Orgullo, soberbia, vanidad, arrogancia espiritual y humildad

«No eres más porque te alaben, ni menos porque te critiquen; lo que eres delante de Dios, eso eres y nada más».

Tomás de Kempis (1380-1471)

Palabras preliminaries

Desede hace bastante tiempo he querido realiar este pequeño estudio acerca del ORGULLO, SOBERBIA, VANIDAD, ARROGANCIA ESPIRITUAL Y HUMILDAD, sin embargo, voluntariamente siempre lo he postergado dado a que, he encontrado no es fácil realizarlo pues, por una parte, carecía de conocimientos, o confundía los conceptos o los empleaba como sinónimos. Por otro lado, debo confesar intentando ser humilde, que en mí ha existido toda una vida ciertas dosis de orgullo personal y professional. Por otra parte la vanidad no estuvo presente en mis durante muchos años lo que me indujo a considerarme «superior» a mis pares.

Por otra parte, cuando se realizan algunos estudios acerca de la Palabra de Dios, podemos caer en la Arrogancia Espiritaul al considerarnos conocedores de La Verdad, sentirnos sin pecados o justificar el pecado por las circunstancias. Es muy fácil ver en el hermano la paja en su ojo sin tener la capacidad de vernos la tremenda viga que existe en el nuestro. Esto verdaderamente es bastante serio porque, al actuar de esa manera, cortamos las bendiciones que Dios a cada instante nos brinda con su Amor Incondicional hacia nosotros y, por otra parte, dejamos de ser creibles o nos consideren de doble estandat.

Iniciaré este estudio analizando el concepto, significado y los aspectos negativos de orgullo, soberbia, vanidad y arrogancia espiritual desde una óptica «laica» y fundamentalmente Bíblica y por ultimo, la virtud que considero de gran estima en el Ser como lo es la humildad.

Quiero hacer notar que no comparto en su totalidad la apresiación de índole psicológica laica que expongo pero, me ha sido necesaria incluirla para no caer en fundamentalismos religiosos.

Pido a Dios Padre, por medio de Su hijo Jesucristo y la ayuda del Espíritu Santo, me ilumine con Su sabiduría con objeto de poder ser lo más veráz posible y que sea de ayuda para mis hermanos y hermanas en la fe que lo leerán.

Introducción

El orgullo, la arrogancia y la soberbia, se definen en un sólo, espíritu, cuyo nombre es Leviatán. Este espíritu es la raíz de tos los pecados, debido a que fue el pecado que llevó a Satanás a rebelarse en contra de Dios. Una persona que camina con orgullo, puede caer en cualquier pecado. Cada vez que una persona se enorgullece, le recuerda a Dios la rebelión que ocurrió en el cielo. Hoy día, hay un sin número de personas que han caído en pecado y no se han vuelto a levantar por causa del orgullo que anida en su corazón.

Hay palabras sinónimas para referirse al orgullo, tales como soberbia y arrogancia. Y tanto el orgullo, como la soberbia y la arrogancia, son la raíz de todos los pecados. A continuación, estudiaremos cada uno de estos conceptos que nos permitirán entender al menos medianamente este gran enemigo del ser humano.

Los conceptos de orgullo, soberbia y vanidad van de la mano, y lo cierto es que en mayor o menor medida, cualquier persona se ha dejado llevar por este fantasma emocional en algún momento de su vida. Dentro del ser humano se producen dos dualidades, la lucha entre el alma y el ego. El alma te conecta con Dios, con la vitalidad, con la humildad… Por el contrario, la soberbia y la vanidad conducen al ego, al deseo de sobresalir por encima de los demás, a la rivalidad… ¿Qué hacer entonces?

Claros antagonismos del orgullo serían la humildad, la vergüenza o la modestia que, por lo general, son considerados como virtudes.

El sano orgullo es inmediatamente distinguible del orgullo maligno (soberbia).

La vanidad es la falta de verdad, por error, estupidez o mala voluntad, en la apreciación de la propia valía. El vanidoso se atribuye una valía  mayor de la que realmente tiene. Si lleva su vanidad al extremo cae en un patético ridículo.El orgulloso, en cambio, puede tener una justa apreciación de su valía, y ésta puede ser enorme. Pero su engaño consiste en que considera que el mérito de esa valía es única y exclusivamente suyo. No soporta pensar que ha llegado a esa valía ayudado por otros y que, sin ellos, no hubiese llegado a estar donde está. Es un desagradecido que suele pagar la ayuda que le prestan con el olvido o, peor aún, con el rencor y el resentimiento. No quiere la cercanía de quienes le han ayudado, porque le recuerdan su dependencia. «El orgullo es el amor desordenado a la propia excelencia». El máximo grado del orgulloso es considerar que uno no le debe nada a Dios, que no necesita su ayuda en absoluto.

