Durante las últimas semanas, en el seno de la Unión Europea (UE), se está hablando largo y tendido sobre la fiscalidad del transporte por carretera. Que con la bandera de proteger al medio ambiente, promover un transporte más eficiente, penalizar a los vehículos que más dañen las vías de comunicación y a los que más contaminen, etcétera. Se ha aprobado un conjunto de normas, que con el nombre de ‘Euroviñeta‘ gravará más aún a los vehículos pesados.
Aunque los argumentos descritos anteriormente resultan muy ilustrativos para apreciar la necesidad de hacerlo, hay que tener en cuenta que no afecta a todos los países de la unión por igual. Pensemos por un momento dónde se sitúan los centros de producción y distribución, y por otro lado, dónde se focalizan los principales mercados.
Pongamos un ejemplo, el afamado pepino español, tan nombrado en los medios a la vista de los últimos acontecimientos. Debe transportarse desde el sur de España al norte de Europa, si se imponen tasas adicionales los costes de transporte serán mayores, y este mayor costo de producción se trasladará finalmente al precio de los pepinos. En definitiva, a mi entender, me resulta una medida totalmente discriminatoria para países con una posición periférica como el nuestro, puesto que nuestros productos perderán competitividad vía precios, y llevarán a muchos consumidores habituales a buscar sustitutivos cercanos.
Esta iniciativa está levantando ampollas entre los ministros de la UE, pero me temo que en esta ocasión también se impondrá el criterio de los ‘grandes países’ como Alemania y Francia, países en los que se encuentran los principales mercados y tienen más incentivos para hacerlo con unas cuentas públicas cada vez más famélicas.