LA DIOSA EPONA EN LA PENÍNSULA IBÉRICA.
La diosa Epona, diosa protectora de los équidos, de la fertilidad y de la naturaleza, es una de las principales deidades del mundo celta.
Sus seguidores estaban en todos los estamentos sociales y además de venerada por la caballería y el ejército, era también una divinidad doméstica, que presidía la cría de caballos y adorada, en general, como diosa de la abundancia y la prosperidad.
La asociación del caballo con divinidades femeninas está testimoniada desde la Edad del Hierro por la presencia de monedas con jinetes femeninos.
Epona es una diosa protectora de los soldados y oficiales de caballería, aunque en la Península Ibérica no hay indicios que nos lleven a pensar su relación con las fuerzas militares.
Hay varias deidades que están relacionadas con los équidos, cuya significación se constata en la iconografía, la epigrafía y arqueología.
Una de las principales divinidades femeninas es la diosa Epona, asociada con el agua, la curación y la muerte, comparable a la diosa Cibeles, protectora de los difuntos, divinidad que pervivirá incluso después de la romanización. Su asociación con la muerte se debe a la antigua creencia de que los caballos eran guías de almas del mundo terrestre al Más Allá.
A veces, también por esta asociación se la representa con una llave para guiar a los muertos al cielo.
Era una Madre que dirigió las almas, su polivalencia abarca muchos matices, al ser identificada con la cría de caballos, lo cual apunta a un prestigio casi semisacral. Además, Epona es una diosa caritativa y la única divinidad celta, que fue oficialmente honrada en Roma durante su festival.
Epona deriva de la palabra céltica Epos, caballo, y fue identificada con la deidad Iccona, teónimo que aparece junto a otros, en la inscripción rupestre del Cabeço das Fraguas (Guarda, Portugal).
Sus atributos principales son una pátera -un cuenco de poco fondo-, que se usaba en los sacrificios antiguos, cestas de fruta o maíz y la cornucopia, cuerno de la abundancia entre las manos, posiblemente un añadido romano.
Construir su historia puede ser difícil, al ser asimilada a la galesa Rhiannon o Reina (en un Mabinogion) que como ella, invocada como Regina, también se presenta a caballo, pues la identidad del animal y la diosa es evidente en la iconografía. A esta diosa galesa se la confunde con Macha de origen irlandés, y su culto se extendió desde Britania y este de Europa, en especial la región de Borgoña, hasta el norte de África.
Los celtas asociaron el caballo con el culto a Epona. Va unido a los guerreros, por ser la cabalgadura de muchos de ellos, y se alaba su capacidad combativa. Carro, caballo y larga espada de hierro fueron elementos indispensables en su avance por el mundo. De igual modo, es la luz, frente a la oscuridad, pero también el compañero fiel que conduce al héroe al más allá. Fue venerado por su belleza, su velocidad y su bravura.
Los sacrificios de los caballos eran casos excepcionales y reflejaban, si acaso, una gran pérdida de su propietario y de la comunidad.
Se la suele representar en compañía de caballos, o bien montada a lo amazona o entre dos ponies. La mitología irlandesa y galesa contienen muchos símbolos con el caballo: Macha, una diosa irlandesa del caballo, gana una carrera a estos animales del rey del Ulster, o también la galesa Rhiannon, diosa equina.
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