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Los niños nacidos tras haber sido expuestos a niveles altos de compuestos químicos ‘organoclorados’ durante el embarazo tienen un 80 por ciento más de posibilidades de desarrollar autismo, según un estudio publicado en la revista ‘ Environmental Health Perspectives’ y realizado por investigadores de la Universidad de Drexel.
Estos químicos fueron prohibidos en Estados Unidos en 1977, pero pueden permanecer en el medio ambiente y ser absorbidos en la grasa de los animales de los que se alimentan los seres humanos. Para realizar el estudio se analizó una muestra de 1.144 niños, nacidos en el sur de California entre 2000 y 2003, de ellos, 545 fueron diagnosticados con trastorno del espectro autista, 181 con discapacidad intelectual, pero sin diagnóstico de autismo, y 418 con diagnóstico de ninguno de ellos.
Los análisis de sangre que se tomaron a partir del segundo trimestre a las madres de los niños fueron utilizados para determinar el nivel de exposición a dos clases diferentes de productos químicos organoclorados: los ‘bifenilos policlorados’ (PCB, que se utilizan como lubricantes, refrigerantes y aislantes en productos de consumo y eléctricos) y los plaguicidas organoclorados (ACO, que incluyen productos químicos como el DDT).
“Los niveles de exposición a estos químicos han sido clave para la determinación del riesgo y se han encontrado un aumento en el riesgo para aquellas personas con un percentil de exposición mayor de 25 de estos compuestos”, ha explicado el profesor asistente en la Universidad de Drexel, Kristen Lyall.
Además, los datos han revelado que los niveles altos de exposición a estos compuestos se han asociado a tener un 50 por ciento más de probabilidad de padecer la enfermedad.
INFLUENCIA EN NIÑOS CON DISCAPACIDAD INTELECTUAL
En los niños que padecen discapacidad intelectual, pero no autismo, la mayor exposición a estos compuestos parecen duplicar el riesgo del diagnóstico en comparación con aquellos que lo que tienen una exposición menor.
“Los resultados sugieren que la exposición prenatal a estos productos químicos por encima de un cierto nivel puede influir en el desarrollo neurológico de un modo adverso”, ha señalado Lyall.
Por último, ha proseguido, se necesitan más estudios sobre genética y mezclas de productos químicos para apoyar esta investigación del autismo.