- A medida que más millennials se alejan de las estructuras familiares tradicionales, adoptar una mascota se ha convertido en un nuevo objetivo.
- Pero los adiestradores de mascotas y los veterinarios aseguran que mimar en exceso a los animales puede acarrear problemas de salud y de comportamiento.
Yena Kim describe a su Shiba Inu, Bodhi, como su «perro del alma». No había planeado tener un perro, pero cuando lo cogió en brazos por primera vez hace 15 años, supo que era especial. «Creo de verdad que estábamos destinados a conocernos», afirma Kim, que ahora tiene 37 años. «Estaba destinado a ser mi inspiración».
Hace diez años, Kim trabajaba en lo que ella llama el trabajo de sus sueños en Ralph Lauren cuando decidió dejarlo para poder pasar más tiempo con Bodhi. «Me mataba ver su cara triste cuando salía de casa para ir a trabajar«, cuenta. «Así que diseñé un nuevo trabajo en el que pudiera pasar todo el día con él».
Así nació Menswear Dog. En redes sociales, Bodhi modela los trajes de hombre que confecciona Kim. Durante un par de años, Kim se dedicó a crear la cuenta por las noches y los fines de semana, mientras trabajaba como consultora de marketing para poder permitirse una casa en Brooklyn con un jardín para Bodhi y su otro perro, Luc. Incluso estuvo un tiempo sin seguro médico para poder cuidar de los perros (los perros siempre han tenido seguro). Ahora gana lo suficiente con Menswear Dog para dedicarse a ello —y a sus perros— a tiempo completo.
«Bodhi y Luc han forjado un camino para mí y conmigo», afirma, y añade que cuidar de sus perros le ha dado un «sentido de vida inmediato».
No es la única millennial que siente lo mismo por sus mascotas. Casi un tercio de los propietarios de mascotas en EEUU son millennials. Y los adoran: en una encuesta online realizada en abril, más de un tercio de los millennials declararon que rechazarían un trabajo mejor pagado para pasar más tiempo con sus animales de compañía.
El aumento de los dueños de mascotas contrasta con otra tendencia reciente: el declive de la paternidad. En 2022, el porcentaje de mujeres estadounidenses de entre 30 y 39 años que nunca habían tenido hijos era el más alto desde, al menos, 1976. A medida que más millennials se alejan de las estructuras familiares tradicionales, adoptar una mascota se ha convertido en un nuevo objetivo. Como resultado, los millennials dedican cada vez más tiempo y dinero a mimar a sus animales. Un estudio de MarketWatch afirma que el gasto en mascotas aumentó un 67% entre 2013 y 2021, y que han surgido negocios como cafeterías para perros y hoteles de lujo para gatos para satisfacer la creciente demanda. Pero los adiestradores de mascotas y los veterinarios aseguran que mimar en exceso a los animales puede acarrear problemas de salud y de comportamiento.
Un reciente estudio publicado en The Lancet predecía que, en 2100, más del 97% de los países y territorios tendrán tasas de fertilidad por debajo de los niveles necesarios para mantener su población. Mientras tanto, el número de personas con animales de compañía sigue aumentando. En China, cuya población se ha ido reduciendo, se espera que la población urbana de mascotas supere al número de niños pequeños del país en 2030.
Hayley Kellard vive en Reino Unido y nunca ha tenido mucho interés en tener hijos. Esta mujer de 40 años afirma ser feliz sin niños. Pero cuando se trata de perros, la cosa cambia. La familia de Kellard siempre se ha burlado gentilmente de sus obsesiones, bromeando con que le gustan más los perros que las personas, pero ella asegura que no le importa.
«Simplemente creo que los perros son menos exigentes, son muy divertidos, muy cariñosos y la mayoría de las veces no tienen rabietas», comenta.
