Hablar de las Experiencias cercanas a la muerte, también llamadas ECM, está de moda sobre todo por que cada vez hay más valientes que se atreven a contar lo que han sentido,han visto, han experimentado, han vivido en ese viaje a otra dimensión, en esa visita al más allá de la mano de la no-muerte. Estas personas, valientes y con coraje narran, hablan y describen—a sus familiares, a sus conocidos, en tertulias televisivas, en radio, en medios escritos—, casi las mismas vivencias: ver su cuerpo elevado sobre sí mismo, un tunel de luz y encuentros con seres queridos que indican que no ha llegado todavía la hora. Todos hablan de la paz, la calma, la ausencia de dolor físico y la sustitución de éste por paz, pero… Y sí voy un poco más allá de lo que se conoce. Y si en estos artículos hablo de las ECM desde un punto de vista desconocido y su conexión con la denominada Muerte Súbita. ¿Y si te cuento—entre otras muchas cosas—, que hay otras experiencias menos conocidas y menos gratificantes? De un modo u otro, las personas que han vivido una ECM y la han narrado, es gente con coraje que aportan experiencias a pesar de exponerse al rechazo o al desdén. Gente que ha pasado por una profunda y transformadora experiencia que forma un antes y un despúes en su propio libro de vida. Digo lo de gente con coraje— porque hay que tener los arrestos suficientes para negar y llevar la contraria a ciertos científicos; a gente más incredula—esas personas que niegan una y otra vez estos testimonios, recurriendo a que el tunel de luz que visionan en una ECM, es la interpretación que realiza el cerebro ante las luminarias de un quirofano, por ejemplo, haciendo creer al cerebro que está en un túnel. ¿Entonces cientos, miles, me atrevo a decir millones de personas se equivocan? Nada más lejos de ser un equivoco. Simplemente estamos hablando de una CUARTA DIMENSIÓN de un MUNDO PARALELO, a nuestra vida cotidiana, en la cual el cuerpo, nuestro cuerpo anclado a esta dimensión, deja de funcionar, se posiciona en apagado o fuera de cobertura; el alma— sí el alma que todos tenemos—, cuenta con 72 horas para desprenderse de nuestro organismo y «volar» hasta su otra casa, hasta ese campo dimensional distinto al nuestro que voy a llamarlo Cuarta Dimensión o Mundo Paralelo. Ya, ya se que para los más incrédulos le sonará a ciencia ficción esto de las 72 horas de plazo—parece un anuncio del Corte Inglés «Límite 72 horas» si me permites la broma— pero nada más lejos de ser un chascarrillo. Lo que hoy te presento es una revolución y así se está estudiando porque afortunadamente como indico al principio del artículo, cada vez contamos con más testimonios de comunidades científicas; neurologos; personal sanitario que corroboran lo que ya fue descrito por narradores hace milenios, por ejemplo Platón que para terminar su obra «La República» narra la historia de un soldado Er que combatió y fue muerto en una batalla, pero al recoger su cuerpo diez días después, no habia iniciado su descomposición y Er despierta en la pira funeraria explicando a los hombres su «viaje» al Más Allá hablando del castigo a los malos y el premio a los buenos. Famoso se está haciendo también, el libro escrito por la enfermera Británica Peny Sartory donde explica y narra experiencias cercanas a la muerte. Testimonios de casos ocurridos a compañeros y compañeras de guardia en el hospital donde trabaja. ECM en las cuales ella, se ha visto implicada y ahora Peny Sartory, cansada de callar lo que lleva observando y silenciando durante años decide narrarlo en un libro. «Casi todos los enfermos, cuando se encuentran en fase terminal han podido observar alrededor de su cuerpo un débil haz de luz brillante, una niebla que poco a poco va desprendiendose del paciente a medida que la vida de éste se va consumiendo. En el pico anterior a la muerte, los pacientes se vuelven más lúcidos hablan acerca de los que vienen a buscarlos. Enfermeros y enfermeras, yo