Pascual Serrano – www.PascualSerrano.net
El economista Juan Torres denunciaba en su libro La crisis financiera. Guía para entenderla y explicarla que en la página web del Deutsche Bank se podía leer un anuncio que decía “¿Quiere recoger los frutos de un posible aumento de los precios de los productos agrícolas? Deutsche Bank, como distribuidor, le propone dos maneras de beneficiarse”. Y a continuación presentaba dos productos financieros a través de SICAV luxemburgueses.
Aquí en España, Caixa de Cataluña anuncia su “Depósito 100% natural”. Según afirman, este depósito te da la posibilidad de obtener una rentabilidad muy atractiva condicionada por la evolución de una cesta formada por tres materias primas como el azúcar, el café y el maíz. Es decir, el inversor destina un mínimo de mil euros a un fondo que logra beneficios en la medida en que suba el precio de estos tres productos que, como todo el mundo sabe, son básicos en la dieta y economía de millones de personas del Tercer Mundo. Así, si sube el precio del maíz, miles de personas pasarán hambre mientras el inversor de Caixa de Cataluña gana dinero. “Cómo hacerse rico con el hambre de los demás”, podría anunciar su publicidad.
Gonzalo Fanjul escribe en su blog de El País el post titulado “¿Juega tu banco con el hambre del mundo?”1. Allí recuerda que Michael Masters, en la actualidad administrador de fondos de Masters Capital Management, denunciaba hace unas semanas en The Guardian2 la especulación con los alimentos y afirmaba que “la gente muere de hambre mientras que los bancos hacen su agosto en los alimentos”. Según señala el editor de The Guardian de temas de medioambiente, John Vidal, “se piensa que los mismos banqueros, fondos de inversión y actores financieros cuya especulación en los mercados financieros globales causaron la crisis hipotecaria de las sub-prime están provocando la inflación y el comportamiento ‘yo-yo’ de los precios de los alimentos.
La acusación contra ellos es que aprovechándose de las desregulación de los mercados globales de materias primas, están ganando miles de millones al especular con la comida y causar miseria en todo el planeta”. En su opinión, a mediados de los noventa, debido a las presiones de bancos y fondos de inversión sobre los políticos de Estados Unidos y Gran Bretaña, la normativa relativa a mercados de productos básicos fue abolida. De modo que contratos de compra y venta de alimentos se convirtieron en “derivados” que podían ser comprados y vendidos entre comerciantes que no tenían nada que ver con la agricultura. Así nació un nuevo mercado irreal, el de la “especulación alimentaria”. Cacao, zumos de frutas, azúcar, alimentos básicos, la carne y el café son ahora productos del mercado mundial, junto con el petróleo, el oro y los metales. Después, en 2006, llegó en Estados Unidos el desastre de las hipotecas de alto riesgo y los bancos y especuladores huyeron en estampida a mover miles de millones de dólares en fondos de pensiones y acciones en mercancías exentas de riesgo, y en especial los alimentos.
Michael Masters declaró en el Senado de los EE.UU. que en 2008 comenzó la especulación con el objetivo de subir los precios mundiales de los alimentos. Según Masters, “cuando observabas los flujos financieros se mostraba una clara evidencia que conocían muy bien los inversores, que la mayor parte del negocio [alimentario] es especulación; yo diría que entre un 70 y un 80 por ciento”.
Pues bien, ahora ya sabemos que esos especuladores no están tan lejos de nosotros, puede ser nuestro vecino o nosotros mismos y en nuestro mismo barrio puede estar la entidad financiera que utiliza el dinero para lograr que suba el precio de los alimentos básicos a costa de la vida de millones de personas. Eso sí, Caixa de Catalunya tiene también un Depósito Solidario, en el cual se destina el 50% de los intereses que debe cobrar el inversor a un proyecto de su obra social. Es decir, ponen en marcha su obra social con los beneficios de sus clientes no con los del banco.