Antes de que su Cavalier King Charles spaniel, Paddy, muriera en mayo, la vida de Kellard giraba en torno a él. Cuando padecía ansiedad y depresión, Paddy era lo único que la sacaba de la cama algunos días. En sus últimos años, Paddy vivía en su habitación de invitados, donde dormía en una cama doble. Kellard y su marido incluso dejaron de ir de vacaciones al extranjero porque Kellard no quería dejar a Paddy solo en casa. En lugar de eso, se iban a casas de campo aptas para perros dentro del país.
En general, los perros me parecen mucho más relajantes que los niños. Los niños parecen necesitar mucha más atención que los perros.
«Incluso en casa, llegamos a un punto en el que no le dejábamos solo», afirma Kellard. «Así que, si salíamos a comer fuera, íbamos a un sitio que aceptara perros y siempre le pedíamos una salchicha para él o compartíamos parte de la comida con él”.
«Ahora que mi vida no gira en torno a Paddy, tengo que adaptarme para encontrar un nuevo sentido a mi vida», añade. Al final de la vida de Paddy, cuenta Kellard, gastaba una media de 200 libras (unos 240 euros) al mes en él, y a veces hasta 400 libras (480 euros).
Cada vez son más los dueños de mascotas que derrochan en sus animales. En sus encuestas anuales, la Asociación Americana de Productos para Mascotas ha constatado que los dueños gastan más cada año en premios, comida, juguetes y ropa. Como respuesta, han surgido multitud de tiendas de mascotas. En 2022, San Francisco acogió Dogue, una pawtisserie que sirve golosinas artesanales mínimamente procesadas, como pasteles y dogguccinos. En Nueva York hay lugares como District Dog, que elabora tartas de cumpleaños aptas para cachorros, y Love Thy Beast, que vende ropa personalizada para perros. Hoteles de lujo para mascotas como Chateau Poochie, en Pompano Beach (Florida), atienden a perros y gatos con servicios de alojamiento de alta gama: los gatos pueden relajarse en «complejos de tres pisos de lujo» con arrecifes de coral virtuales y tocadores privados, mientras que los perros disfrutan de comidas gourmet, tratamientos de spa y cuidados las 24 horas del día.
A pesar de todo el esfuerzo que Kellard ha dedicado a cuidar de Paddy, afirma que sigue prefiriendo las mascotas a los niños porque exigen mucha menos responsabilidad. «Puedes irte una semana de vacaciones y dejar a tu perro con un amigo o un familiar. Puedes salir a comer y dejar al perro en casa», señala. «En general, los perros me parecen mucho más relajantes que los niños. Los niños parecen necesitar mucha más atención».
Mientras algunos millennials dueños de perros renuncian a tener hijos, otros los utilizan como entrenamiento para la paternidad.
Michael Wang, que vive en Nueva York con su mujer, Adriene Wong, describe a su corgi, Dash, como su «hijo de iniciación». Durante años, mientras la pareja, de unos 30 años, salía, Wang protestó contra el deseo de Wong de tener un perro. «Me asustaba el compromiso y la responsabilidad», afirma. Pero a la vuelta de su luna de miel en diciembre de 2018, Wong reveló que tendrían un perro en un mes. «¿Qué vas a hacer? Divorciarte de mí?», le preguntó ella.
Cuando Wang vio a Dash en enero de 2019, se le derritió el corazón. Se dio cuenta de que se había estado centrando en los aspectos negativos, como el coste extra y la responsabilidad, mientras se olvidaba de la «alegría» que un perro traería a sus vidas. Decidieron tener a su segunda perra, Lili, el pasado noviembre, unos meses antes de que naciera su bebé.
La pareja asegura que aprenden cosas de sus perros «todo el tiempo» y que han podido aplicar algunas de estas lecciones a la paternidad. Wong comenta que Dash y Lili les han enseñado a tener paciencia. Pero afirma que «criar a un ser humano es mucho más que criar a un perro, sin duda».
Para algunos, enfocar la crianza de un perro como un ensayo para la paternidad puede ser más perjudicial que útil para los perros, dado que las habilidades necesarias para criarlos son drásticamente diferentes.