misma he llegado a ver luces de energía que entran en los enfermos poco antes de expirar». ¡Sorprendente! ¿no te parece? Éste ejemplo me parece de lo más vital para detenerme aquí y comentar por qué aseguro tan categoricamente que existe esa CUARTA DIMENSIÓN o MUNDO PARALELO y para explicar lo que ésta enfermera inglesa detectó tantas y tantas veces. Veras, cuado un cuerpo se está apagando o en algunos casos se produce la llamada Muerte súbita; la glándula pineal que es el «centro del sistema nervioso, del sistema celular, de nuestro cuerpo»—voy a explicarlo así, para que todos lo podamos entender—, la glándula pineal ordena el apagado del corazón; del cerebro; del cuerpo entero y se prepara para dejar en libertad el alma para que ésta salga del cuerpo. ¡Pero ojo!, la glándula pineal también emite una «Contraorden» al cuerpo—voy a llamarla así—,… permanecer en estado de «Stand-by», durante al menos 72 horas. Sí, las mismas 72 horas que nuestros médicos antiguos aconsejaban no enterrar a nuestros difuntos y que todavía sigue practicandose en algunas partes del mundo. Las misma franja de 72 horas donde si buscas casos de «resurrecciones» ocurren en esa importante franja horaria. Un impas de tiempo—72 horas— que nuestro cuerpo, mejor dicho que en nuestro ADN viene codificado para que antes de que transcurra ese límite—si no ha llegado tu hora—la glándula pineal pueda ordenar a nuestro cuerpo, a nuestro sistema volver a reiniciarse, a activarse. Entonces, el alma regresa al cuerpo de origen y simplemente revive. Ya, ya se que estarás pensando…¡si claro!¿y los daños cerebrales? Afortunadamente tengo que decir que los casos recogidos de «resurrecciones» conocidas; las que no son conocidas pero están ahí, corriendo de boca en boca y las que afortunadamente me han narrado en primera persona… no, no ha habido daños cerebrales pero sí una activación de otras capacitaciones provocadas por la activación a un grado mayor de la glándula pineal. Verás, las células de las personas escogidas—las personas a las cuales todavía su hora de ir de la mano de la muerte no ha llegado—, sus células se regeneran automáticamente aunque el encéfalograma sea plano ya que el cerebro no muere—está en letargo si me permites la expresión—por lo tanto no hay secuelas ni daños cerebrales. Pero ¿por qué? Es muy sencillo: Nuestros encefalogramas no son lo suficientemente potentes para detectar una intensidad baja en el cerebro y esto no lo digo yo. Peter Safar, médico austriaco desarrolló en la década de los 50 junto a su colega James Elam, el método de Resurrección Cardiopulmonar (RCP), el masaje cardiaco que utilizamos hoy en día para reanimar el corazón. Este descubrimiento supuso un antes y un después en la linea divisoria de vida o muerte, según comenta su antiguo alumno Sam Parnia de la Universidad Estatal de Nueva York en Stony Brook: «A todos nos criaron con la idea de que la muerte es un momento absoluto y cuando llega no puedes regresar, pero gracias al descubrimiento de la RCP, comprendímos que nuestras células no están irreversiblemente muertas: sobreviven durante horas, incluso despúes de convertirnos en cadáver, podemos ser rescatados» Otro alumno de la escuela de Safar, Tisherman de la Universidad de Maryland y del que ya os hablé en mi artículo anterior sobre «Animación Suspendida o Hibernación humana» ha manifestado: «Creo que la muerte es el punto subjetivo en que los doctores dejan de intentar resucitar el cuerpo. Incluso entonces, algunas personas han logrado regresar a la vida» Por lo tanto y contestando a la pregunta de ¿por qué, esas personas escogidas, regresan de la muerte?; la respuesta es: su cerebro no muere, su organismo, no muere, simplemente permanece en estado de Hibernación, gracias a la producción acelerada de Sulfuro de Hidrógeno y de proteinas fabricadas por el higado conocidas como las «Proteinas de la Hibernación» hasta que gradualmente la energía regresa a cada poro de su