La soberbia es la falta de verdad acerca de nuestra posición e importancia en el mundo. Al soberbio le gustaría ser el más importante. Naturalmente no puede. Pero sí puede engañarse acerca de su posición en el ranking. Puede convencerse de que su impacto en la marcha de la vida es más grande de lo que en realidad es. Eso le hace sentirse poderoso. No soporta pensar que alguien pueda tener más influencia que él en los acontecimientos. Quiere controlar totalmente su vida, sin pedir nada a nadie. Aunque es difícil, el soberbio puede no ser orgulloso y hasta ser agradecido. Puede reconocer el mérito de sus padres o de sus educadores en haberle hecho como es y agradecérselo, pero piensa que una vez que ha llegado a ser lo que es, su impronta en el mundo será mayor que la de cualquiera que le haya ayudado a llegar a donde está. En su grado máximo, vomita la sola idea de Dios.

La soberbia es la causa más importante de la increencia y la más difícil de erradicar. El diablo, que no puede negar la existencia de Dios, le odia, precisamente porque Dios es Dios y él no.

La arrogancia espiritual o cinismo religioso es una actitud de manipulación de Dios. Los cínicos religiosos dicen: «Si soy creyente puedo hacer lo que sea que Dios siempre me protegerá», creyendo que Dios nos sobreprotege y nos evita asumir las consecuencias de nuestros actos. También pretenden hacer del perdón la justificación perfecta para hacer cualquier acción mala o negativa. No importa lo malo que haga, al fin y al cabo Dios me perdona. Olvidando que el perdón siempre exige un arrepentimiento verdadero y el deseo de no volver a hacer lo malo.

La humildad es el antídoto a los tres pecados de vanidad, orgullo y soberbia. Decía santa Teresa que «la humildad es vivir en la verdad. Y así es. El que vive en la verdad sabe su auténtica valía, reconoce que está en deuda con mucha gente que le ha ayudado a alcanzarla, con Dios en primer lugar, y se sabe una ínfima causa en un universo inmenso regido por un Dios providente sin el que no podría ni tan siquiera existir y en el que él sólo puede arañar la superficie por mucho poder que tenga. Sabe también que sin la colaboración de muchas personas no podría ser causa eficiente de casi nada. Busca el apoyo y la colaboración de todo el mundo y lo agradece. Sobre todo, contempla lleno de asombro y embargado por un sentimiento de pequeñez y gratitud la grandeza y la belleza del cosmos y del Dios que lo ha creado».

El orgullo

Definición conceptual:

  • Exceso de estimación propia y de los propios méritos, por el cual se cree uno superior a los demás.
  • «Arrogancia, vanidad, exceso de estimación propia
  • «Satisfacción que se experimenta por algo propio o relativo a uno mismo y que se considera valioso».
  • El orgulloso es aquel que tiene un alto concepto de si mismo y confía en todo lo que hace porque tiene la certeza de que puede hacer todo bien y que no hay nadie mejor que él.

El orgullo desde el punto de vista psicológico:

Sentirse orgulloso de si mismo por algo que se hizo bien es saludable, siempre que ese orgullo no se transforme en soberbia y esa persona se crea que es un dios que nunca se equivoca y que el resto de la gente es bien poco vale. Tener confianza en si mismo es positivo pero tenerla en exceso puede limitar a una persona a llegar hasta ahí y no intentar nada nuevo.

Desde este punto de vista (psicológico) existen dos tipos de orgullo: El Positivo y el Negativo.

  • 1. Desde el punto de vista Positivo, el orgullo, nos permite valorarnos a nosotros, a lo que somos capaces de construir, a nuestras acciones y experiencias, a nuestros propios logros así como también los logros y acciones de los demás. Nada de negativo recae en compartir nuestros éxitos y esfuerzos con las personas que queremos. «Merecemos» (merecemos realmente?) «darnos la palmadita en la espalda» cuando hicimos las cosas bien o pusimos todo nuestro empeño en lograrlo. Desde el punto de vista de la psicología, el no darnos permiso para ser orgullosos es arrebatarnos la oportunidad de valorarnos.

Barbara Fredickson, psicóloga señala que, el orgullo no es sinónimo de soberbia y que recibir halagos por nuestra labor o por cualquier otra característica positiva que poseemos es algo hermoso, debemos recibir con brazos abiertos a las personas que nos valoran y también aprender a valorarnos a nosotros. Agrega: «siéntete orgulloso de ti y de los demás y no temas aventurarte en la hermosa experiencia de amarte saludablemente a ti mismo».

  • 2. Desde el punto de vista Negativo, el orgullo propio nos puede conducir a la arrogancia al no escuchar o minimizar el aporte de los demás. Se caracteriza este orgullo porque el orgulloso siempre pasa primero, habla primero, se ubica primero tratando de hacerse ver y decir lo que tiene que decir porque cree que es lo mejor. Del mismo modo, el orgulloso se siente imprescindible y no confía en nadie más que en él mismo. Es el que tiene la familia perfecta, los hijos perfectos, la mejor casa, el que eligió el mejor auto, tiene el mejor cónyuge, y el que tiene el mejor trabajo y el sueldo más alto. El orgulloso no acepta el aporte de los demás, descarta cualquier sugerencia sólo porque no se le ocurrió a él.

