La construcción de un muro para evitar que los migrantes accedan al puerto de Calais, en el norte de Francia, desde donde intentan pasar clandestinamente a Reino Unido, comenzó este martes, constató un periodista de la AFP.
El muro, que tendrá un kilómetro de largo y cuatro metros de altura, está cerca de la “Jungla” de Calais, un campamento donde viven en condiciones deplorables unos 10.000 migrantes.
El mismo prolongará las alambradas levantadas a mediados de 2015 para proteger el sitio de entrada al túnel del canal de La Mancha (39 kilómetros de alambrada), así como el puerto y la carretera (30 kilómetros).
La obra, financiada por Reino Unido, costará 2,7 millones de euros (unos 3 millones de dólares).
Estará compuesto por paneles de hormigón ensamblados en una estructura metálica, por lo que podrá desmontarse en cualquier momento. Se recubrirá vegetalmente por el lado que dé a la carretera e incluirá un sistema de videovigilancia y de iluminación para detectar cualquier intento de escalarlo.
La utilidad del muro ha sido cuestionada a ambos lados del canal de la Mancha.
“Esta es una pésima forma de gastar el dinero de los británicos (…) Para que fuera eficaz, entre comillas, tendría que continuar hasta Dunkerque, Lille, quizás hasta París”, criticó el vicepresidente de la asociación caritativa Albergue de los Migrantes, Francois Guennoc.
“Es dinero tirado a la basura”, estimó.
La alcaldesa de Calais, Natacha Bouchart, dijo que “el muro ya no tiene razón de existir”, ya que el ministro del Interior, Bernard Cazeneuve, anunció a principios de septiembre el cierre, lo antes posible de la “Jungla” y la reubicación de sus habitantes.
La municipalidad vecina de Marck en Calais anunció que quiere votar una moción de oposición para evitar que la Costa de Ópalo quede “desfigurada por muros erigidos por todas partes”.
En el Reino Unido, la diputada ecologista Caroline Lucas calificó el muro como “monstruoso” y el colectivo humanitario Citizens pidió que el dinero sea utilizado para ayudar a los menores del campamento.