piel, como expliqué en mi anterior artículo: Animación suspendida. Pero voy un poco más allá y te comento que en diciembre del año (2013) la revista Resusciation causó un auténtico revuelo al sugerir que en un 50% de los médicos de emergencia encuestados fueron testigos del «efecto Lázaro» fenómeno en el cual un paciente vuelve a la vida cuando los doctores ya han perdido la esperanza. No tengo que explicar tras lo expuesto la importancia de la Glándula Pineal y hablaré de los casos de «Resurrección» que atesoran médicos y enfermeras más detenidamente y me detendré en uno que explicó un buen amigo mio, forense para más señas. Difuntos que vuelven de su letargo en el mismo depósito de cadáveres, sin que nadie se explique ¿por qué? Hay infinidad de casos y solo mencionaré algunos por no hacer esté artículo muy extenso. La Vanguardia Internacional 27/08/2014: Un hombre «resucita» tras dos horas dentro de una morgue en Brasil tras haber certificado su defunción al sufrir dos ataques cardíaos. ABC internacional 07/11/2011: Un jóven de 17 años despertó en el depósito de cadáveres al norte de la India diez horas después de que un médico certificara su fallecimiento. BBC Mundo 26/07/2011: Un hombre de 50 años «resucita» en una morgue sudafricana pidiendo a gritos que lo sacaran de la cámara frigorífica. El hombre ingresó cadaver 21 horas antes. Esto es una pincelada de los miles de casos de personas que han pasado por un trance similar, ¡ya ves, no me estoy inventando nada! Mira, he explicado antes que narraría el caso de mi amigo forense de profesión. Una confesión contada hace años a mí y a unos conocidos mientras disfrutabamos de una agradable sobremesa. “Mi amigo Ricardo,— voy a llamarlo así, aunque no séa su verdadero nombre— trabajaba como coordinador y jefe responsable del servicio Forense de Medicina Legal de unas de las Islas afortunadas y aquella noche tenía bastante trabajo; practicar la autopsia a cuatro fallecidos. Una de sus tecnicos viendo que el tiempo pasaba y la «faena» se acumulaba le sugirió a mi amigo, su jefe, comenzar el trabajo antes. Ricardo miró su reloj; evalúo el orden de llegada de los cadaveres y le indicó a su ayudante que hasta que el primero de ellos (una chica de 32 años sin enfermedad grave diagnosticada, cuya causa de muerte había sido la de Muerte Súbita) no hubiera cumplido al menos 24 horas fallecida, no comenzaría la auptosia y así sucesivamente. Recuerda Ricardo como su ayudante no entendía aquél proceder y discrepaba con él comentandole que mejor comenzar antes, viendo el trabajo que tenían por delante y la larga noche que les deparaba. Ricardo sonrió, comentandole que mucha era su experiencia y cosas inexplicables había visto y oido como para saltarse a la torera aquella vieja norma que aplicaban los galenos de no saltarse el límite de 72 horas que concedía al propio tiempo. Ante la cara de preocupación de su ayudante se limitó a sonreir una vez más: «No voy a esperar tanto tiempo…no te angusties»— le aclaró, ante su cara de perplejidad—«Pero sí vamos a respetar por lo menos un plazo prudencial de 24 horas» Naturalmente su ayudante, joven, recien salida de la facultad no entendía nada, pero encogio los hombres, consultó su reloj, y viendo que todavía faltaban 4 horas para empezar el trabajo con aquella mujer; comenzó a hojear una revista depositada en la mesa de la sala de espera médica. Ricardo recordaba como la impaciencia, a veces era mala consejera y, su ayudante cansada de esperar, de hojear la revista de delante hacia atrás y viceversa, se levantó bruscamente y decidió hacer la ronda. Decidió adentrarse en el depósito de cadáveres y uno por uno revisar y rellenar los pocos datos que faltaran en el libro de autopsias. Al Terminar de transcribir en las fichas y en el libro de aquella fria sala y disponerse para salir vió moverse el pie y la mano de la chica fallecida de 32 años. El corazón se aceleró dentro de la caja torácica. —¡Va! Un