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La alimentación es la base de nuestro bienestar. Y tanto el Ayurveda como la Naturopatía señalan la comida como la primera forma de cura contra cualquier trastorno.
Todos sabemos que los malos hábitos alimenticios generan en nosotros desórdenes incómodos y malestares que a veces se prolongan. Estos desórdenes no sólo afectan al aparato digestivo, sino al estado emocional y psicoenergético de la persona. Nos sentimos pesados, de mal humor, negativos e incluso melancólicos.
Pero una alimentación inadecuada puede incluso generar problemas psicológicos graves. Los problemas de hiperactividad de los niños de nuestra generación han aumentado a la par que el consumo de alimentos precocinados o envasados, ricos en azúcares, sales y elementos químicos para potenciar el sabor o conseguir atractivo. Un estudio publicado en la Revista de Neurología concluyó que “en el momento del diagnóstico de TDAH (Trastorno de Déficit de Atención / Hiperactividad), uno de cada tres pacientes se halla en una situación nutricional deficiente (subnutrición/malnutrición)”.
En las bases de la filosofía del Yoga siempre se encuentran apartados que apuntan al modo de alimentación que debemos tomar. Especialmente al comienzo de las prácticas yógicas, la mayoría de los textos como el Hatha Yoga Pradipika o el Gueranda Samhita restringen la dieta y los hábitos alimenticios del practicante a comidas ligeras y llenas de sattva (energía sutil) para la purificación del cuerpo y la mente. Alimentos ricos en fibras y sin refinar, mantequilla purificada, frutas, verduras y legumbres.
Los alimentos llenos de sattva son aquellos que aportan mayor grado de energía, vitalidad y fuerza, a la vez que son eliminados del cuerpo con facilidad. Si el alimento es denso, sin vida, lleva varios días cocinado o no tiene nutrientes frescos, llenaremos el estómago con él y nos engañarán el paladar con los saborizantes, pero no abastecerán los depósitos de las vitaminas y las sales minerales necesarios para que nuestro organismo funcione adecuadamente.
Algunos hábitos que debemos evitar:
Comer mucho o en exceso, lo que generara en nosotros un terrible cansancio porque el estómago necesita más sangre para procesar el alimento.
Tomar bebidas frías durante las comidas, que reducen el fuego del estómago, necesario para procesar los alimentos.
Comer sin hambre, lo que es indicativo de que aún se está procesando la comida anterior. Si ingerimos un alimento nuevo alteramos la digestión.
Comidas muy tardías, que impiden que descansemos adecuadamente: come como “un mendigo” y temprano.
Dieta desequilibrada, como el exceso de proteínas o hidratos de carbono.
Mala combinación de alimentos. La digestión es química; hay combinaciones perjudiciales, como leche y limón.
Alimentos precocinados, que carecen de la frescura y el aporte vitamínico necesario para el cuerpo.
Falta de agua y frutas, que seca el intestino y las células.
Algunos hábitos que debemos cultivar:
Tomar agua con limón en ayunas nada más despertar ayuda a purificar el sistema digestivo y con ello la sangre. Aquellas toxinas que no se eliminan van a la sangre y se generan los problemas de salud.
Romper el ayuno con una pieza de fruta, preferiblemente una manzana, y seguir con el desayuno habitual.
Beber agua todos los días, al menos 2 litros; el efecto es beneficioso si se bebe agua antes de las comida pero no después.
Comer mesuradamente evita el agotamiento del estómago, la indigestión.
La dieta equilibrada de acuerdo al Ayurveda incluye ½ de comida sólida, ¼ de líquidos y ¼ de vacío.
Comer despacio, especialmente masticar, facilita el trabajo del estómago, que tendrá que trabajar menos.
Las frutas, verduras frescas y lácteos deben consumirse en la primera mitad del día, dado que exigen más trabajo al estómago y este trabaja según las horas de sol.
Cenas ligeras y tempranas, idealmente sopa con pasta o verduras hervidas y entre tres y cuatro horas antes de ir a dormir.
Han de consumirse hidratos de carbono, verduras cocinadas, una pequeña cantidad de proteínas y otra de verduras frescas (ensalada).
Beber poco durante las comidas y, a ser posible, templado (infusión)
Reposar después de almorzar con las piernas en alto o en vajarasana unos 20 minutos (no más).
Dar un paseo después de cenar.
Respetar el horario de comidas o tomar una pieza de fruta.
Tomar alimentos enteros, no refinados. Los alimentos refinados se pegan a las paredes del intestino y generan el estreñimiento.
Sentarnos a comer con serenidad, sin ansiedad y sin alteraciones emocionales. En el aparato digestivo encontramos el “cerebro emocional”.
Si prestas atención, lo primero que hace un doctor para curar a alguien es cambiarle la dieta. Alimentos fáciles de digerir, comidas ligeras, ricas en caldos. Igualmente, no todos los alimentos son igualmente buenos para todos; hay que tener en cuenta la constitución de cada persona, pero para eso habría que hacer un estudio detallado de la misma. Sin embargo, para la mayoría de las personas una dieta equilibrada, junto con el ejercicio y respiración adecuada, garantizan el bienestar. Y es que si hiciéramos más caso a nuestras abuelas aún escucharíamos: “Somos lo que comemos”.
►Luego si comemos equilibradamente y con armonía en nuestro plato, ¿qué seremos?