La coalición liderada por Arabia Saudita utiliza en Yemen bombas de racimo suministradas recientemente por Estados Unidos, pese a la existencia de pruebas sobre bajas civiles en los ataques, denuncia Human Rights Watch.
El uso de tales armas está prohibida a escala internacional.
«Arabia Saudita y sus socios de la coalición, así como su proveedor de EE.UU., ignoran descaradamente el estándar global que prohíbe el uso de las municiones de racimo bajo ninguna circunstancia», denuncia Steve Goose, director de armas de Human Rights Watch.
«La coalición liderada por Arabia Saudita debería investigar las evidencias acerca de cómo los civiles se ven afectados en esos ataques e inmediatamente dejar de usarlas», señaló.
Desde marzo de 2015, la coalición liderada por Arabia Saudita lleva a cabo una operación militar en Yemen contra las fuerzas hutíes respaldadas por Irán.
Desde entonces, más de 5.800 personas han muerto y 27.000 personas han resultado heridas, según cifras de la ONU.
Alrededor del 60 por ciento de todas las muertes y lesiones se debieron a explosivos lanzados desde el aire, según el informe de la organización.
Las bombas de racimo, que son lanzadas por artillería y misiles, o desde un avión, contienen múltiples submuniciones más pequeñas que se extienden sobre una extensa amplia.
Un total de 118 países han prohibido las municiones de racimo, debido a la amenaza que representan para los civiles en el momento del ataque y también después.
No en vano, las submuniciones a menudo no explotan, por lo que siguen siendo amenaza hasta que son destruidas.
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