El orgulloso se aferra a una postura y la defiende a muerte, sin márgenes para el error o las correcciones. Es el sabelotodo que se adhiere a utopías ya hechas para no adjudicarse a si mismo sus fracasos y es el que se identifica con todo lo que tiene.

La persona orgullosa vive pendiente de las apariencias y necesita estar primera, sentirse que ocupa el primer lugar, y que tiene lo que hay que tener para pertenecer a la clase que justifica plenamente su orgullo.

Nota:

Hago notar que, si bien es cierto comparto algunas afirmaciones desde el punto de vista psicológico, también es cierto que no las comparto en su totalidad. Mas adelante dare las razones del caso.

La Biblia y el orgullo:

¿De dónde viene el espíritu de orgullo?

El espíritu de orgullo viene desde que Satanás pecó y su corazón se enalteció en contra de Dios. Fue el orgullo lo que lo llevo a la destrucción. Se encontró en él pecado de iniquidad y orgullo, y por esa razón, Dios lo derribó de los cielos.

Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor; yo te arrojaré por tierra, y delante de los reyes te pondré por espectáculo». Ezequiel 28.17

Desde ese entonces, de alguna manera cada uno de nosotros ha sido controlado o influenciado por el espíritu de orgullo, unos en mayor grado que otros. Uno de los efectos que provoca la acción de este espíritu es la «ceguera mental». La palabra de Dios le llama, espíritu de Leviatán, «el rey de los soberbios».

¿Que es el espíritu de Leviatán? Leviatán:

Significa Rey sobre los hijos de orgullo.Cuando una persona es controlada o influenciada por el espíritu de orgullo o Leviatán, presenta tres características principales:

  • 1. Terquedad.
  • 2. Dureza de Cerviz.
  • 3. Dureza de corazón.

¿Cómo describe la Biblia al espíritu de Leviatán?

«En aquel día Jehová castigará con su espada dura, grande y fuerte a Leviatán, la serpiente veloz, a Leviatán, la serpiente tortuosa; y matará al dragón que está en el mar». Isaías 27.1

«Aplastaste las cabezas del Leviatán y lo diste por comida a los habitantes del desierto». Salmos 74.14

Dios formula preguntas en el libro de Job (capítulo 41) acerca del espíritu de Leviatán. A través de cada una de estas preguntas, el Señor nos revela la naturaleza de Leviatán: «¡¿Sacarás tú al leviatán con anzuelo, o con cuerda que le eches en su lengua? ¿Pondrás tú soga en sus narices, y horadarás con garfio su quijada?» Job 41:1-2.

Esta pregunta que Dios hace a Job es acerca de la inhabilidad del hombre para dominar por sí sólo este espíritu. Nosotros, los seres humanos, no podemos sujetarlo con una soga, ni atarle su quijada. La única manera de vencerlo es por medio de la ayuda de Dios, reconociendo en humildad, que nada se puede hacer sin Jesús. El comienzo de la humildad es reconocer nuestras limitaciones y nuestra dependencia de Dios. La persona orgullosa no depende de Dios para vivir y hacer las cosas en su vida; sino que se basta a sí misma para obtener lo que quiere.

Una persona influenciada por este espíritu no considera la oración como algo importante. Hemos encontrado que el espíritu de Leviatán o de orgullo es un obstáculo para la oración. Hay personas que tienen dificultad para orar porque están bajo la influencia de Leviatán; a veces, hasta se quedan dormidas como una manifestación de este espíritu. La gente orgullosa no ve ni siente la necesidad de orar. Las personas humildes reconocen la necesidad de buscar a Dios y de rezar porque saben que, sin Él, no pueden vivir. Sin embargo, los orgullosos tomar decisiones sin buscar la voluntad del Señor en oración, pues no lo consideran necesario. «…el malo por la altivez de su rostro no busca a Dios; no hay Dios en ninguno de sus pensamiento«. Salmo 10:4.

A las personas orgullosas, se les hace difícil aceptar y pedir ayuda; y a menudo, hablan en un duro. Les cuesta recibir de la gente regalos o hasta los favores más pequeños.

El orgullo se convierte en un obstáculo para las personas que entran en un pacto de amistad o una relación íntima. Las personas bajo la influencia del espíritu de orgullo trabajan solos; en otras palabras, sin cobertura ni bajo autoridad alguna.

En repetidas ocasiones, vemos divorcios, destrucción de noviazgos… causados por la influencia del espíritu de Leviatán, que hace que las personas no perdonen ni se humillen, prefiriendo así romper el pacto matrimonial, de noviazgo o amistad.

El orgullo ciega a la persona, impidiendo que reciba y camine en el pacto que tiene a través de la sangre de Jesús. Algunas personas no tienen revelación de lo que es liberación, sanidad, prosperidad, fe y otras verdades que están en la Biblia.