«No somos sus padres, son especies totalmente distintas de los humanos y existe una barrera lingüística total», insiste Mark Van Wye, CEO de Zoom Room, una cadena de gimnasios de adiestramiento canino en Estados Unidos. Tratar a un perro como a un «bebé peludo» y no ponerle límites, explica, puede llevarles a pensar que tienen derecho a cosas como juguetes, comida o incluso un espacio en el regazo de su dueño. «Esto puede provocar un comportamiento agresivo, sobre todo si sienten amenazados sus ‘derechos'», afirma. «Es como darle a un niño todos los caramelos que quiera y luego preguntarse por qué se pone a saltar por las paredes».
No somos sus padres, son especies totalmente distintas de los humanos.
Los perros que son tratados como niños también podrían estresarse… o al menos a sus dueños les preocupa cada vez más que estén estresados. La Asociación Americana de Productos para Mascotas descubrió este año que el uso de productos calmantes, como suplementos para la ansiedad y productos masticables, había crecido un 168% para los perros y un 174% para los gatos desde 2018. Van Wye asevera que los perros que son constantemente mimados o «tratados como si fueran frágiles» a menudo luchan contra la ansiedad cuando se quedan en casa. «Se han acostumbrado tanto a ser el centro de atención que no saben cómo lidiar cuando esa atención no está allí», afirma. Y añade que esto puede conducir a comportamientos destructivos como ladridos excesivos y masticar muebles.
La salud física de los perros también es una preocupación creciente. Una encuesta de 2022 de la Asociación para la Prevención de la Obesidad en Mascotas descubrió que el 59% de los perros tenían sobrepeso o eran obesos, un aumento de tres puntos desde 2018. Sean Prichard, el entrenador jefe de fitness canino de Pant & Wag, afirma que ha notado que más personas acuden a él con perros obesos. Él cree que el problema se debe a que los dueños alimentan a sus perros como si fueran niños en lugar de ceñirse a una nutrición canina adecuada. «En lugar de alimentar al perro con un horario fijo y una cantidad determinada, tengo varios clientes que le dan de comer cada vez que ‘lo pide’, y esto incluye darle bocados de comida humana», apunta.
No se puede culpar por completo a los dueños de los perros de este cambio de comportamiento. La doctora Eliza O’Callaghan, veterinaria gerente de los locales de Small Door Vet en Nueva York, explica que la pandemia «ha dejado definitivamente su huella en el comportamiento canino». Ella ha visto el mayor cambio en perros jóvenes que pasaron los dos primeros años de su vida constantemente rodeados de sus dueños. «Ahora, cuando la gente vuelve a la oficina, muchos de estos perros están luchando con una importante ansiedad por separación», explica.
Wong afirma que ella y Wang son «muy culpables» de tratar a sus perros como bebés. «Los metemos en la cama», confiesa. La mujer cuenta que, cuando tuvieron a Dash, quería que tuviera la «mejor dieta», así que buscó recetas para hacerle en casa y compró ingredientes orgánicos y pollo caro en Whole Foods. Wong recuerda que un día Wang llegó a casa, la vio cocinando y le preguntó qué había para cenar. «Le miré y le dije: ‘Bueno, esto es para Dash'», relata.
Al final, se dio cuenta de que era demasiado y empezó a comprar comida para perros.
«Les queremos. Queremos lo mejor para ellos», afirma Wang. «¿Nos excedemos? Sí, a veces. Y luego nos retractamos».
Cuando le pregunto a Kim si cree que alguna vez se ha excedido mimando a Bodhi, afirma que nunca se le había ocurrido. «Sé que hay gente que critica a los padres de perros que hacen ‘demasiado’ por su perro», indica. «Yo les instaría a que, en lugar de eso, usaran esta energía para dirigirla hacia los padres de perros que hacen demasiado poco y los descuidan o maltratan».
Dedicar energía a las mascotas proporciona una sensación de compañía y propósito que tradicionalmente han tenido los niños, al tiempo que evita el compromiso económico y emocional de por vida que estos requieren. Pero, como ocurre con los niños, es posible pasarse. Y nadie quiere criar a un mocoso malcriado, sea humano o animal.