Entre el 20 y el 60 % de los adultos de todo el mundo pueden estar infectados con el nuevo coronavirus SARS-CoV-2, el virus que causa la enfermedad COVID-19. Esa es la estimación de los principales expertos en epidemiología sobre la dinámica de las enfermedades transmisibles.
Puede que algunos empiecen a sentirse fatalistas frente a las estadísticas. Sin embargo, a día de hoy no existe vacuna ni tratamientos específicos para luchar contra la epidemia. Entonces, ¿por qué luchar contra algo que seguramente sucederá de todos modos? ¿Por qué no dejar que la epidemia siga su curso?
El objetivo es ‘aplanar la curva’. En lugar de dejar que el virus afecte rápidamente a la población y se queme rápidamente, la idea es propagar todas esas infecciones durante un período de tiempo más largo.
«Aplanar la curva» brinda la oportunidad de reducir significativamente las muertes por COVID-19
Sí, potencialmente prolongaría la epidemia. Pero, al hacerlo, las agencias de salud pública y las infraestructuras médicas obtendrían un tiempo precioso para responder a la crisis como es debido.
Ejes X e Y: Numero de casos / tiempo desde el primer caso – Fuente: Science Alert
Cuando la curva epidémica aumenta rápida y exponencialmente, la consecuencia directa es una sobrecarga tremenda sobre los profesionales sanitarios. Además, muchos de ellos terminarán enfermando y se verán obligados a aislarse, dejando brindar la atención médica que otros necesitan.
A todo esto debemos sumar la escasez de recursos en las instalaciones sanitarias, donde la demanda superará la capacidad: camas UCI, respiradores, camas de hospital, etc. A modo ilustrativo, en el siguiente gráfico podréis ver el número de camas UCI por cada 100.000 habitantes, en diversos países de la Unión Europea:
Entonces, ¿es posible aplanar la curva?
Por supuesto. Ante la falta de una vacuna o tratamiento eficiente contra el COVID-19, lo único que podemos hacer, además de tomar las medidas de higiene pertinentes, es hacer uso de una vieja estrategia: el distanciamiento social.
Esto significa permanecer fuera del contacto cercano en lugares públicos abarrotados, evitar reuniones masivas y mantener el espacio, mínimo de un metro y medio, con otras personas, siempre que sea posible.
Y os preguntaréis, ¿estas medidas realmente funcionan? La respuesta es sí. De hecho, Corea del Sur ya lo ha demostrado:
Como veis, el número de contagios diarios ha disminuido considerablemente, gracias a la concienciación colectiva y al distanciamiento social. En la siguiente simulación veréis cómo, mediante el «distanciamiento social» se puede «aplastar la curva».
El distanciamiento social funciona, y está históricamente probado
De hecho, si nos remontamos históricamente atrás, concretamente a 1918, cuando la gripe española llegó a EE.UU., veremos claramente la importancia de tomar este tipo de medidas a tiempo. En la gráfica podemos ver que la ciudad de Filadelfia tardó en imponer las medidas pertinentes, generándose una curva muy pronunciada. Sin embargo, en San Luis las medidas se acataron desde el primer momento. Hubo contagios sí, pero más espaciadamente en el tiempo y reduciendo así el número de muertes.
Y ahora que ya hemos demostrado que estas medidas funcionan, ¿qué vais a hacer vosotros? Nosotros lo tenemos claro: #YoMeQuedoEnCasa.
Casi todos tendremos coronavirus, entonces ¿por qué quedarse 15 días en casa?