El objetivo es actualizar las capacidades existentes y recuperar algunas perdidas en los últimos años. La sustitución del Harrier es el gran culebrón.
La invasión rusa de Ucrania ha supuesto una dura llamada de atención para los países de la OTAN y la Unión Europea que habían reducido drásticamente sus inversiones en Defensa, incluso obviando durante años el compromiso alcanzado en la OTAN de destinar al menos el 2 por ciento del PIB a este tipo de inversión. Uno de los casos más claros de este fenómeno ha sido España.
El recorte presupuestario sufrido por las Fuerzas Armadas durante la crisis económica que se inició en 2007 se quedó instaurando en una España que prefería las políticas populistas a la seguridad, la capacidad de disuasión y los compromisos internacionales, haciendo incluso que se perdieran capacidades militares importantes o no renovando algunos sistemas que han permanecido hasta ahora operativos prologando su vida útil más allá de lo recomendado.
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