«¿Hará un pacto contigo para que lo tomes por esclavo para siempre?» Job 41.4

Un esclavo en Cristo, es un creyente que sirve al pueblo, y si quieres servir, te puede encontrar con que el orgullo te va a impedir someterse y servir a otros, puesto que se requiere humildad para hacerlo. El orgullo siempre quiere estar por encima y en control. Una persona orgullosa quiere que todo el mundo se someta a ella y le sirva. Si tienes problemas para someterte y para servir, es porque tienes alguna influencia de Leviatán. Jesús es nuestro ejemplo de humildad, ya que Él se humilló y se hizo hombre por nosotros.

El orgullo te dará batalla en todo lo que hagas. Un consejo importante: Nunca te metas en contienda con una persona orgullosa, porque siempre habrá discusión debido a que la contienda es parte de su vida, es algo que lleva por dentro, y su satisfacción es ver humillada a la persona que se atreva a oponérsele. Toda persona contenciosa es orgullosa. La palabra de Dios nos enseña que: Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes». Santiago 4.6

Lo que nos está diciendo esta escritura, es que Dios se resiste, como un general, para no dejar avanzar a una persona que sea orgullosa en ninguna área de su vida, y como resultado, le va mal en todo. Algunos se preguntan: ¿Por qué me va mal en mis finanzas? ¿Por qué me va mal con mis hijos y mi cónyuge? ¿Por qué Dios no contesta mis oraciones? ¿Por qué siempre que hago algo me sale mal? La respuesta a estas preguntas es que hay un general que lo está resistiendo, y ese general, es Dios mismo. «Su espalda está cubierta de fuertes escudos, cerrados estrechamente entre sí». Job 41.15

El espíritu de Leviatán u orgullo se cubre con otros espíritus para protegerse a sí mismo de los ataques. Estos espíritus funcionan como escudos, para volverlo impenetrable. Estos demonios que lo protegen, son con los que se tiene que lidiar primero para luego echar fuera al espíritu fuerte (Leviatán).

Algunas personas no pueden recibir santidad porque su reino está protegido con escudos. Por ejemplo, algunas personas influenciadas por este espíritu de orgullo, se protegen con espíritus de rechazo, lujuria, inseguridad, vergüenza, temor y otros. Todos estos espíritus se encuentran en una persona que tiene espíritu de orgullo. Algunas veces, las personas dan «razones» por las cuales son orgullosas. Todo el tiempo están levantando paredes para no dar amor ni darle el corazón a nadie. Lo más terrible de todo esto, es que la persona que tiene el espíritu de Leviatán, está tan cegada que no se da cuenta de que es orgullosa. Estas razones provienen de los espíritus (escudo del Leviatán), que están ejerciendo su tarea de protegerlo.

La persona que está cegada por el espíritu de Leviatán, es impenetrable, no se puede llegar a su corazón y, si por casualidad se llegase a tocar su corazón, pronto se alejarán argumentando razones para tal alejamiento, razones que siempre son producto de su orgullo. Dios mismo tiene que romper ese corazón a través del padecimiento y del dolor para poder penetrar esa coraza. Házte esta pregunta: ¿Hay algún área de mi vida que es impenetrable, que la estoy cubriendo de alguna manera? El poder de Leviatán es roto, solamente cuando echamos fuera aquellos espíritus que lo protegen.

«El uno se junta con el otro de modo que el viento no pasa entre ellos». Job 41:16.

El viento, en el idioma griego, es «pneuma», que significa espíritu; y si lo aplicamos a lo que estábamos hablando anteriormente, diríamos que las escamas están tan apretadas entre sí, que ni siquiera el Espíritu Santo (viento) puede pasar, entrar. El orgullo es un espíritu que bloquea a una persona para que no pueda fluir en lo espiritual. A menudo, las personas a las que les cuesta mucho fluir en los dones del Espíritu Santo, son las que están batallando con el espíritu de Leviatán. El enemigo habla a la mente y al corazón de la persona orgullosa, dándoles razonamientos y excusas, tales como: «tú lo tienes todo, no necesitas nada más, no necesitas cambiar, tu denominación es la correcta, tu determinación es la correcta y todo el mundo está mal, tú tienes la sana doctrina, y la verdad». Dios quiere cambiar eso por medio de su Espíritu Santo; pero nosotros, por nuestro orgullo, no lo dejamos.

El espíritu de orgullo en una persona, bloquea todo aquello que la pudiera llevar a cambiar para mejorar y ser diferente; bloquea su corazón para que, al momento de ser corregida, rechace la corrección y no pueda crecer espiritualmente, que es lo que sucede cuando una persona recibe la disciplina.

«Unido está el uno con el otro, trabados entre sí, no se pueden separar». Job 41;17

Los demonios suman fuerza cuando se juntan (crean una cadena de ataduras en la persona), ayudándose mutuamente para mantener protegido al «hombre fuerte». Si estas personas no buscan su liberación, pueden permanecer «atadas» durante muchos años; pero, en el momento en que deciden humillarse y arrepentirse, el Señor puede y quiere obrar en ellas. «Cuando estornuda, lanza relámpagos; sus ojos son como los párpados del alba. 19De su boca salen llamaradas; centellas de fuego brotan de ella». Job 41:18-19

Este espíritu orgulloso es un dragón que se manifiesta a través de la lengua. Santiago 3:15 dice: «Así también la lengua es un miembro pequeño pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego!»

