El producto de una mente enferma

George Barbier, grabado del ballet Schéhérazade con Ida Rubinstein y Nijinsky (1913)

Los ballets rusos de Sergei Diaguilev jamás lograron igualar el éxito que consiguieron con Schéhérazade (mira que es díficil de escribir el nombrecito). Se estrenó el 4 de junio de 1910 en el Teatro de la Ópera de París, con música de Rimsky-Korsakov y coreografía de Michel Fokine.

El argumento es sencillo: el sultán de Persia sale de caza con sus hombres dejando a las concubinas aburridas en el harén. Lideradas por Zobeida, la favorita del sultán, logran convencer al eunuco jefe para que abra la puerta a los esclavos negros. La fiesta degenera rápidamente en un festival de sexo en grupo entre las concubinas y los esclavos. La putadilla es que el sultán llega sin avisar antes de tiempo y corta el rollo, y ya de paso las cabezas, de todo el personal.

Diseño de Léon Bakst para el ballet Schéhérazade de Diaghilev

Esta historia oriental y decadente llena de sexo, violencia y muerte era puro delirio para las mentes retorcidas de principios del siglo XX. La escenografía y el vestuario de Léon Bakst, en la línea del Art Nouveau, llegó a crear tendencia (todas querían vestirse con diseños de Bakst). Para el decorado, rechazó utilizar los típicos telones pintados, que le parecían un poco cutres, y creó un harén de colorido intenso a base de telas, cojines y lámparas colgantes. Todo muy cómodo y mullido, para incitar al desmadre, como bien atestiguan las figurillas que aparecen retozando entre cojines en la imagen de arriba (haced clic en la foto para comprobarlo, viciosillos).

Algunos criticaron el vestuario de Bakst diciendo que era el «producto de una mente enferma». Y eso que normalmente los diseños finales eran mucho más recatados que los figurines, donde los trajes de las bailarinas dejaban poco margen a la imaginación. (Sospecho que al fetichista de Bakst le debía poner la pelambrera axilar, ya que es bastante habitual que las mujeres de sus diseños luzcan una buena mata de pelo bajo el brazo.)

Léon Bakst, diseño de vestuario para Zobeida
Léon Bakst, diseño de vestuario para una concubina
Léon Bakst, diseño de vestuario para el esclavo dorado

Parece ser que la viuda de Rimsky-Korsakov se puso hecha una furia con Diaghilev y su troupediciendo que habían traicionado el espíritu original de la obra de su marido. La suite sinfónica de Rimsky pretendía evocar las aventuras de Simbad, no una orgía. Quizás tuviese parte de razón, pero una vez visto el ballet es imposible volver a imaginarse a Simbad cruzando los mares. La música es demasiado sensual y exuberante.

Ida Rubinstein como Zobeida

El papel de Zobeida lo estrenó la guapísima Ida Rubinstein, una millonaria de origen judío que decidió dedicarse a la danza. Por lo que parece, era mejor actriz que bailarina, pero en escena era resultona y no se andaba con remilgos. Su pareja de baile no fue otro que el gran Vaslav Nijinsky, interpretando el papel del esclavo dorado (se le llama así porque iba vestido de dorado y llevaba el cuerpo pintado del mismo color). Los movimientos felinos de Nijinsky, amante de Diaghilev en esa época, causaron sensación.

Vaslav Nijinsky como el esclavo dorado

Y la coreografía de Fokine, perfectamente acorde a este ambiente de lujo y erotismo, rompiendo radicalmente con el ballet clásico tradicional. La forma delicada y elegante que tienen los bailarines clásicos de sostener a sus parejas se convierte en Schéhérazade en un sobeteo impúdico y arrebatador. Aquí tenéis un fragmento bailado por Igor Kolb y Yulia Makhalina, soberbios los dos, en el Teatro Mariinsky de San Petersburgo con la coreografía y escenografía originales.

Vídeo de looovecats

Como seguro que este fragmento os sabrá a poco, estos son los enlaces al ballet completo (unos 35 minutos en total). El vídeo es pirata pero la calidad es bastante decente y la interpretación merece mucho la pena:

harteconhache

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