Por extraño que parezca. Pero el Tíbet es una tierra fascinante, en la que hay lugar para una naturaleza hermosa, secretos increíbles y enigmas. El viajero, investigador y oftalmólogo honorable de la URSS y Rusia, Ernst Muldashev, argumentó que en la antigüedad los monjes tibetanos podían alcanzar la iluminación más elevada y descubrieron superpoderes. Uno de ellos, según el especialista, fue la desmaterialización de la materia física.
Según una leyenda, los monjes locales que vinieron de las tierras altas del Tíbet pasaron 40 años de mejora espiritual, después de lo cual se les abrieron puertas secretas al misterioso mundo de Shambhala. Para penetrar en él era necesario alcanzar el más alto grado de desarrollo espiritual. Con la ayuda de la meditación y diversas prácticas, así como con las dificultades más severas y severas, esto se podría lograr.
Por ejemplo, en el segundo milenio antes de Cristo, uno de los monjes vivió durante más de 40 años exclusivamente del rocío, la luz del sol y el aire. En la vejez, adquirió la capacidad de levitar y también de atravesar obstáculos. Llegó el momento en que el monje ya había alcanzado la iluminación y reunió a su alrededor a todos los más jóvenes. Sólo dijo una frase: “¡Encontré el camino a la tierra de los Dioses!” Después de esto, el anciano se dirigió con confianza hacia la roca, la tocó con la mano y ésta brilló e iluminó como el sol. Entonces el monje dio unos pasos y la pared se cerró detrás de él.
Este camino de iluminación es muy peligroso y difícil. Junto a los monjes, a lo largo de la historia de la humanidad, italianos, alemanes, franceses, británicos y rusos intentaron atravesarlo. Se cree que nadie logró visitar Shambhala. Sin embargo, los propios tibetanos afirman que no es así. Es posible encontrarse en una tierra sagrada si sus pensamientos son puros y una persona está dispuesta a dedicar su vida física a lograr el desarrollo espiritual.
Durante la época de la Rusia zarista, varios investigadores etnográficos llegaron al Tíbet. Dos de esa expedición no regresaron. Decidieron dedicar sus vidas a alcanzar la iluminación para poder visitar la tierra de los dioses. Uno de ellos no logró hacer esto. Al tercer año se resfrió gravemente, enfermó y murió. Pero el segundo, según la leyenda, llegó hasta el final y, a los 68 años, logró el desarrollo espiritual necesario para que se abriera la puerta sagrada. El científico ruso quiso ser el primero en regresar y describir el maravilloso país de Shambhala. Pero no pude hacer esto.
No porque no quisiera. ¡Pero porque es imposible! Una vez en el mundo de los Dioses, no hay vuelta atrás. Por eso nadie ha regresado jamás de Shambhala a nuestro mundo. Los propios monjes tibetanos aseguran que no se puede confiar en quienes supuestamente visitaron este país.
A finales de los años 60 del siglo pasado, un viajero estadounidense, que ya tenía 37 años, acabó en el Tíbet. Quedó muy impactado por las historias sobre Shambhala y decidió llegar hasta el final. Sólo a la edad de 80 años logró alcanzar la iluminación. El anciano vio el mundo de una manera nueva, lo describió de esta manera: “Aquellos que piensan que todo esto es una mentira y una pérdida de vida, vivan como quieran, pero sepan de qué se están privando. Cuando logré llegar hasta el final, tras realizar 30.000 meditaciones, elevarme en mi conciencia a las alturas de otros mundos, me di cuenta de que había llegado el momento. Al abrir los ojos, vi jugos corriendo por una brizna de hierba, ratones, gusanos y otros animales cavando en el suelo. Olí miles de aromas y escuché miles de sonidos. Pero en toda esta diversidad escuché claramente una cosa: el camino a esa misma tierra de los Dioses. Seguiré este llamado».
Estas fueron sus últimas palabras. El diario en el que se escribieron estas líneas fue encontrado cerca de una roca, que los monjes consideran un portal a Shambhala. En cuanto a las historias de los viajeros e investigadores del Tíbet, no se les muestra la tierra de los dioses, sino cuevas y mazmorras secretas, donde los sabios han estado en estado de samadhi durante cientos y miles de años. Su meditación es interminable en esta Tierra. Eligieron un camino diferente: permanecer en la Tierra en un cuerpo físico, pero su conciencia viaja a otros mundos. Por tanto, podemos concluir que es difícil llegar a Shambhala, pero es posible, y esta es una práctica real, pero no habrá vuelta atrás.
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