Ésta es una referencia obvia al orgullo. Leviatán manifiesta lo que es a través de la lengua. ¿Cómo lo hace?

  • 1. Jactándose (recordemos que el soberbio es uno que se jacta de sus logros, que exagera facultades y virtudes que no tiene, y siente en su corazón y dice con su boca que haría cualquier cosa, mejor que los otros).
  • 2. Mintiendo exageradamente.
  • 3. Maldiciendo continuamente. La persona orgullosa siempre está hablando mal de otros y exaltándose a sí misma.

«Por el pecado de su boca por la palabra de sus labios sean ellos presos en su soberbia y por la maldición y mentira que profieren». Salmo 59.12

Dos de los pecados de orgullo son maldecir y mentir.

Una persona orgullosa se jacta continuamente. Pero, ¿qué es jactarse? Jactarse significa hablar de uno mismo con vanagloria; es alardear, presumir, ostentar de lo que se tiene o se cree ser o tener. ¿Por qué las personas mienten acerca de su edad? ¿Por qué mienten acerca de su estado civil, de su raza, nacionalidad, origen y pasado? Porque un espíritu de orgullo los está influenciando.

«De sus narices sale humo, como de una olla o caldero que hierve». Job 41.20

«Un caldero u olla que hierve». La palabra hervir nos da a entender un estado de agitación emocional y sentimental, referentes a la ira y a la contienda. La ira y la contienda son manifestaciones del orgullo. Proverbios 73:70 dice: «Ciertamente la soberbia produce discordia, pero con los prudentes está la sabiduría».

«Un hombre que se cree importante a sí mismo, provoca riñas y disputas». Aquellos que son fácilmente dados a las contiendas, a las riñas y a la ira, son controlados por Leviatán. El espíritu de Leviatán es el que incita a las personas a provocar contiendas, chismesa, discusiones entre los hermanos, la familia y en el hogar. La ira y la contienda van de la mano. Por esa razón Job dice en «En su cerviz está su fuerza, y delante de él cunde el desaliento». Job 41:22

Hay dos fuentes que manifiestan el Espíritu de Leviatán, y éstas son:

  • 1. La testarudez
  • 2. La dureza de corazón

De acuerdo al versículo citado, Leviatán es fuerte en su cerviz o cuello. «En su cerviz está la fuerza». Esto se refiere a que el ser testarudo y rebelde es una manifestación del orgullo. Las personas orgullosas odian la sumisión a la autoridad, y son como el mulo, es decir, nunca cambian su mentalidad. A esta clase de personas, se les considera de «mente cerrada»; nunca salen de su caja. Nunca ceden la razón a nadie.

¿Qué significa ser testarudo «necio-necedad» o de dura cerviz?

La persona que es testaruda, se rehúsa a cambiar; no admite que está equivocada ni pide perdón. Hay algunas personas que se rehúsan a cambiar su vida , y por eso, Dios no ha obrado en ellas. También, se rehúsan a cambiar en su vida sentimental o su matrimonio porque siempre están culpando a la mujer o al hombre, y mientras cada uno no tome responsabilidad de sus actos y se humille, no habrá cambio.

¿Por qué las personas van de iglesia en iglesia y no se plantan en ninguna?

Porque se rehúsan a cambiar. Tienen una luna de miel con el sacerdote o el pastor y la iglesia mientras no se les dice nada que los contraríe. Cuando se les dice la verdad, se van. Cuando las hieren, se van, porque no soportan la presión de sus líderes ni la presión de servir.

Muestran una gran resistencia al cambio, y todo esto, no es otra cosa que una manifestación del espíritu de Leviatán. Una señal de que estás creciendo espiritualmente en un lugar, en el ámbito y familiar, es que hay cambios en tu vida. Los cambios son señales de que Dios está trabajando en tu corazón y que no lo estás resistiendo; si estás cambiando, regocíjese. Por ejemplo, si antes te gustaba decir malas palabras y maldecir y ya no lo hace, significa que está cambiando. Si antes no diezmaba, y ahora has decidido obedecer para recibir más bendición diezmando, quiere decir que estás cambiando. Si antes eras controlado por la ira y ahora logras controlar tu ira, es porque está cambiando; no estás resistiendo a Dios, sino que te estás dejando moldear por Él. «Firme es como una piedra su corazón, fuerte como la piedra de un molino». Job 41:24

Una persona influenciada con el espíritu de Leviatán, tiene su corazón endurecido, y por eso, no puede ser sensible a la voz de Dios. El endurecimiento del corazón es causa de las heridas emocionales del pasado y de la práctica del pecado continuo. Esto lleva a la persona orgullosa a endurecer su corazón. Veamos lo que Jesús dijo en Marcos 8:17 «Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Qué discutís, por qué no tenéis pan? ¿No entendéis ni comprendéis? ¿Aún tenéis endurecido vuestro corazón?». Esta condición de endurecimiento de corazón, da como resultado ceguera y sordera espiritual. Eso le ocurre a aquellos individuos orgullosos no entendidos ni oidores de la Palabra. Es alguien que casi nunca llora, que no sufre quebrantamiento en su corazón.

