La imaginación cristiana

Juan Gerardo Martínez Borrayo

LEGITIMIDAD DE JESÚS

Aquí entramos en otro problema de mucha polémica: ¿Fue Jesús el hijo legítimo de José? Los judíos hostiles al movimiento de Jesús vieron en la historia del nacimiento virginal, una argucia inventada por los primeros cristianos para ocultar el hecho de que Jesús era ilegítimo; ellos le reclamaron a Jesús que había nacido de la fornicación (Juan 8:41); en Marcos 6:3, se llama a Jesús «el hijo de María», cuando lo normal sería decir «el hijo de José»; en los Hechos de Pilato, un apócrifo latino del Nuevo Testamento del siglo IV, los judíos desprecian a Jesús por ser hijo del adulterio (Hechos de Pilato, 2:3); Orígenes, uno de los padres de la Iglesia, escribió un libro que trata de refutar afirmaciones contrarias a la tradición, en ese libro se dice que los judíos hostiles a Jesús acusaban a María de haber tenido una aventura con un soldado llamado Panthera (está documentada la existencia de un soldado romano llama Tiberio Julio Abdes Pantera).

FECHA Y LUGAR DE NACIMIENTO DE JESÚS

Con respecto a la fecha y al lugar de nacimiento de Jesús hay también muchas contradicciones y problemas; primero debemos de establecer que la geografía tiene un significado teológico, porque había profecías judías (Miqueas 4:8; 5:2) que aseguraban que el Mesías vendría de Belén; pues bien, hay diversas citas bíblicas que dicen que Jesús no era de Belén, sino de Nazaret (Marcos, 6:4; Mateo, 13:57; Lucas, 4:24; Juan, 7:41-42); además se le dice el nazareno, lo que implica que ese era su lugar de nacimiento.

Sobre la fecha de su nacimiento; todos sabemos que hubo un error por parte de Dionisio el Exiguo, quien estableció que el nacimiento de Cristo fue en el año 753 del calendario romano; pero fue al menos cuatro años antes; eso se sabe por la relación de hechos históricos susceptibles de ser datados perfectamente: los tiempos de reinado de Herodes el Grande, la sucesión en el reino por parte de su hijo Arquelao, los años de gobierno del emperador Tiberio, la duración de la prefectura de Poncio Pilato, los mandatos de los príncipes Herodes Antipas y Filipo y la existencia del sumo sacerdote Caifás.

Sorprendentemente, el famoso censo al que se alude en las escrituras, y que hubiera servido muy bien para establecer la fecha del nacimiento de Jesús, parece ser que jamás se llevó a cabo; de haber sido así, constaría en las actas del gobierno romano, pero no existen, no hay ninguna fuente que lo corrobore; lo más cercano es un empadronamiento puesto en marcha por Cirino, gobernador de Siria, en el año 6 D.C.

Además en la narración de Lucas, se dice que los pastores estaban con su rebaño cuando llegó el Ángel a anunciarles el nacimiento de Jesús; y sucede que los pastores tenían a sus rebaños en el campo sólo entre marzo y noviembre; es entendible que personajes como Clemente de Alejandría documentara que el nacimiento de Jesús fue o el 20 o 21 de abril o el 20 de mayo (Miscelánea, 1:21).

DE ESTRELLAS Y MAGOS

Señales y prodigios anunciando el nacimiento de Jesús.

El principal foco de atención de esta parte del nacimiento de Cristo se ha centrado en la famosa estrella de Belén; se han propuesto multitud de explicaciones para esa estrella: supernovas, el cometa Halley, conjunciones de Júpiter y Saturno, etcétera; pero ninguna de ellas explicaría cosas como que señalara justamente la casa, entre muchas casas posibles, donde estaba Jesús.

La estrella no es un asunto astronómico sino metafórico; las tradiciones judías y cristianas del nacimiento de personalidades están repletas de referencias a prodigios luminosos extraordinarios: con respecto a Noé (Enoc, 106:2) y Moisés (Éxodo de Rabbá, 1:22); también se hace referencia a estrellas misteriosas en el Libro de los números 24:17, el Documento de Damasco de los Rollos del Mar Muerto y el Testamento griego de Leví.

También era una creencia popular que grandes hombres habían sido anunciados por hechos celestiales: Antes del nacimiento de Octavio, Julio César y Tiberio se dice que hubo una estrella prodigiosa.

Es decir, la anécdota de los magos y la estrella era una idea que flotaba en el ambiente de los judíos y los romanos.

En el mismo tenor está la historia de los Reyes Magos; primero, su inclusión en el Nuevo Testamento es difícil de entender ya que en el griego original se les llama magoi, sacerdotes de Zoroastro, quienes, para los judíos, eran brujos, adivinos e interpretadores de sueños; ¿para qué meter en su relato a unos brujos extranjeros? Si se revisa con calma, Mateo tiene la costumbre de incluir a no judíos en sus relatos, probablemente porque tenía la intención de acercar a los no judíos a las enseñanzas de Jesús.

