Existen pocas cosas tan molestas como un pensamiento obsesivo que martilla nuestra mente una y otra vez, invadiendo el curso de la actividad mental y volviéndose apremiante. Cuando ese pensamiento nos avergüenza, nos hace sentir culpables o nos horroriza el simple hecho de que haya cruzado por nuestra mente, el problema adquiere proporciones colosales.
De hecho, nuestra mente puede ser nuestra mejor aliada o nuestra peor enemiga. En ciertas situaciones, cuando estamos contra las cuerdas y la incertidumbre nos atenaza, si no contamos con las herramientas psicológicas adecuadas, la ansiedad puede desbordarnos por completo. En esos casos, los pensamientos ansiosos y obsesivos pueden convertir nuestra vida en una auténtica pesadilla, literalmente.
¿Qué es la fusión pensamiento-acción?
Por nuestra mente pasan a diario todo tipo de pensamientos, algunos son felices y otros angustiosos. Generalmente somos capaces de filtrar los pensamientos necesarios e importantes en un momento dado para prestar atención a lo que es realmente importante, pero a veces no lo logramos y pensamientos aparentemente intrascendentes toman el mando, desplazando al resto, hasta llegar a convertirse prácticamente en una obsesión. Es como si nuestra mente adquiriera vida propia y no la pudiésemos controlar.
La fusión pensamiento-acción es precisamente la tendencia a creer que ciertos pensamientos pueden hacerse realidad. Creemos que el simple hecho de haber pensado algo aumenta las probabilidades de que eso ocurra, como si pensar que un ser querido se hará daño pudiese realmente hacerle daño.
Generalmente esa perspectiva nos resulta tan terrible y angustiante que intentamos apartar de nuestra mente ese pensamiento. Pero cuanto más lo intentemos, más se reforzará porque se produce un efecto rebote. Así terminamos confiriéndole a ese pensamiento fugaz una importancia desproporcionada, hasta el punto que llega a dominar nuestra actividad mental y causa una auténtica debacle interior.
Los tipos de fusión pensamiento-acción
- Fusión pensamiento-acción probabilístico. Se trata de la creencia de que el simple hecho de tener un pensamiento sobre un evento aumenta la probabilidad de que este ocurra. Podemos creer, por ejemplo, que si pensamos en un accidente automovilístico, es más probable que se produzca, en cuyo caso se trata de una fusión acción-pensamiento con probabilidad propia. Pero también podemos creer que si pensamos en que nuestro hermano tuvo un accidente automovilístico, es más probable que nosotros tengamos uno, lo cual se denomina fusión acción-pensamiento con otras probabilidades.
- Fusión pensamiento-acción moral. En este caso, creemos que pensar en una acción o comportamiento equivale desde el punto de vista moral a llevar a cabo ese comportamiento. Por ejemplo, creemos que pensar en que podríamos golpear a alguien es tan moralmente incorrecto como golpear de verdad a esa persona. Por eso, la sola idea nos produce pavor y nos lleva a recriminarnos y culparnos, como si lo hubiéramos hecho. En nuestra mente, no separamos el pensamiento de la acción.
Los 4 rasgos que nos hacen más propensos a sufrir esta distorsión cognitiva
El fenómeno de la fusión pensamiento-acción se descubrió en las personas que padecían trastornos de ansiedad y un trastorno obsesivo-compulsivo, por lo que en un primer momento los psicólogos pensaron que se limitaba a este ámbito, pero más tarde se dieron cuenta de que todos podemos ser víctimas de esta distorsión cognitiva en algún momento de nuestra vida.
Aun así, existen ciertas características de personalidad que nos hacen más propensos a sufrir la fusión pensamiento-acción:
- Hiperresponsabilidad. Las personas que se responsabilizan en exceso por los acontecimientos y cargan con responsabilidades que no les corresponden suelen ser más propensas a creer que sus pensamientos se pueden materializar pues suelen achacarse la responsabilidad por todo lo que pase.
- Obsesión por el control. Las personas que necesitan tener todo bajo control también son más propensas a creer que sus pensamientos pueden convertirse en una amenaza porque no reconocen que muchas de las cosas que ocurren en realidad no dependen de su voluntad.
- Tendencia a la preocupación. Quienes suelen perderse en el laberinto de las preocupaciones también son más propensas a desarrollar la fusión pensamiento-acción ya que son incapaces de detener sus pensamientos. Al contrario, les insuflan oxígeno psicológico, de manera que siguen creciendo y se convierten en pensamientos más amenazantes e invasivos.
- Baja tolerancia a la incertidumbre. Las personas que no toleran bien las situaciones inciertas tienen la tendencia a adelantarse a los acontecimientos, generalmente cayendo en patrones de pensamiento catastrofistas que terminan generándoles una gran ansiedad, hasta el punto que les impiden diferenciar los pensamientos de las acciones.
La fusión pensamiento-acción activa la sensación de amenaza y nos hace sentir tremendamente culpables, haciendo que caigamos en un bucle de ansiedad y angustia que empeora considerablemente nuestro estado de ánimo, como comprobó un estudio realizado en la Universidad de Sussex.
¿Cómo detener la fusión pensamiento-acción?
Ante todo, debemos ser conscientes de que un pensamiento, por muy intenso o terrible que sea, no implica que eso que tanto nos asusta vaya a ocurrir. Los pensamientos pertenecen al ámbito mental y su fuerza para incidir sobre la realidad depende de nuestros comportamientos.
Por otra parte, debemos ser conscientes de que podemos controlar nuestros comportamientos, pero tenemos un control muy escaso sobre los pensamientos que atraviesan nuestra mente, de manera que no debemos sentirnos culpables por un pensamiento indeseado.
Desarrollar una actitud mindfulness nos ayudará a deshacernos de los pensamientos intrusivos que nos molestan. La clave es muy sencilla: no aferrarnos a ellos. Si no les damos importancia, se desvanecerán de la misma manera en que aparecieron porque nuestra atención es la que los alimenta.
Un sencillo ejercicio de visualización puede ayudarnos a dejar ir esos pensamientos. Debemos relajarnos e imaginar que nuestros pensamientos son como nubes y nuestra mente es el cielo. Algunas de esas nubes son blancas y esponjosas, e incluso divertidas. Otras nubes son negras, grandes y amenazantes. Sin embargo, si nos limitamos a ser un simple espectador externo y no nos aferramos a los pensamientos, terminarán pasando, al igual que las nubes. Solo tenemos que dejar la mente libre, asegurándonos de no reaccionar emocionalmente.
A lo largo del día nuestra mente registra aproximadamente 60.000 pensamientos, de manera que si no nos aferramos a algunos de ellos, más temprano que tarde los pensamientos que nos molestan se esfumarán dejando paso a otros.
Fuentes:
Thompson, J. et. Al. (2013) Thought-action fusion across anxiety disorder diagnoses: Specificity and treatment effects. J Nerv Ment Dis; 201(5): 407–413.
Graham, C. L. et. Al. (2013) Aversive intrusive thoughts as contributors to inflated responsibility, intolerance of uncertainty, and thought-action fusion. Clinical Neuropsychiatry; 10 (3): 30-44.
Berle, D. & Starcevic, V. (2005) Thought–action fusion: Review of the literature and future directions. Clinical Psychology Review; 25(3): 263-284.
Shafran, R. & Rachman, S. (2004) Thought-action fusion: a review. J Behav Ther Exp Psychiatry; 35(2): 87-107.
Rachman, S. (1997) A cognitive theory of obsessions. Behav Res Ther; 35(9):793-802.
Muy Bueno !!!!
A mi me pasa algo similar.