Una persona orgullosa siempre provoca grandes problemas de contienda dondequiera que vaya, y agita todo a su alrededor. A veces no es sensible a la necesidad de la familia ni de las personas en general. De cosas minúsculas, forma un gran problema, y hace enojar a todos los que están con ella. «Menosprecia toda cosa alta; es rey sobre todos los soberbios». Job 41:34

Menosprecia todo aquello que le hable o le recuerde que hay que humillarse, servir, depender de Dios. Todo aquello que es noble y bueno, lo desprecia. El espíritu de Leviatán menosprecia la oración, menosprecia el amor a los demás, a Dios y a su Palabra, y su único deseo es exaltarse a sí mismo.

¿Cuáles son los espíritus relacionados con Leviatán?

Ira, Brujería, Arrogancia, Perfeccionismo, Contención, Rebeldía, Desobediencia, Vanidad, Independencia, Adivinación, Mentira, Rechazo.

El espíritu de orgullo es un espíritu que compensa a la persona que se siente rechazada. Cuando una persona se siente rechazada, el orgullo causa que ella sienta una falsa seguridad y que ella se sienta mejor acerca de sí misma. El espíritu de orgullo causa que la persona se cubra y se esconda, que sienta miedo de ser ella misma, porque eso lo hace vulnerable.

El orgullo, pecado capital:

Una valoración negativa del término resultan del cristianismo que relaciona al orgullo con la persona vanidosa y prepotente que suele dejar a Dios de lado. Para la Iglesia Católica, el orgullo y la soberbia, son unos de los siete pecados capitales que manifestó santo Tomás de Aquino.

Existe una diferencia entre la clase de orgullo que Dios odia (Prov 8:13) y la clase de orgullo que sentimos acerca de un trabajo bien realizado. La clase de orgullo que procede de la auto-justificación es pecado y Dios la aborrece porque es un obstáculo para buscarle a Él. El Salmo 10:4 explica que los orgullosos están tan llenos de sí mismos que sus pensamientos están lejos de Dios. «El malo, por la altivez de su rostro, no busca a Dios; no hay Dios en ninguno de sus pensamientos.» Esta clase de orgullo altanero, es lo opuesto al espíritu de humildad que Dios busca: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.» Mateo 5:3. De esta manera, los «pobres de espíritu» son aquellos que reconocen su total bancarrota espiritual y su inhabilidad para venir a Dios aparte de Su divina gracia.

Los orgullosos, por otra parte, están tan cegados por su soberbia, que piensan que no tienen necesidad de Dios o aún peor, que Dios debe aceptarlos como son, porque ellos merecen ser aceptados.

A través de toda la Escritura, se nos habla acerca de las consecuencias del orgullo. Proverbios 16:18-19 nos dice que, «Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu. Mejor es humillar el espíritu con los humildes, que repartir despojos con los soberbios.» Satanás fue echado del cielo por su orgullo (Isaías 14:12-15). Él tuvo la egoísta audacia de intentar reemplazar a Dios mismo como el legítimo gobernante del universo. Pero Satanás será lanzado al abismo del infierno en el juicio final de Dios. De la misma manera, para aquellos que se levantan desafiantes contra Dios, no les espera nada más que el desastre, «Porque yo me levantaré contra ellos, dice Jehová de los ejércitos, y raeré de Babilonia el nombre y el remanente, hijo y nieto, dice Jehová.» (Isaías 14:22).

El rehusar admitir el pecado o justificarlo como también querer reconocer que hemos logrado tal o cual objetivo por nuestra propia valía no llegaremos a vivir y heredad la vida eterna. El orgullo, ha sido una piedra de tropiezo para la gente soberbia. No debemos sentirnos superiores de nosotros mismos, pero si queremos glorificar algo, entonces debemos proclamar la exelencia Dios Padre. Lo que decimos de nosotros mismos, no significa nada en la obra de Dios. Es lo que Dios dice acerca de nosotros, lo que hace la diferencia. «Nosotros no debemos jactarnos más de lo debido. «Nos limitaremos al campo que Dios nos ha asignado según su medida, en la cual también ustedes están incluidos». (2Cor 10:13).

¿Por qué es el orgullo un pecado tan grande?. Muy simple, es porque el orgullo es darnos el crédito a nosotros mismos por algo que Dios ha hecho en nosotros o por nosotros. El orgullo toma la gloria que solo le corresponde a Dios y nos la da a nosotros mismos. El orgullo es en esencia una auto-adoración. Cualquier cosa que hubiéramos hecho en este mundo, no habría sido posible si Dios no nos hubiera permitido realizarla. Por esta razón le damos la Gloria y elevamos Alabanzas a Dios porque solo Él la merece.

