¿Qué tienen en común el actor de cine Richard Gere, el mítico empresario Steve Jobs (1955-2011, Apple Computer Inc.), el deportista Tiger Woods (golf), el empresario en tecnología Kazuo Inamori (Kyocera Inc.), y muchos empresarios, banqueros, artistas, profesionales, y personas comunes? Que son budistas, o practican las herramientas del budismo para lograr la serenidad y paz espiritual que les permite ser exitosos en sus actividades. La sorpresa es que sólo una minoría de ellos son religiosos, la gran mayoría son laicos o de otras religiones distintas del budismo. Es que el budismo tiene una rama, por decirlo así, que es laica, no religiosa al estilo tradicional del budismo tibetano, que se llama Zen, y que está siendo descubierta y usada por todos aquellos que van gozando de sus beneficios. Este fenómeno es patente en las grandes corporaciones empresariales, y en las clínicas del mundo a través de herramientas como la Meditación de Atención Plena o Mindfulness, de uso en terapias antiestrés.
¿Qué es el Zen? Es una escuela del budismo que busca la sabiduría más allá de la racionalidad, a través de la experiencia del autoconocimiento interior del sujeto, y no de su conocimiento racional. Como tal, busca la esencia de la realidad, y a través de ella del mundo o entorno. El Zen postula que todo lo que nos rodea, incluyendo nosotros mismos y lo que sentimos, son sólo construcciones mentales, y por lo tanto en la medida de que dispongamos de una mente sana y abierta podremos tener acceso a una realidad y a un mundo también sanos y libres de inquietudes y ansiedades, sufrimientos según su jerga. La base para llegar a tener una mente así es la meditación; de ahí viene su nombre. Su origen está en la India y en sánscrito se llamó dhiana, que derivó en chan cuando llegó a China en el siglo VII, y luego a Zen cuando arribó a Japón. El fin del zen es el Nirvana o Iluminación, que equivale al despertar, al darse cuenta, al adquirir conciencia plena de lo que uno es. Esto no significa “irse a un cielo” sino descubrir la felicidad de vivir a plenitud el momento y el lugar en el que acontecen las cosas. Por eso se le llama también la filosofía del “aquí y ahora”.
El zen no es una religión, si bien deriva de una, que es el budismo. Es más bien una filosofía de vida y enfoque de la realidad, y por eso ha sido aceptado y apreciado en el occidente. El Zen es una disciplina que estudia la mente humana y su funcionamiento esencial. La preferencia viene del énfasis que pone el zen en la variable que más aproblema al humano moderno, el tiempo. La vida inquieta, llena de desafíos, de ambientes competitivos, causa estragos en la psiquis de las personas, y ha originado una nueva enfermedad que está de moda, el estrés. El Zen no es propiamente una terapia, pero su modelo mental permite revisar los paradigmas y arquetipos que caracterizan la vida moderna y la llenan de agobio, y presta las herramientas para lograr cambiarlos y adaptarlos a un vivir más sereno combinando las exigencias de vivir y ser exitosos con la necesidad de todo ser humano de lograr su felicidad.
¿Cómo lo logra? Conjuncionando algunas ideas básicas que subyacen en la plataforma ideológica del Zen, y dándoles un caracter instrumental. En el recuento que sigue no haremos mención de algunos aspectos de estudio del Zen como cuerpo de conocimientos y filosofía porque escapan al contexto de este artículo, pero baste decir que el Zen es rico en temas de estudio y hoy por hoy es una gran fuente de conocimientos para las neurociencias o la psicología y psiquiatría, por ejemplo. Esas ideas básicas, al alcance de todo el mundo, son:
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Todo, absolutamente todo, es una construcción mental. No existe fuera de nuestra mente. Nosotros creamos nuestra realidad. Si lo miramos didácticamente, el “levantarnos con el pie izquierdo” sería una muestra de cómo podemos crear un mal día a partir del estado de nuestra mente. Esta idea fue muy utilizada por Steve Jobs, de Apple Computer Inc., en el diseño de sus equipos como los Ipod y Iphones. Jobs, por ser budista zen, conocía el funcionamiento de la mente humana y fue capaz de crear las realidades que su mente quiso en la mente de sus clientes y usuarios; su éxito demostró la efectividad del método. En general, ésta es una de las ideas más recurridas por todos los estudiosos y practicantes del Zen, ya que les permite visualizar el efecto de sus esfuerzos y lograrlos. Así, el golfista Tiger Woods menciona que él “visualiza” donde quiere poner la bola, y ahí la pone. Un derivado anecdótico y gracioso de esta idea es toda la corriente pseudo científica denominada El Secreto, que postula una pseudo ley natural llamada Ley de la Atracción, según la cual todo estaría al alcance de todos, poco más o menos. Eso no existe.
