“No podemos cogérnosla con papel de fumar toda la vida, compañeros”

El diputado de la CUP Antonio Baños vota en voz alta ayer en la sesión vespertina del pleno del Parlament de Cataluña, en la segunda jornada del debate de investidura de Artur Mas como nuevo presidente catalán. EFE

Lo que hace más interesante a las CUP es su funcionamiento interno. Recogiendo la tradición libertaria, sus decisiones políticas se adoptan en asamblea tras un debate previo, profundo. Eso es lo que no han entendido aún Artur Mas y su élite. Al viejo periodista, los debates de la formación deAntonio Baños lo retrotraen a las épocas en las que la CNT discutía acerca de si debía o no presentarse a las elecciones sindicales, mientras que UGT y CCO lo tenían clarísimo y se presentaban. La cosa anarquista se dividía entre puristas y posibilistas. Así le fue a la CNT, dicho sea de paso.

Las urnas han querido que sean precisamente los cupaires quienes tengan en su mano la elección de Mas. Este, después de ceder en los gestos, la especialidad de la casa, ha dicho que no piensa moverse ni un milímetro. Es una cuestión nominal. El mismo Baños lo dijo en el debate de investidura. “Si estuviésemos hablando de otro candidato, ya tendríamos gobierno”.

Ese es el obstáculo principal, Mas. Catalunya está viviendo un periodo de interinaje que, si no se remedia, va a dejarla paralizada, más de lo que ya lleva en los últimos cinco años en los que CDC ha vivido del proceso, manifestaciones, proclamas huecas, celebraciones fastuosas y  de humo. Mientras efectuaba, todo sea dicho, los recortes más salvajes en sanidad, educación y servicios sociales de Europa.

Las CUP quieren ir más allá de la retórica. Piden un plan de choque frente a la pobreza, piden que la Generalitat sea intervencionista en la economía, piden empezar en serio a construir la república catalana,  piden lo que debe pedir una formación de extrema izquierda y separatista. Su coherencia es total, frente al tacticismo y la capacidad de vender alfombras que exhibe Mas.

Ahora bien, justamente por ser como son, la discusión que mantienen sus asambleas locales es duro y podría acabar afectando a ésa unidad de la que hace gala su nombre, Candidatures d’Unitat Popular. Todos saben que de ése debate saldrá, o Mas president o, casi con toda seguridad, la convocatoria de unas nuevas elecciones.

Veamos que argumentan unos y otros.

A favor y en contra
Los partidarios del no tienen su argumentario bien trabado: no podemos investir a alguien que, como Mas, es el líder de un partido minado por casos de presunta corrupción, de ideología neocon y con unos orígenes que no casan en absoluto con los de las CUP. Hasta ahí, lo que hemos escuchado durante y después de la campaña catalana.

Pero empiezan a sonar algunas voces que, desde la buena fe o desde intenciones menos claras, defienden que no votar a Mas es parar indefinidamente el proceso, condenar a Catalunya a que, por ejemplo, la pobreza energética azote un invierno más a las clases más desprotegidas, permitir que CDC siga gobernando en contra de los trabajadores, haciendo, en definitiva, lo que prometen que no harán si los cupaires les dan apoyo.

Los críticos argumentan, además, que no pueden quedar ante la opinión pública como unos que, por salvaguardar su ideología, echan por la borda la hoja de ruta secesionista. Ponderan que, con su influencia, podrían lograr mejoras para las clases populares y que ésa oportunidad no pasa cada día. Los pragmáticos, por llamarlos así, defienden que ha llegado el momento de mancharse las manos, en el buen sentido de la palabra, e involucrarse en la dirección de un hipotético gobierno en el que Mas cedería protagonismo ante las tres vicepresidencias ocupadas por Junqueras, Romevay Munté.

“No podemos cogérnosla con papel de fumar toda la vida, compañeros”, dijo un dirigente local de las CUP en una asamblea. El discurso está empezando a calar entre las bases y ya son muchos los que piensan que se debe ejercer presión ante Junts Pel Sí. ¿No se ha comprometido Mas a someterse a una moción de confianza antes de un año? ¿No les ofrece ser los controladores de su acción de gobierno? ¿No ha firmado la declaración secesionista a espaldas de su propio partido? ¿Qué se pretende, que de ésta situación de impasse salgan beneficiados el PSC o Catalunya Sí que es Pot? “¿A qué jugamos, compañeros, a hacer de políticos o a hacer política?”, reclamaba otro dirigente cupaire no hace muchos días.

Ciertamente, es un debate que suena a antiguo, el de la ideología o la praxis. Todas las fuerzas revolucionarias lo han experimentado a lo largo de la historia. Ahora se trata de saber si las CUP se mantendrán fieles a su esencia o empezarán a comportarse como cualquier otro partido.

De momento, ya tienen sector crítico.

http://www.elplural.com/2015/11/20/crisis-en-el-seno-de-la-cup/

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