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EE.UU. planificó un primer ataque nuclear contra la Unión Soviética en la década de 1960, revela un artículo publicado en el portal de noticiasThe Unz Review, que denuncia el «silencio mediático» en torno a este «descubrimiento histórico».
En 2013, el destacado economista James Galbraith invitó al autor del artículo, Ron Unz, a una conferencia. Un día, mientras estaban esperando un taxi, Unz oyó a Galbraith discutir en voz baja con un amigo utilizando frases como «atacar a Rusia», «un primer ataque nuclear» y «Kennedy y el Estado Mayor Conjunto».
Intrigado, una o dos semanas más tarde contactó con Galbraith y «sacó con cuidado» el tema. Le preguntó al economista que si poseía alguna información privada en relación con una posibilidad tan sorprendente; tal vez tenía el deber de elevar los hechos a la opinión pública para que no se perdieran.
Para su sorpresa, Galbraith respondió que ya lo había hecho: encontró «una evidencia convincente» de que el Ejército estadounidense había planeado en serio un primer ataque nuclear contra la Unión Soviética en la década de 1960, y había publicado un artículo sobre el asunto en la revista ‘The American Prospect’ veinte años antes.
Reunión secreta
Entonces, Ron Unz localizó una copia de aquel artículo en Internet. El documento central era el resumen de una reunión del Consejo de Seguridad Nacional de EE.UU. de julio de 1961 redactado por Howard Burris, ayudante militar del entonces vicepresidente Lyndon Johnson.
La discusión se centró en la eficacia del plan de un primer ataque nuclear y se sugirió que 1963 sería la fecha óptima para atacar desde el punto de vista de la ventaja de EE.UU. Según señalaban en su artículo Galbraith y su coautor Heather A. Purcell, la reunión se llevó a cabo poco después de que el Ejército estadounidense descubriera que las fuerzas de los misiles soviéticos eran más débiles de lo que previamente habían pensado, lo que les llevó a proponer el ataque.
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Los planes cambian en algún momento y «había indicios de que el presidente Kennedy había tenido importantes dudas sobre la propuesta desde el principio», escribe Unz, que indica, sin embargo, que en aquel momento la propuesta de un primer ataque «fue tomada muy en serio por la alta dirección política y militar de EE.UU.».
Según Unz, una vez que aceptamos esa idea, «otros rompecabezas históricos se ponen más fácilmente en sus lugares». Por ejemplo, la construcción en aquella época de un gran número de refugios en todo EE.UU., que serían ineficientes en caso de un primer ataque soviético, pero sí en caso de la ‘iniciativa’ estadounidense.
Secuelas del caso y silencio mediático
Unz hace hincapié en la casi nula atención mediática que recibió «un descubrimiento histórico tan trascendental».
Mientras tanto, en 2001, el tema volvió a salir a la luz a mano del escritor Fred Kaplan, quien publicó en ‘The Atlantic’ un artículo con el explícito título ‘JFK’s First-Strike Plan’ (‘El Plan de primer ataque de John F. Kennedy’). Sobre la base de una gran cantidad de documentos de archivos desclasificados, Kaplan describió de manera similar cómo la Administración Kennedy había preparado un plan para atacar a la URSS con armas nucleares, aunque su informe no menciona el artículo de Galbraith y tiene algunas diferencias con el mismo.
El largo artículo de Kaplan «parece haber corrido una suerte similar» a la del informe de Galbraith, denuncia Unz, explicando que, aparte de un par de menciones en algunos de los trabajos posteriores de Kaplan, no aparece ninguna mención en absoluto de aquel artículo en los últimos 15 años.
«¿Podemos confiar en los medios?»
«Si nuestros medios de comunicación no informaron de estos nuevos hechos impactantes sobre la década de 1960, ¿cuánto podemos confiar en ellos para la cobertura de los acontecimientos actuales de una enorme importancia?» se pregunta Unz. «Si nuestros relatos principales sobre lo que ocurrió hace cincuenta años son muy poco fiables, ¿qué sugiere eso acerca de las historias que leemos cada mañana en relación con los conflictos en curso en Ucrania, el mar de la China Meridional o Oriente Medio?», prosigue.
Para finalizar, el autor afirma estar «agradecido de que el mundo se escapó de este desastre nuclear terrible», pero no oculta su preocupación por el hecho de que «pasara décadas leyendo religiosamente ‘The New York Times’ todas las mañanas, pero solo descubriera este elemento crucial de la Guerra Fría escuchando una conversación a la espera de un taxi».