No percibimos el mundo, percibimos la predicción que hace nuestro cerebro: vivimos una ‘alucinación controlada’

La conciencia humana es el ámbito del debate más intenso entre filósofos y neurocientíficos, el terreno que parece desafiar la ciencia materialista o, en palabras de David Chalrmers, «el problema duro».

El neurocientífico Anil Seth propone una teoría radical sobre la conciencia: en lugar de ser una percepción objetiva del mundo, nuestra realidad es más bien una «alucinación controlada» generada por el cerebro. Esta idea ya fe esbozada en cierta manera, aunque con conclusiones muy distintas, por los filósofos de la escuela budista yogacara, que consideraban que todo lo que vemos es una representación de la mente.  Para ellos, sin embargo, no es que el cerebro haga una predicción con base a algo realmente existente allá afuera, sino que crea representaciones con base a estados previos de conciencia. 

Según Seth, el cerebro no recibe información sensorial del mundo de forma pasiva. En cambio, construye activamente un modelo del mundo a través de predicciones. Constantemente hace suposiciones sobre lo que debería estar sucediendo en el entorno, y luego refina esas suposiciones a medida que recibe nueva información.

Nuestras experiencias conscientes, tanto del mundo exterior como de nosotros mismos en él, son el resultado de este proceso de predicción y corrección. El cerebro nunca tiene acceso directo a la realidad «objetiva» que hay afuera.

Esta teoría se basa en la idea de que la función principal del cerebro es mantener la estabilidad fisiológica (homeostasis). Seth argumenta que la autopercepción se trata fundamentalmente de lograr este equilibrio interno.

El cerebro predice constantemente el estado de nuestro cuerpo, incluyendo cosas como los niveles de azúcar en sangre. Si hay una desviación de lo esperado, el cerebro toma medidas para volver a la normalidad.

Estas medidas pueden ser fisiológicas, como la secreción de insulina, o conductuales, como buscar comida. La forma en que percibimos nuestro cuerpo y nuestras emociones también está relacionada con este proceso de predicción.

La teoría de Seth tiene algunas implicaciones interesantes. Por ejemplo, sugiere que la sensación de tener un «yo» estable e inmutable a lo largo del tiempo podría ser una ilusión. Nuestro cerebro puede estar predispuesto a pensar que somos más estables de lo que realmente somos para facilitar la regulación fisiológica. De nuevo aquí, la teoría de Seth hace eco de la filosofía budista y su doctrina de anatman, o ausencia de un sí mismo.

También sugiere que la conciencia podría ser un fenómeno dependiente del sustrato, lo que significa que solo sería posible en organismos biológicos con cerebros que funcionan de manera similar al nuestro.

Las ideas de Seth se basan en el trabajo de otros neurocientíficos como Antonio Damasio, quien enfatiza la importancia de las emociones y el cuerpo en la formación de la conciencia.

Imagen: MIT Tech Review

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