reflejo involuntario— comentó para sí, acallando su corazón. La tecnico se disponía a apagar las luces de la morgue cuando la mano de aquella joven comenzó a moverse bruscamente. No hay que imaginar que esa vez sí…la tecnicó huyó a toda prisa corriendo por el amplio pasillo hasta llegar nívea, pálida y blanca como la pared, aclamando la atención de mi amigo Ricardo, su jefe. Ricardo intentó escuchar su relato mientras le pedía calma. Juntos regresaron hasta el depósito de cadaveres, encendieron la luz y vieron que el cuerpo de la mujer de 32 años no estaba debidamente tapado. La auxiliar juraba y perjuraba a Ricardo que la dejó tapada. Ricardo se dirigió hacia el cadaver de aquella jóven de 32 años y la obscultó. La obscultó durante eternos segundos pidiendo silencio. Ricardo ordenó rápidamente su traslado a una habitación más cálida y colocó encima de la difunta una manta térmica. Conectó el encefalograma y éste dío negativo…plano como una tabla; nula actividad cerebral. La jóven auxiliar así como otros compañeros que habían acudidos alarmados, recriminaron a Ricardo su actuación, recordandole los gases que preceden a la descomposición de un cadaver. Éste les dijo que posiblemente tuvieran razón pero solo pedía media hora de reloj para comprobar si aquella mujer cuyo certificado de defunción tenía sujeto entre sus manos, seguía acompañando a la muerte…o no. No tengo que decir que efectivamente antes de que transcurriera la media hora que mi amigo se puso como meta, el encefalograma antes plano, comenzó a lanzar destellos, punzadas de vida. ¿Por qué regresó aquella mujer de la no-muerte? Ricardo no supo explicarnoslo hace años, pero sí que detectó un leve sonido de su corazón tras obscultarla en aquella fría sala de la morgue donde ingresó cadaver y, siguiendo su instinto y los consejos de un viejo profesor…llevó el cadaver a un lugar más cálido esperando el «milagro» Ricardo nos explicó lo que antes he comentado… Nuestros encefalogramas no son lo suficientemente potentes para detectar una intensidad baja en el cerebro. Ricardo efectuó el seguimiento médico de aquella mujer, año tras año y pudo apreciar la capacidad o capacidades que antes ella no poseía. Eugenia, que así se llamaba la mujer que regresó de la vida, tenía una capacidad de memoria que antes no poseía la llamada en medicina Memoria Eidética o también llamada Memoria fotográfica donde podiá recordar cualquier cosa que hubiera visto, oido o leído aunque solo lo hubiera realizado de una vez y de forma fugaz. Eugenia había desarrollado un sexto sentido, una capacidad visual y acustica para detectar otras energías «fallecidas» como ella lo definía” Pero éste no fue el primer caso de Ricardo. Eugenia fue una más de sus expedientes de sus «resurrecciones» en sus muchos años de carrera profesional y todos tenían idéntico patron de conducta al regresar de la No-Muerte un desarrollo de unas capacidades antes inexistentes. Ricardo no es el primer ni el único profesional sanitario que sabe, conoce y, ha visto este tipo de «resurrecciones« aunque tal vez sí sea uno de los pocos valientes que poco a poco deja compartir su experiencia con el resto. Llegado a este punto, no sé tú, pero yo me seguí haciendo infinidad de preguntas. Aprendí que hay un plazo de 72 horas que viene «cosido en nuestro ADN» para que si a una persona no «le ha llegado su hora» pueda regresar a la vida, Pero… ¿Qué les ocurre a esas personas durante los minutos, horas, días que no están entre nosotros los vivos? ¿A dónde va el Alma?¿Cómo transcurre su vida una vez que han resgresado de conversar con la no- muerte? ¿Igual que existe el famoso túnel blanco de luz, de energía, existe el opuesto el tunel negro de energía negativa?
Artículo publicado por Rebecca van Winter: ECM, muerte súbita: Otra realidad desconocida http://rebeccavanwinter.com/2015/03/22/ecm-muerte-subita-otra-realidad-desconocida/
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