El sabio es libre cuando obedece a Dios:

El principio de la sabiduría es el temor de Dios dice Salomón: «El sabio de corazón recibirá los mandamientos…» Prov. 10:8. Esto quiere decir que un hombre sabio de verdad, observará los preceptos de Dios para cumplirlos ¡no para desacatarlos! El hombre sabio se aparta del mal para no ofender a Dios. Se aparta del orgullo. Por eso David exclamó: «En tus mandamientos meditaré; consideraré tus caminos. Me regocijaré en tus estatutos; no me olvidaré de tus palabras» Sal 119:15-16.

Hay personas que quieren vivir sin prohibiciones, o sin leyes divinas que los rijan. Afirman que quieren ser «libres» y no «esclavos» de reglas o mandatos divinos que no les dejen «disfrutar» de la vida. Pero estas personas NO saben que los que desobedecen a Dios, y a sus leyes, son esclavos del pecado. Al respecto dice Jesús: «…todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado.» Juan 8:34.  Es decir, el que no quiere obedecer los mandamientos de Dios, se vuelve esclavo de su carne, de sus pasiones, y de sus vicios. Quien es verdaderamente libre es aquel que se ha decidido a dejar el pecado de orgullo, y esto significa; someterse a los mandamientos de Dios con humildad. De modo que si quieres ser verdaderamente libre de tu orgullo, debe seguir el siguiente consejo de Jesús:  «Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres» Juan 8:36. Sí, Jesús es el único que puede libertar al pecador perdido y esclavo. Sólo Cristo; su doctrina y sus mandamientos, pueden hacernos libres de orgullo.

El orgullo en el corazón:

La Biblia nos dice, «El malo, por la altivez de su rostro, no busca a Dios» Salmo 10:4. El asunto no es cómo impresiona una persona (de hablar suave, gracioso), sino más bien, la condición humilde de su corazón para con Dios.

El orgulloso busca su propia honor y no la gloria de Dios. La Escritura también nos dice:

  • «Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu» Prov. 16:18.
  • Dios odia el orgullo de los hombres, y también odia a aquellos hombres que lo poseen: «Los insensatos no estarán delante de tus ojos; aborreces a todos los que hacen iniquidad» Salmo 5:5.

Aquellos que hacen iniquidad son los mismos hombres orgullosos que rechazan a Dios:

  • «Dice el necio en su corazón: No hay Dios… ¿No tienen discernimiento todos los que hacen iniquidad?» Salmo 14:1-4. Y también,
  • «Abominación es a Jehová todo altivo de corazón, ciertamente no quedará impune» Proverbios. 16:).

En cuanto a aquellos que son humildes de corazón ante Dios, Dios ha prometido bendecirles. «Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad» Mateo 5:5.  Dios ha prometido quitar al orgulloso del poder y establecer a los mansos como los habitantes y regentes de la tierra. Entonces, te pregunto: Cuál es tu meta en esta vida? Quieres realmente vivir ya la vida eterna y prolongar esta vida mas allá de tu muerte física?. Si es lo que quieres, deja tu orgullo y pide a Dios te de un corzón de carne humilde desterrando tu orgullo que a nada positive te conduce.

Sin embargo, el corazón humano es engañoso y desesperadamente malvado, aún entre aquellos a quienes Cristo ha salvado. Los humildes por quienes Cristo murió y que están sujetos al pecado del orgullo mundano, frustran la bendición de Dios. Juan escribió para amonestarnos contra esta tentación, «No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo» 1 Juan 2:15-16. Pedro también advierte a los creyentes de la condenación de Dios contra el ser orgulloso, «Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestios de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes» 1 Pedro 5:5.

Mirado a la luz de la verdad, no tenemos ninguna razón para ser orgullosos. Saquemos de nuestra biblioteca la Biblia para leer y estudiar algunos versículos que así lo corraboran.

  • 1. Fuimos creados por otro.  Vinimos como niños desvalidos y no tuvimos decisión en el asunto. Nosotros no escogimos ser hombre o mujer, fuerte ó débil. (Sal.100:3, 1Co.6:19-20; Job 38:4)
  • 2. Tenemos una naturaleza pecaminosa que no podemos cambiar (Jer.13:23; Sal.39:5; Is.64:6). Si hay algo justo en nosotros, vino de Dios. Nada bueno sale de nosotros si no es de Dios (Ro.7:18-21).
  • 3. No tenemos habilidad o poder alguno salvo el que Dios nos da.  Toda  habilidad física, mental o espiritual, viene de Dios (Dt .8:18; 1Co.4:7; Stg.l:17; Jn.3:27) El hombre no tiene habilidad en si mismo para hacer nada.
  • 4. No podemos controlar nuestro destino ó guiamos a nosotros mismos  (Jer.10:23; St.4:13-16; Ec.8:8). El hombre no puede controlar lo  que traerá el mañana, tampoco se entiende a si mismo, ni tiene las  respuestas  a  sus  verdaderas necesidades. No puede hacer cosa alguna sin la ayuda de Dios. Así que cuando el hombre es orgulloso, está engañado.   El Apóstol Pablo nos exhorta a no pensar de nosotros mismos más alto de lo debido, y a no ser sabios en nuestra propia opinión. El problema está en lo que estamos pensando.  Por naturaleza  tenemos  una mente  altiva  (Ro.12:2-3,16;  Pr.23:4; Gá.6:3; 1 Co.8:2).