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Llegamos desnudos y nos vamos desnudos, y durante toda la vida andamos desnudos. Lo único que tenemos es el momento presente, el que estamos viviendo. El pasado no está disponible, ya pasó, y nada podemos hacer para modificarlo. Y el futuro no es más que una ilusión, no existe. Sólo existe el presente. Por lo tanto, es muy poco lo que tenemos y debemos usarlo en algo que nos haga feliz. Esto obliga a definir contextos y prioridades en el diario vivir, de manera de cumplir con la misión que tenemos como seres humanos: ser felices en este tránsito humano. Aquí entran las distintas concepciones del “para qué estamos aquí”: ¿para acumular riquezas? ¿Acumular bienes materiales aún sacrificando a la familia? ¿Qué significa ser felices? ¿Dominar a otros nos hace más felices? Detrás de esta idea subyace el concepto de Optimización, del tiempo, los recursos, lo que sea. Por eso es que el Zen es la base ideológica de los sistemas de Calidad basados en el ser humano, como el de las 5 S´s del Japón, e incluso los basados en los procesos, como son las Normas ISO y similares.
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No somos lo que parecemos ser. Lo que se ve de nosotros es un constructo, una máscara llamada Ego, que se forma con todos los condicionamientos que vamos recibiendo a lo largo de nuestra vida. El Ego no es malo per se, pero el problema es que no nos enseñan a dominarlo, y a lo largo de nuestra vida es la fuente de infortunios y sufrimientos porque se basa en la comparación y en la decepción que trae lo comparado. El Ego nos obliga a desear lo que no tenemos y tienen los otros; eso nos provoca ansiedad, y es la base de la vida alocada que llevamos “para llegar a tener” y satisfacer el apetito de este Ego que nos domina. Como tal, es la identidad que llevamos con nosotros, mediante la cual somos distinguibles de los demás. El dominio del Ego es la batalla permanente de todos los que practicamos el Zen, porque de su dominio depende la conquista de nuestra serenidad mental y por ende de nuestra felicidad. En la doctrina se habla de “anular” al Ego, de llegar al estado de “vacío”, pero para vivir tranquilos no es necesario sumergirse en la doctrina budista zen; basta con dominar nuestro Ego, “nuestro caracter o temperamento” como lo llamamos corrientemente.
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Mirar la realidad tal como es. Esta ha sido una de las frases de batalla del Zen, enfatizando una de sus ideas básicas: la objetividad en la aprehensión de la realidad. Normalmente vemos lo que queremos ver, y eso lo condicionan nuestras creencias. El Ego es quien nos marca la pauta de como vemos e interpretamos la realidad, es quien nos define el mundo en el que nos desenvolvemos. Según las creencias que hayamos internalizado desde que nacemos, veremos de una u otra forma a los pobres, a los ricos, a los cristianos, a los judíos. El Zen, mediante sus herramientas y su enfoque conceptual, nos enseña a mirar a la realidad sin esos cristales que la distorsionan, mostrándola en toda su crudeza o su potencialidad. Esta capacidad del Zen es la más preciada por los estamentos empresariales ya que está comprobado que mejora sustancialmente las habilidades de toma de decisiones, al enfocarse dedicadamente en el fondo, en la esencia de las cosas o eventos, sin distraerse en las creencias que la rodean. La herramienta que más se utiliza en esto es la meditación, la que viene siendo utilizada en los negocios desde la reconstrucción del Japón luego de la Segunda Guerra Mundial. En los momentos actuales la empresa que campea en estos esfuerzos es el gigante del internet, Google, la que incluso ha puesto a disposición del público sus experiencias a través de los escritos de su director de su programa Zen, Chade-Meng Tan, especialmente su libro “Busca dentro de ti”. Estamos hablando del uso del Zen para obtener utilidades, ya que son grandes corporaciones con afan de lucro las que lo usan, las que no se caracterizan por emprender aventuras místicas ni de ningún tipo que las aleje de su objetivo principal, las utilidades.
