra influye en cómo procesa el cerebro sus movimientos, incluso si son tan sencillos como levantar una taza de café. Así lo han demostrado Mona Sobhani y sus colegas en un estudio que publica la revista PLoS ONE.
La mayor parte del tiempo, ver a alguien en movimiento activa a nuestras neuronas espejo. Pero si la persona a la que observamos nos desagrada por algún motivo, percibimos que se mueve más despacio de lo que realmente lo hace. Así lo ha demostrado Sobhani, que en sus experimentos presentó a una serie de sujetos como pro-nazis, mientras a otros se les etiquetaba como personas «de mente abierta», y pidió a varios individuos que los observaran. Según mostraron las imágenes obtenidas por resonancia magnética existe una diferencia clara en la activación de las neuronas de la corteza premotora ventral en función de la afinidad entre el individuo que observaba y el que estaba siendo observado. “Algo tan básico como el modo de procesar los estímulos del movimiento está relacionado con nuestras relaciones interpersonales y se ve afectado por factores sociales”, concluyen los autores de la investigación.