Algunas características sobre la persona orgullosa.

Los invito a que analicemos estas caracterícticas que tienen las personas orgullosas con toda honestidad. Para ello, pidamos en oración la ayuda al Espíritu Santo para que nos illumine, nos de sabiduría y veracidad y, de esta manera, reconocer si algunas de ellas están presentes en nuestras vida. No busquemos justificaciones por nuestros actos pues justificarse, es no reconocer nuestros errores, faltas y pecados. Una institución cuyo deber es la defensa nacional dice: «La justificación agrava la falta».

Un ejemplo de justificación sería: «si soy orgulloso de mis logros en la vida, se debe a que con mucho esfuerzo y perseverancia he logrado ser lo que soy y tener lo que tengo. Este tipo de justificación es no reconocer que lo que eres y tienes, -si bien es cierto ha sido con tu esfuerzo-, no es menos cierto que se debe a las bendiciones que Dios te ha dado para lograrlo. No reconocer que es Dios es el que te ha dado ciertas capacidades, que te ha bendecido, simplemente es negar el poder de Dios en tu vida.

    • EL ORGULLO hace que el hombre trate de aparentar ser algo que no son. El orgullo por lo tanto nos hace falsos e hipócritas.
    • EL ORGULLO debido a que nos hace tratar de aparentar lo que no somos, nos coloca bajo una tensión indebida. Cuando se está tenso, también se está agotado. Así que el orgullo nos consume emocionalmente y es el responsable de nuestro agotamiento y crisis nerviosas.
    • EL ORGULLO nos hace tener una alta opinión de nosotros mismos y ver inferiores a otros y sus opiniones. El orgullo puede ser muy descortés, mientras que una muestra de grandeza es la habilidad de recibir de otros, cualquiera  que  sea su nivel. El orgullo definitivamente empequeñece al ser humano.
    • EL ORGULLO es pretencioso y cree que tiene todas las respuestas, lo cual no es cierto. Debido al orgullo, la gente no escucha a otros, por lo tanto el orgullo es falta de sabiduría.
    • EL ORGULLO hace que el hombre albergue ideas muy elevadas de si mismo e induce a muchos a vivir en un mundo de sueños. ¡Nadie es tan grande como yo! o «¡Soy la respuesta a los problemas del mundo!» (Gá.6:3).
    • EL ORGULLO  puede estar  en el fondo de la timidez  o vergüenza.  Una persona tímida no se expondrá a ser vulnerable y con mucho cuidado se protegerá a si misma.  ¡Qué horrible si me equivoco, qué tremendo si me critican, se van a dar cuenta de como soy, me van a humillar! El orgullo es la raíz de ciertos temores. El orgullo protege arduamente al Yo. Jesús fue humilde, vulnerable y estuvo dispuesto a verse como un fracaso.
    • EL ORGULLO busca lo suyo propio y anhela la alabanza de los hombres. El orgullo lucha por tener un gran nombre, titulo propio y gran popularidad. El orgullo ama la publicidad y desea ser el centro de atención, y le preocupa más la opinión de los demás que la de Dios (Jn.5:44). El orgullo utiliza retóricas y palabras elevadas que la gente ordinaria desconoce y ni sabe pronunciar,  con el  fin de exaltarse a si mismo y sonar superior. Satanás es un intelectual complicado y así son los cristianos  orgullosos  (2Co.11:3).  Jesús  utilizó  las palabras más simples y sencillas cuando enseñaba.  Jesús nunca pretendió obtener  una reputación terrenal (Fil.2:5-8).
    • EL ORGULLO es la razón de una disposición violenta. La gente orgullosa tiene terribles arranques de cólera debido a que su ego es muy sensible y no consiguen lo que quieren. Con la ira viene la amargura, el resentimiento y muchos otros males.
    • EL ORGULLO es la razón principal de la falta de paz. Muchos conflictos cesan cuando el orgullo ha sido purgado.
Partes: 1, 2, 3, 4

http://www.monografias.com/trabajos97/orgullo-soberbia-vanidad-arrogancia-espiritual-y-humildad/orgullo-soberbia-vanidad-arrogancia-espiritual-y-humildad.shtml

2 comentarios en “Orgullo, soberbia, vanidad, arrogancia espiritual y humildad

  1. Bendiciones está enseñanza ha sido de mucha bendición para mi vida; muchas gracias y que Dios a través de su Santo Espíritu me de la sabiduría para ver cuáles son las áreas de mi vida que necesito cambiar, y pueda compartir está enseñanza con otros.
    Muchas gracias; bendiciones y adelante en el Nombre del Señor.

  2. Bendiciones está enseñanza ha sido de mucha bendición para mi vida; muchas gracias y que Dios a través de su Santo Espíritu me de la sabiduría para ver cuáles son las áreas de mi vida que necesito cambiar, y pueda compartir está enseñanza con otros.
    Muchas gracias; bendiciones y adelante en el Nombre del Señor.

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