Hay quien cree que proveer armas a quienes se han levantado contra Gadafi involucraría más a EE.UU. en una guerra civil en la que algunos cabecillas podrían tener vínculos con Al Qaida
El debate sobre si EE.UU. debe armar a los rebeldes libios o no está provocando una encendida discusión en el Gobierno de Obama. Hay quien cree que proveer armas a quienes se han levantado contra Gadafi involucraría más a EE.UU. en una guerra civil en la que algunos cabecillas podrían tener vínculos con Al Qaida.
Así, la Casa Blanca, el Departamento de Estado y el Pentágono han pedido a los servicios de inteligencia información detallada sobre los rebeldes que han iniciado una lucha encarnizada, ciudad a ciudad, contra el dictador Muamar Gadafi desde su base en el este del país, sospechosa desde hace tiempo de reclutar a futuros terroristas.
“En esta parte de Libia, Al Qaida es obviamente un problema», confiesa a The New York Times un alto funcionario de la administración Obama.
La alarma saltó en Washington cuando el comandante de la OTAN, el almirante James G. Stavridis, informó al Senado estadounidense de la posible presencia de miembros de Al Qaida y Hezbollah entre los rebeldes libios. Y recordó que el este del país fue el epicentro de las protestas de grupos islamistas a finales de los 90.
El debate está también sobre la mesa de la comunidad internacional, con Rusia expresando su oposición al suministro de armas a los rebeldes, y Francia presionando a EE.UU. para lo contrario.
Así, el ministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguei Lavrov, ha advertido de que su país se opone a que las potencias occidentales suministren armas a los rebeldes libios y ha pedido que sean los ciudadanos de este país quienes «decidan por sí mismos», sin injerencias externas.
«El secretario general de la OTAN acaba de decir que el objetivo de la operación libia es proteger a la población, no armarla. Estamos completamente de acuerdo con él en este aspecto», ha declarado este martes Lavrov en rueda de prensa. A juicio del ministro ruso, «está claro que en Libia debe haber un régimen distinto, está claro que debe haber un régimen democrático, pero son los libios quienes deben decidir por sí mismos».
Por su parte, el Gobierno de Sarkozy, que lidera la intervención internacional contra Gadafi, presiona a Washington para dar más asistencia a los rebeldes.
Este martes en Londres, durante la conferencia sobre Libia, la secretaria de Estado de EE.UU., Hillary Clinton, señaló que su Gobierno todavía no ha decidido si proveer armas o no, aunque reiteró que tienen el derecho de hacerlo a pesar del embargo de armas sobre Libia, ya que la resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas autoriza la acción militar para proteger a civiles.
Obama también dijo ayer que se guardaba sus cartas, en una ambigua declaración. “Ni lo descarto ni lo autorizo”, dijo el presidente de EE.UU. a NBC News. “Todavía estamos evaluando lo que pueden hacer las fuerzas de Gadafi”.