domi Asesinos programados

El asesino o francotirador que mata a decenas de personas empieza a ser algo demasiado habitual en Estados Unidos. El coreano que asesinó recientemente a 32 personas en la Universidad de Virginia se ha convertido en uno más de los misterios sin resolver de la larga historia de criminales “sin motivo”…
El profesor de criminología de la Universidad de Florida, Charles Mesloh, se mostró sorprendido de que Cho Seung-Hui “con sólo dos revólveres, fuera capaz de matar a toda esa gente. La única explicación que se me ocurre es que se acercó a ellos y los ejecutó a bocajarro. Tuvo un nivel de acierto del 60%, algo inusual con ese tipo de revólver”. Los expertos coinciden en que Cho se comportó como un experto tirador cuando no era más que un estudiante, aunque eso sí, se vistió con ropas de comando y ejecutó su acción imitando al protagonista de una conocida película coreana de acción.

La extraña actuación de la policía y de los responsables de la propia universidad, que no cerraron las instalaciones durante las dos horas que pasaron entre el primer y segundo tiroteo, y la inexpresividad del rostro del asesino, junto a otros factores, han provocado que muchos investigadores repasen otros casos parecidos.

Asesinos históricos

Los asesinos de Robert Kennedy –Sirhan Sirhan–, John Fitzgerald Kennedy –Lee Harvey Oswald– y de John Lennon –Robert Chapman–, responden a un mismo perfil: personas que oyen voces y están obsesionados con la figura de un hombre, respetado por el mundo entero pero incómodo para el poder. De todos ellos, el que más veces ha sido entrevistado, Sirhan Sirhan, afirmó que no recordaba el asesinato de Robert Kennedy, sólo su llegada al hotel Ambassador donde se produjeron los disparos. Después, su memoria desaparece misteriosamente.
¿Podrían haber sido “teledirigidos” estos criminales? La sombra del proyecto Mind Kontrol-Ultra –Control mental Ultra–, más conocido como MK-Ultra, ha reemergido con fuerza al tiempo que las víctimas de este programa están saliendo a la luz para denunciar cómo lavaron sus cerebros y fueron utilizados como esclavos sexuales, espías e incluso asesinos. A día de hoy, el proyecto MK-Ultra forma parte de la historia de Estados Unidos. Oficialmente, la Comisión Church de 1974 acabó con estas prácticas, pero todavía en los años noventa, Bill Clinton pidió perdón por su existencia: “miles de experimentos se llevaron a cabo en hospitales, universidades y bases militares en toda nuestra nación, inmorales, no sólo para nuestros días sino para los estándares de cuando fueron realizados”. Una de las instituciones donde se realizan dichos experimentos es la Universidad de Virginia –donde ocurrió la masacre–, que lleva a cabo la Agencia de Investigación de Proyectos Avanzados de Defensa –DARPA, de sus siglas en inglés–. Pero es que, además, a sólo 200 km del campus se encuentran las instalaciones de Blacksburg, especializadas en “operaciones psicológicas”.

En 1953, alarmada por los avances de Rusia y Corea en el campo del control mental, la CIA decidió implementar un programa secreto de control mental, “fichando” a decenas de científicos de la Alemania nazi, los más desarrollados en ese campo. Su nombre en clave era “Proyecto Paperclip”. MK-Ultra se configuró como un “paraguas”, que comprendía 149 subproyectos, algunos de los cuales hoy son por fin conocidos.

Oficialmente, el proyecto se desarrolló entre los años 1952 y 1965, con un presupuesto de mil quinientos millones de pesetas, e involucró a 185 sabios que en estricto secreto llevaron a cabo 149 investigaciones diferentes en 44 universidades e institutos, 15 fundaciones y laboratorios, 12 hospitales y 3 penitenciarías. Su meta, como apareció en un documento del programa MK-Ultra de 1952, suena todavía hoy a ciencia ficción: “¿Podemos tomar control de un individuo, al punto donde éste hará nuestra voluntad, contra la suya propia, y aún contra las propias leyes fundamentales de la naturaleza y la autoconservación?”.

Sacados a la luz en los años setenta en el curso de una investigación del Congreso de Estados Unidos, la mayor parte de los documentos que prueban la existencia de este programa fueron destruidos por Richard Helms, ex jefe de la CIA, cuando abandonó el cargo en 1973. Aún así, algunos pudieron ser rescatados por la comisión presidida por Richard Church; en ellos se demuestra que la CIA realizó, entre otros desmanes, experimentos en humanos con radiación. Una investigación posterior de la Comisión Church constató que los “voluntarios” no habían dado su pleno consentimiento para participar en esos ensayos, aunque exculpó a la CIA de haberlos llevado a cabo. A consecuencia de ello, el presidente Gerald Ford llegó a prohibir expresamente la experimentación con drogas sin el consentimiento expreso del paciente.