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Los aspectos éticos del zen. El Zen, en si mismo, no tiene una plataforma ética ya que es una filosofía existencial. Esto significa que el practicante es quien define el modelo moral y ético que mejor acomode a sus valores o preferencias. Es decir, así como hay budistas zen también hay católicos zen o judíos zen. Como filosofía, no se asienta en cimientos valóricos, y así tanto Hitler como la Madre Teresa pudieron haber sido practicantes zen. Lo que el Zen hace es afilar la mente, y no marca ni manda el cómo o en para qué la usamos. Esta libertad de enfoque espiritual es otro de los ingredientes de su rápida y entusiasta aceptación en el occidente, sobretodo en aquellas sociedades en las que existen religiones oficiales u oficiosas preponderantes.
Habíamos mencionado que el Zen es mucho más que lo mencionado. Efectivamente, sus practicantes ayudan efectivamente en toda aventura intelectual y científica que signifique encontrar la esencia de la mente humana. La neurociencia, por ejemplo, encuentra en los científicos de enfoque Zen sus más fervientes investigadores. Esto tiene una razón de ser: el budismo, al decir de Albert Einstein, es la religión más científica entre todas las casi 3.000 religiones que existen en el mundo. Si cabe la extensión, el budismo es ciencia pura, y el Zen es la decantación conceptual del budismo. Tal es así que entre los científicos circula la certeza de que las enseñanzas budistas son similares en un 97% a la física cuántica y sus principios, como que muchos de ellos salieron de la doctrina budista, como el Principio de Indeterminación de Heisenberg, o la Estructura del Vacío de Bohr.
En cuanto a las herramientas, no son totalmente privativas del Zen pero en su seno encontraron su esencia como instrumentos de mejora humana. Herramientas como la Meditación, la Visualización Creativa, el Yoga laboral, el arte de los haikus, la disciplina de los koans, son todas herramientas de uso común en los programas de mejoramiento ejecutivo de las grandes corporaciones que dominan los mercados del mundo. Asimismo es remarcable su influencia en las artes, a través del movimiento minimalista.
La gran pregunta: ¿son traspasables los beneficios del Zen, dada la diferencia cultural entre el occidente y sus orígenes asiáticos? La respuesta es Sí, y la razón es que los problemas son los mismos aquí que en Japón o en el África: la vida vertiginosa nos atrapa y nos tritura, y cualquier enfoque que nos ayude a ser productivos y felices al mismo tiempo, es bienvenido. Además, la práctica enseña que está siendo parte importante de las estrategias exitosas de los que saben, los grandes capitanes de negocios del mundo. Eso solo demuestra su efectividad.
El asunto es: ¿ hacia donde conduces tu consciencia?… el crecimiento exponencial del despertar de consciencias que empodera la sociedad es evidente.. Pero una vez que avanzas en el acceso al CONOCIMIENTO, ¿ re defines tus propósitos egóicos, o solo los reafirmas, haciéndote mas fino en la metodología, de la infiltración involuntaria colectiva ?.
Existen en este mundo ( élites ) que utilizan su «consciencia superior» ( conocimiento sin sabiduría ), para esclavizar a los otros o simplemente, para ser mas ricos.
Entonces; ¿ que falta para que ese despertar sea verdaderamente INTEGRAL ? y las cosas de este mundo cambien, con dirección al sentido común de una SOCIEDAD sana.
La consciencia integrante, es la que Ama y trasciende al ego… Lo otro, es un ego mas refinado, inteligente y PELIGROZAMENTE indolente.
IN LAKECH.
Excelente comentario Lucido.