El Sol, como fue descubierto hace ya tiempo, tiene ciclos. Estamos atravesando el ciclo solar número 24 desde que se registrara dicho fenómeno, y los científicos han detectado variaciones en su superficie que señalan un cambio para el siguiente período. Observaciones rigurosas confirman que se está produciendo una reducción de las manchas solares y de la actividad electromagnética cercana a los polos, por lo que se espera que el Sol hiberne de manera prolongada durante el próximo período.
Cada 11 años se producen altas y bajas en el dinamismo solar. En la actualidad atravesamos una etapa de mucha actividad, consecuente con las propiedades del ciclo. Es la razón por la cual tenemos veranos tan cálidos y secos. En la superficie solar se están produciendo movimientos magnéticos que se reflejan en el clima de la Tierra. Según los astrónomos, si la tendencia a una máxima continuara, la intensidad del campo magnético podría caer por debajo del umbral necesario y provocar la desaparición gradual de las manchas.
Entre 1645 y 1715 en nuestro planeta se sucedió un ciclo de mínimas que ha sido llamado ‘Pequeña edad de hielo’. Su duración fue de 70 años y las temperaturas bajaron a 10 y 15 grados. Partes de Asia, Europa y América terminaron siendo congeladas. Tiene sentido preguntarse ¿hasta dónde es posible que algo así se repita en el nuevo ciclo, fijado para inicios de la otra década?
Indudablemente si se produce una caída en el funcionamiento del Sol es probable que se afecte el clima de la Tierra y hasta la exploración espacial. Pero tampoco existe certeza de que finalmente se pase al ciclo de hibernación. Los expertos han dejado bien claro que sus exposiciones no son predicciones de un enfriamiento global, sino del comportamiento solar para las próximas décadas a partir de datos físicos.
Es importante no perder de vista que los fenómenos del universo son altamente complejos. Quizás la propia ciencia aún no esté en condiciones tecnológicas de alcanzar toda la información que haría falta para augurar ese futuro ciclo, o simplemente entender los procesos que se generen en la superficie de nuestra estrella mayor. En cualquier caso los astrónomos no dejarán de estar a la expectativa para sumar todo evento que vaya produciéndose.