Los archivos desclasificados en 1975 sobre el programa Mind Kontrol-Ultra indican que en los años cincuenta comenzaron los ensayos con drogas como el LSD o la mescalina para averiguar cómo tomar el control de la mente de un ser humano y poder crear así al “supersoldado”. La CIA no fue el único organismo norteamericano que utilizó este arma; el ejército hizo lo propio y sometió –en principio, con su consentimiento– a varios espías a pruebas de la verdad tras haber ingerido LSD. El experimento trataba de comprobar si determinadas drogas podían hacer que los detenidos “confesaran”. Algunos oficiales y militares norteamericanos llegaron a denunciar a la CIA y al ejército por estas prácticas, pero las instituciones solventaron judicialmente dichas alegaciones. Sin embargo, en secreto, pagaron dinero a las familias de algunas personas muertas por estos experimentos. Concretamente, la CIA pagó a la familia del químico al servicio del ejército, Frank Olson, después de su muerte, tras arrojarse o ser tirado por una ventana, la mitad de una suma de 18.000 dólares. La otra mitad fue pagada por el estado de Nueva York por los fallos de seguridad en el hospital psiquiátrico. Olson trabajaba en el desarrollo de armas biológicas como el ántrax y era un personaje incómodo por sus críticas a ese programa. El extendido rumor sostenido por sus amigos y su propia familia indica que Sydney Gotlieb, jefe de MK-Ultra, colocó LSD en su bebida, lo que originó la paranoia que le llevó al psiquiátrico y, más tarde, a su posible suicidio.

Estos datos nunca salieron a la luz debido a las presiones para que los experimentos continuaran. El documento que cierra el “caso Olson” fue firmado por unos jóvenes asesores de la Casa Blanca en el gabinete Ford, llamados Dick Cheney y Donald Rumsfeld.

James Stanley, sargento del ejército y una de las personas que sufrieron estos daños, llegó a entablar un juicio contra el Estado, pero la doctrina Feres impedía que un militar pudiera hacer esto. Este fue el argumento que utilizó el Supremo en otro caso que llegó ante tan alta instancia. Sólo el juez William Brenan disintió del resto al afirmar que “los juicios de Nuremberg en 1947 por delitos de experimentación con humanos que tanto impresionaron a los hombres, son moral y legalmente inaceptables. El Tribunal Militar de Estados Unidos estableció el ‘código Nuremberg’ como un estándar para los científicos alemanes que experimentaron con humanos. En contra de estos principios, oficiales de inteligencia comenzaron experimentos biológicos y químicos sin aviso previo a los participantes”.

George Annas, investigador sobre el uso de seres humanos en la experimentación y en bioética, publicó un libro titulado El código Nuremberg en los tribunales: ética frente a utilidad. En sus investigaciones, constataba que “los casos en los que los jueces han aludido al ‘Código Nuremberg’ tienen que ver con aplicaciones no terapéuticas. Muchos de esos experimentos fueron justificados por consideraciones de seguridad nacional durante la Guerra Fría”.

Víctimas del “control mental”

A finales de los años noventa, las víctimas de los programas MK-Ultra comenzaron a salir a la luz. A la cabeza de todas ellas estaba Cathy O’Brien, fundadora de la asociación de víctimas y autora del exitoso libro Trance-formation of America.

Ayudada por su pareja, Mark Philips, ex agente de la CIA, Cathy revivió su pasado como víctima de abusos sexuales por su padre y supuesta víctima del control mental. Su testimonio aclara no una, sino muchas de las cuestiones actuales: “Cuando sufres abusos sexuales se crea un trauma en tu mente. Para sobrellevarlo, la mente crea otra personalidad, de tal manera que se genera un ‘desorden de identidad disociativo’ comúnmente llamado ‘mútiple personalidad’. Es en esa personalidad donde MK-Ultra trabajó. A mi padre le sobornaron para que hiciera de mí una estrella del porno infantil y, más tarde, una esclava sexual de las altas esferas del poder durante la presidencia de Gerald Ford”.

Una vez liberada de su programa y gracias a su inusual acceso a instancias del poder oculto, O’Brien se ha convertido en una informadora de primer orden: “En una orgía en la Casa Blanca escuché al por aquel entonces presidente de Canadá, Brian Mulroney, decir que sólo podría haber paz si controlaban las mentes de toda toda la población. También se lo oí decir a George Bush y a Henry Kisinger”.

O’Brien afirma también haber participado en ceremonias satánicas de la élite del poder en el Soto de Bohemia (California). No menos impresionante es el testimonio de Brice Taylor. Como O’Brien fue, según sus palabras, víctima de abusos sexuales desde pequeña en ceremonias satánicas y esclava sexual al parecer de varios presidentes de Estados Unidos. Taylor fue secretaria personal de Henry Kisinger durante varias décadas, y usada como correo y espía por este oscuro personaje del poder americano.

