«Cuando hablamos del agua, pensamos espontáneamente en esas extensiones líquidas que son los ríos, los lagos, los mares… Pero, en la naturaleza, el agua no es visible necesariamente: está presente por todas partes en la atmósfera bajo forma de humedad; luego, al condensarse, se convierte en vapor, en bruma, en nubes, en niebla, en gotas de lluvia. Bajo el efecto del frío, puede solidificarse y convertirse en hielo. Y cuando cae del cielo, puede ser no sólo como gotas de lluvia, sino también de ligeros copos de nieve o de granizo capaz de golpear a la gente, arrasar los campos de cultivo y dañar los tejados de las casas.
El agua es pues un elemento de múltiples aspectos. Por analogía, nos hace comprender cómo la materia original pasa alternativamente por diferentes estados, más densos o más sutiles. Del mismo modo, nuestro cuerpo físico, nuestra alma y nuestro espíritu son manifestaciones diferentes de una materia única. No existe ninguna ruptura real entre ellos.»
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