Pero además hay curiosas coincidencias en su relato con la visita del rey armenio Tiridates a Roma a principios de los años sesenta D.C.; él había ido a adorar al «dios vivo» Nerón y, al igual que el relato de los Reyes Magos, no regresó a su casa por el mismo camino por el que había llegado.

Como habíamos apuntado antes, en el Nuevo Testamento nunca se dice que eran tres magos; eso se colige de los regalos que le llevaron a Jesús: oro, incienso y mirra.

Además, es probable que no le hayan llevado «oro», como se nos ha dicho, sino que hubiera sido otra sustancia aromática, como el incienso y la mirra, sólo que se leyó mal su nombre (Laor, tal y como aparece en una inscripción del sur de Arabia en un altar).

EL DÍA DE LOS INOCENTES

«Inocente palomita que te dejaste engañar», así se dice en el habla popular para recordar que la matanza de niños por parte de Herodes se inició con un engaño; pero esta supuesta matanza es así mismo un engaño más. Es un cuento que se inventó Mateo para mandar a Jesús y su familia a Egipto, ya que quería hacer coincidir su historia con una predicción del profeta Oseas, que él a su vez había manipulado.

La historia de la matanza no tiene justificación por varios lados; lo más fácil para Herodes era haber averiguado a dónde habían ido los Reyes Magos y no mandar matar a todos los niños varones menores de dos años del distrito de Belén.

Una vez más, esta historia no es más que el refrito de una historia del Antiguo Testamento; las leyendas judías propagaron la anécdota de que al nacer Moisés, el soberano egipcio tuvo un sueño que le vaticinaba lo que iba a ocurrir y por ello decretó la muerte de todos los niños recién nacidos. Y al igual que con Jesús, la divina providencia intervino y Moisés sobrevivió.

LA INFANCIA DE JESÚS

Después de la huida a Egipto, Jesús y su familia deciden regresar a Israel, en primer lugar a Belén; se infiere esto de que José se aterró al enterarse de que el sucesor de Herodes era su hijo Arquelao, razón por la cual prefirió ir a Nazaret; lo que es un misterio es porque no le tuvo el mismo miedo a Herodes Antipas, el otro hijo de Herodes el Grande.

La única explicación de todo esto es que ni el censo, ni el nacimiento en Belén, ni la matanza de niños, ni la huida a Egipto sucedieron, sino que Jesús nació y creció en Nazaret.

Otra señal de que Jesús no fue molestado por Herodes al nacer fue que sus padres cumplieron con todas las obligaciones impuestas a los judíos piadosos de la ley bíblica: lo circuncidaron y lo presentaron en el templo.

Por último, está la historia del joven Jesús en el templo; se supone que los padres de Jesús iban todos los años en pascua a Jerusalén, al templo; a la edad de 12 años Jesús se separó de María y José y ellos lo buscaron por tres días hasta que lo hallaron en una escuela del templo, entre los maestros, tomando parte activa de la discusión.

Esta sabiduría precoz, es la misma que se describe de Moisés; Filón de Alejandría dice que Moisés era de buenas dotes naturales tales que le aceleraban sus progresos en el saber, al punto de que tales progresos parecían ser más el resultado de reminiscencias que del estudio. Una vez más, la relación Jesús Moisés se hace evidente.

ALGUNAS CONCLUSIONES

Las narraciones de la infancia de Jesús que nos presentan Lucas y Mateo son una historia incrustada de los evangelios que se hicieron después de haber sido escritos.

Si los dos primeros capítulos de Mateo y Lucas se hubieran perdido, los lectores de la narración principal no se habrían percatado de su desaparición; el resto de los evangelios no hacen nunca una referencia a los acontecimientos explicados en la sección inicial; no tienen presentes a los relatos de la infancia de Jesús.

En las biografías evangélicas de Jesús no se alude a ninguno de los aspectos más relevantes de su infancia: no hay ni una referencia directa o indirecta a la concepción milagrosa, a su nacimiento en Belén, a la estrella, a los magos y ni a su reconocimiento como Mesías por parte de los pastores, Simeón y Ana. Todo lo cual sería esperable si los evangelios fueran una historia coherente, si no fueran un añadido posterior a los evangelios.

Su finalidad fue servir de prólogo que envolviera a Jesús con un aura de maravilla y misterio; fue un intento de darle dignidad mesiánica y de establecer una relación especial con la divinidad; de que dios había enviado a su hijo para salvar a todos del pecado y traer la paz a los hombres de buena voluntad.

http://www.oem.com.mx/eloccidental/notas/n1456234.htm

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