Baal era una divinidad de varios pueblos situados en Asia Menor y su influencia: fenicios (asociado a Melkart), cartagineses, caldeos, babilonios, sidonios y filisteos. Su significado se aproxima al de “amo” o “señor”.
Baal era el “hijo” del dios El. En la mitología cananea se denominaba así (El) a la deidad principal, se lo conocía como «padre de todos los dioses», el dios supremo, «el creador», «el bondadoso». Por lo general, El se representa como un toro, con o sin alas. A su vez su hijo Baal era representado como un joven guerrero, pero también como un “toro joven” (becerro).
Durante la época de los hicsos, en Egipto fue identificado con Seth, un dios guerrero; también fue asociado a Montu. Pero durante la dinastía XVIII su culto en Egipto sería denigrado. Era el dios de la lluvia, el trueno y la fertilidad. En la Biblia Baal (בעל Ba‘al) es llamado uno de los falsos dioses, al cual los hebreos rindieron culto en algunas ocasiones cuando se alejaron de su adoración a Yahweh; (ver Idolatría).
Fue adorado por los fenicios junto al dios Dagón (el más importante de su panteón).
Poco se sabía de la adoración a Baal. hasta que las excavaciones de Ugarit (la moderna Ras Shamra, situada en la costa de Siria, frente al extremo nordeste de la isla de Chipre) sacaron a la luz muchos objetos religiosos y cientos de tablillas de arcilla. Se cree que muchos de esos documentos antiguos, conocidos ahora como los textos de Ras Shamra, son las liturgias o las palabras de aquellos que participaban en los rituales de las fiestas religiosas.
En los textos de Ras Shamra se alude a Baal (llamado también Aliyán “Prevaleciente” Baal) como «Zebul (Príncipe), Señor de la Tierra» y «el Jinete de las Nubes». Estos nombres armonizan con una representación de Baal en la que se le muestra sosteniendo en la mano derecha un garrote o maza y en la mano izquierda un relámpago que acaba en una punta de lanza. También se le representa llevando un yelmo con cuernos, lo que parece indicar una estrecha relación con el toro, símbolo de la fertilidad.
Baal era el «hijo» del dios El. En todo el Levante mediterráneo y la mitología cananea se denominaba así (El) a la deidad principal, se lo conocía como «padre de todos los dioses», el dios supremo, creador de todas las cosas, padre de la raza humana y de todas las criaturas. Aparte de ser llamado «el creador», también era llamado «el bondadoso».
Por lo general, El se representa como un toro, con o sin alas. También lo llamaban Eloáh (ó Eláh) y su esposa principal era Asera (Astoret, Athirat ó Ishtar).
A su vez su hijo Baal era representado como un joven guerrero, pero también como un «toro joven» (becerro). (En Ugarit el templo de El-Il-Dagan y Baal estaban juntos).
Baal era ya venerado en el tercer milenio a. C. por los semitas amorreos; su nombre propio era Hadad (con sus variantes Adad, Haddu, Addu, Had, Ad). Ese culto fue introducido en Egipto aparentemente por los hicsos (pueblos de origen semita que hacia el s. XVIII a. C. reinaban en el delta del Nilo).
En la antigua región de la Palestina no suele llover desde finales de abril hasta septiembre. Las lluvias comienzan en octubre y continúan durante todo el invierno hasta abril, gracias a lo cual crece una abundante vegetación. Se creía que los cambios de estación y los efectos subsiguientes eran ciclos producidos por los interminables conflictos entre los dioses. El que cesasen las lluvias y se marchitase la vegetación se atribuía al triunfo del dios Mot (dios de la muerte y la aridez) sobre Baal (dios de la lluvia y la fertilidad), lo que obligaba a este último a retirarse a las profundidades de la tierra.
Por otro lado, se pensaba que el comienzo de la estación lluviosa indicaba que Baal había despertado a la vida, lo que era posible gracias al triunfo de Anat, su hermana, sobre Mot, permitiendo que su hermano Baal volviese al trono. La unión de Baal con su esposa, probablemente Astoret, se creía que garantizaba la fertilidad durante el año entrante.
Los agricultores y ganaderos cananeos posiblemente pensaban que el participar en rituales prescritos —una especie de magia imitativa— durante sus fiestas religiosas estimulaba a sus dioses a actuar según el modelo representado en esas fiestas, y esto era necesario para tener cosechas y rebaños productivos durante el nuevo año, así como para alejar sequías, plagas de langostas, etc. De modo que la vuelta a la vida de Baal para ser entronizado y unirse a su consorte se celebraría con ritos de fertilidad licenciosos, caracterizados por orgías sexuales desenfrenadas[cita requerida].
Toda ciudad cananea debió tener su santuario en honor al Baal de su localidad. Asimismo, se nombraban sacerdotes para dirigir la adoración en estos santuarios y en los muchos lugares sagrados que se hallaban en las cumbres de las colinas cercanas y que eran conocidos como «lugares altos». Es posible que en el interior de dichos lugares sagrados hubiese imágenes o representaciones de Baal, en tanto que en el exterior, cerca de los altares, se encontraban las columnas de piedra (probablemente símbolos fálicos de Baal), los postes sagrados que representaban a la diosa Aserá y estantes de incienso. véase Poste sagrado.)
Uno de los textos de Ras Shamra menciona una ofrenda a la «Reina Shapash (el Sol) y a las estrellas», y otro alude al «ejército del Sol y la hueste del día».
Cada localidad tenía su propio prefijo o sufijo en nombre de Baal, al que se solía calificar mediante un nombre geográfico, como tributo al nombre de dios. Por ejemplo, el Baal de Peor (Baal-peor), adorado por moabitas y madianitas, tomó su nombre del monte Peor. Más tarde, los nombres de esos baales locales llegaron a incorporarse, por metonimia, a los mismos nombres geográficos, como por ejemplo: Baal-hermón, Baal-hazor, Baal-zefón y Bamot-baal, para el cananeo en realidad solo existía un dios Baal.