La naturaleza en estado puro es la máxima expresión de poderío y sosiego que uno puede percibir, simultánea e íntimamente, en el atribulado entorno que nos rodea. El Dios Sol sobrevivirá y eclipsará a cuantos se afanan en hacer de éste un planeta más inhabitable y desigual día tras día; a los adoradores del valor añadido a ultranza. Porque la naturaleza propende el equilibrio, mal que les pese a algunos, y en su núcleo hay justicia [de la buena!].

Es el humilde reflejo de un atardecer en las proximidades del Cabo de San Vicente -el pasado miércoles, para más precisión-, en el extremo suroccidental de Portugal. Los afortunados testigos de tan extraordinaria ceremonia crepuscular gozamos unos instantes en el Olimpo … y sin pagar IVA por ello!

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