Si el mundo estuviera tan organizado que todo tuviera que ser justo, no habría criatura viviente que pudiera sobrevivir ni un solo día. A los pájaros se les prohibiría comer gusanos, y habría que atender a los intereses personales de todos los seres humanos.
La trampa de la justicia
La injusticia no es lo que cuenta, sino lo que tú haces al respecto
Estamos condicionados a buscar justicia en esta vida; y cuando no lo conseguimos sentimos enfado, ansiedad o frustración. En realidad sería igualmente productivo que buscáramos la fuente de la eterna juventud o algún otro mito por el estilo.
La justicia no existe. Nunca ha existido y jamás existirá. Simplemente el mundo no ha sido organizado de esa manera
Los gorriones comen gusanos. Eso no es justo para los gusanos. Las arañas comen moscas, lo que no es justo para las moscas. Los cuguares matan coyotes. Los coyotes matan tejones. Los tejones matan ratones. Los ratones matan insectos. Los insectos…
No tienes más que observar la naturaleza para darte cuenta de que no hay justicia en este mundo. Los tornados, las inundaciones, los maremotos, las sequías, todas esas cosas son injustas.
Este asunto de la justicia es un concepto mitológico
El mundo y la gente que vive en él son injustos todos los días. Tú puedes escoger ser feliz o ser desgraciado, pero esta elección nada tiene que ver con la falta de justicia que veas a tu alrededor.
Éste no es un punto de vista amargado de la humanidad y del mundo sino que más bien un informe realista sobre lo que es el mundo. La justicia es un mero concepto casi imposible de aplicar, en especial, en lo que se refiere a tus propias opciones de realización y felicidad personales.
Pero muchos de nosotros tendemos a exigir que la justicia y equidad sea parte inherente de sus relaciones con los demás.
No es justo. Tú no tienes derecho a hacer eso si yo no puedo hacerlo, y ¿Te haría yo una cosa así a ti?“.
Éstas son las frases que usamos. Queremos justicia y usamos su carencia como justificación para la infelicidad.
La exigencia de justicia no es un comportamiento neurótico. Sólo se convierte en zona errónea cuando te castigas a ti mismo con una emoción negativa al no poder ver la justicia que exiges. En este caso el comportamiento auto-frustrante no es la exigencia de justicia, sino la inmovilización que puede generar esa realidad sin justicia.
Algunas estrategias para renunciar a la sana demanda de justicia
Confecciona una lista de todo lo que en tu mundo te parece injusto
Usa tu lista como guía para una acción personal eficiente. Hazte a ti mismo esta pregunta importante: “¿Desaparecerán las desigualdades porque a mí me perturban?”. Obviamente que no. Atacar el pensamiento erróneo que te produce el malestar es una buena manera de empezar a huir de la trampa de la justicia.
Cuando te descubras a ti mismo diciendo:
“¿Acaso te haría yo eso a ti?” o cualquiera de las frases de ese tipo, cámbiala a “Tú eres distinto a mí, aunque yo encuentro difícil aceptarlo ahora mismo”. Esto logrará abrir en vez de cerrar la comunicación entre tú y la otra persona.
Empieza a pensar que tu vida emocional es algo que está fuera y es independiente de lo que haga cualquier otra persona
Esto te librará del dolor que sientes cuando la gente se comporta de una manera distinta a la que tú quisieras. Trata de mirar con perspectiva las decisiones que hagas y no como hechos monumentales que cambiarán tu vida.
Carlos Castaneda dice que el hombre sabio es aquel que vive actuando, no pensando en actuar, ni pensando en lo que pensará cuando haya terminado de actuar…
Él sabe que su vida habrá terminado demasiado pronto; él sabe, porque él ve, que nada es más importante que ninguna otra cosa.
Así pues el hombre sabio suda y resopla y si uno lo observa es igual a cualquier otro hombre, excepto que él controla la locura de su vida. Ya que nada es más importante que ninguna otra cosa, el hombre sabio, el hombre de conocimiento, escoge cualquier acto, y actúa como si le importara.
El control que tiene sobre su locura le impulsa a decir que su actuación importa y hace que actúe como si importara, y sin embargo sabe que no es así; de modo que cuando cumple con sus actos, se retira en paz, y el hecho de que sus actos hayan sido buenos o malos, hayan resultado o no, no es cosa que le preocupe.
Cambia la frase “No es Justo” por “Es una Lástima” o “Yo Preferiría…”.
Así, en vez de tratar de que el mundo sea diferente a lo que es, empezarás a aceptar la realidad, aunque no necesariamente a aprobarla o estar de acuerdo con ella.
¿Algo te parece injusto?
- Elimina las referencias externas de comparación. Ten tus propias metas, independientemente de lo que hagan Tom, Dick o Harry. Proponte hacer lo que tú quieres hacer sin referirte a lo que los otros hagan o no hagan.
- Corrígete a ti mismo en voz alta, cuando uses frases como “Yo siempre te llamo cuando voy a llegar tarde, ¿por qué no me llamaste tú a mí?”, así eliminarás la noción errónea de que el motivo que tiene la otra persona para llamarte es parecerse a ti.
- En vez de pagarle a alguien por algo, como por ejemplo llevando una botella de vino o un regalo a una fiesta, espera hasta que un día tengas ganas y entonces le mandas una botella de vino con una nota que diga: “Simplemente porque creo que eres una gran persona”
- No hay ninguna necesidad de mantener en orden las cuentas intercambiando mercancías; haz simplemente algo agradable porque tienes ganas y no porque la ocasión te lo exige.
- Gasta la cantidad de dinero que tú quieras en un regalo sin dejarte influenciar por lo que se gastó en ti. Elimina las invitaciones que haces por obligación o por un sentido de justicia. Decide a quiénes vas a ver por motivos internos en vez de externos.
- Decide tú mismo cuáles serán las normas de conducta que regirán tu comportamiento en el seno de tu familia, basándote en lo que tú consideras que es lo apropiado para ti. Haz que todos los demás hagan lo mismo.
Entonces observa y comprueba si no es posible hacer que esto suceda sin que unos violen los derechos de los otros. Si tú sientes que lo que quieres hacer es salir tres noches por semana, pero no puedes hacerlo porque alguien tiene que cuidar a los niños, no dejes que el concepto de “justicia” se interponga en lo que decidas hacer.
Quizá podrías arreglártelas para que alguien cuide de los niños o lleva a los niños contigo en tus salidas, o cualquiera que sea el arreglo que resulte satisfactorio para todos.
Pero el empezar con la rutina del “No es Justo”, suscitará rencores y además hará que te quedes en casa. Por cada injusticia que sufres, existe una resolución que no requiere que te quedes de ninguna manera inmovilizado.
Recuerda que la venganza es simplemente otra manera de ser controlado por los demás. Haz lo que tú, y no ellos, decidas que es conveniente para ti.
Estas sólo son unas cuantas sugerencias que pueden servirte como principio para ayudarte a ser más feliz deshaciéndote de la necesidad de compararte a ti mismo con otros y a usar sus posiciones y posesiones como un barómetro para medir tu propia felicidad. La injusticia no es lo que cuenta sino lo que tú haces al respecto.
Autor: Wayne Dyer
Fragmento extraído del libro Tus zonas erróneas
Capitulo 8 – La trampa de la justicia
Es evidente que Dyer, una de dos :
a ) Desconocía lo que es la justicia.
b ) Lo conocía e interesadamente lo manipulaba.