El perfil de niño secuestrado, violado en su infancia e inducido a través de las drogas se repite en todos los casos de MK- Ultra. El de Duncan O’Finionan tiene todos los ingredientes para el guión de una película. Seleccionado por la CIA por su sangre cherokee-irlandesa –siguiendo la creencia de que estos pueblos tienen habilidades parapsíquicas–, O’Finionan es el prototipo de “supersoldado”. Secuestrado cuando era un niño y víctima de abusos sexuales, formó parte de un escuadrón de niños asesinos en la guerra de Vietnam y confesó haber matado –como francotirador y bajo la personalidad que le habían creado–, a varios altos cargos, entre ellos, a un importante miembro de la CIA. En varias ocasiones, aparecía en algún lugar, sin recordar cómo había llegado hasta allí. Con unas constantes vitales de superatleta, la rapidez de un velocista olímpico y la fuerza de un luchador profesional, O’Finionan afirmaba poseer también facultades paranormales.

Grupos ligados al control mental

El “Proyecto Monarca” se especializó en el análisis de religiones como el vudú, o el satanismo y en la creación de cultos, siendo el responsable de la creación en 1966 de la llamada Iglesia de Satán, vinculada según algunas fuentes a la CIA, a través de su líder, Anton LaVey.

En el juicio a la Iglesia del Proceso del Juicio Final, se hicieron eco de hasta 60 casos de abusos dentro de ceremonias satánicas. La información que los psicólogos obtuvieron en los diferentes niveles del inconsciente daba cuenta de un primer nivel de recuerdos como víctimas de abusos sexuales. 45 adultos admitieron haber visto o participado en sacrificios humanos. Todos habían desarrollado problemas psicológicos como múltiples personalidades. En un segundo nivel, afloraron incestos. En un tercero, aparecieron los recuerdos de visionar a personas herir a otras o incluso matarlas. Algunos aseguraron haber visto matar a niños e incluso, en un nivel más profundo, algunos reconocían haber asesinado a sus propios bebés.

La Iglesia de la Cienciología y la secta coreana Moon son otros de los cultos señalados por varios investigadores como conectados a estos programas secretos. Curiosamente, el asesino de Virginia Tech dejó escrita una frase: “ISMAIL AX”, al parecer procedente de un antiguo culto chamánico coreano y cuyo significado es “autoridad para salar la tierra”, una señal de dignidad personal. Sun Myung Moon fue coronado “rey de la paz”, en presencia de 65 congresistas americanos y un centenar de embajadores.

Según el investigador Christopher Story, el programa Omega de control mental usaba números codificados para hacer que sus “células durmientes” operasen y cometiesen sus asesinatos. Story asegura que el número clave para preprogramar al “asesino” es 3221456, y para acceder a su programa mental, 33123113211. Comienza la amenaza…

http://www.akasico.com/noticia/1367/Ano/Cero-Conspiraciones/Asesinos-programados.html

Un comentario en “domi Asesinos programados

  1. Buena información que aporta el artículo, lo cierto es que si las grandes potencias, son capaces de sacrificar a su ciudadanía para sus planes de poder , no nos ha de extrañar que traten de manipular las mentes de sus ciudadanos. Conociendo los resultados pueden hacer lo mismo con los pueblos de otros países, ya sea por ondas, el alimento, el aire, el agua, pueden cambiar nuestro carácter, para que se inhiba la rebeldía ante los abusos del poder, no es de extrañar que a través de otros medios preparen a personas, para que cometan atentados, para eliminar a personajes, población e incluso prepararlos a no sentir piedad y potenciar la crueldad, simplemente somos armas destructivas en manos de estas organizaciones.
    Hace muchísimas décadas que se entabló estos métodos y queramos o no, hoy están vigentes con mucha más virulencia, ya que el desarrollo para estos menesteres tienen ya nueva tecnología… Son los potentados ya sean de finanzas, industrias, políticos o fanatismos los que lograrán la destrucción de la libertad de nuestras mentes, simplemente seremos esclavos par ejecutar sus planes…y no son conscientes que ello nos lleva directamente al caos, las personas, la flora y la fauna, el tiempo, los desastres inducidos aunque se crean que son naturales, es el fin del bienestar en este planeta, son demasiados experimentos, son demasiados frentes de guerra, de polución etc. etc.

    El mundo va derecho a ser un planeta en extinción, incluyendo a los que propiciaron estos experimentos, ya sean mentales, o de otra índole, por ello vivamos el presente como si fuera el último día de nuestra existencia, no dejemos pendientes deudas que tengamos por no saber perdonar y sobre todo no olvidemos de expresar con hechos o con palabras sinceras, nuestro amor, comprensión y solidaridad, porque puede ser que mañana, ni Uds. ni yo tengamos tiempo para ello.

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